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06 septiembre 2025
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España se prepara para desclasificar miles de documentos secretos sobre el Sáhara Occidental y la «Marcha Verde»

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   Agencias 

   Madrid (ECS).- El gobierno pretende desclasificar miles de documentos clasificados anteriores a 1982, incluyendo documentos relacionados con la retirada repentina del Sáhara Occidental, la Marcha Verde y la diplomacia secreta durante la transición democrática. Este secreto de Estado clasificado durante muchos años está generando interés mucho más allá de las fronteras españolas.

   Según un artículo publicado en el periódico El País el 28 de julio, el gobierno de Pedro Sánchez está a punto de aprobar una ley que representa un cambio histórico en la gestión de los secretos de Estado. El proyecto de reforma, que sustituirá a la Ley de Secretos Oficiales heredada del régimen franquista de 1968, propone la desclasificación inmediata de todos los documentos clasificados con más de 45 años de antigüedad, excepto en casos en que ello suponga un riesgo excepcional para la seguridad nacional. El periódico explica que «el proceso de desclasificación afectará a todos los documentos anteriores a 1982».

   Tras esta iniciativa democrática se esconde una parte importante de la historia de la diplomacia española que podría recuperarse. Los investigadores españoles llevan décadas esperando este momento, mientras sus vecinos del sur, Sáhara Occidental y Marruecos, lo observan con mucho entusiasmo. Los documentos en cuestión incluyen los relacionados con el fin de la presencia española en el Sáhara Occidental, la Marcha Verde el 06 de noviembre de 1975 y la política secreta de España hacia Marruecos durante la transición política.

   El rotativo señala que «entre estos documentos se encuentran detalles del proceso que condujo a la precipitada retirada del Sáhara Occidental en 1975, mientras Franco se encontraba en su lecho de muerte». Esta retirada tuvo lugar en un ambiente de alta tensión regional y a menudo se describió como improvisada y llevada a cabo en circunstancias misteriosas. Para Marruecos, cualquier documento que acredite la naturaleza de los compromisos de España en aquel momento o que indique un reconocimiento implícito de la soberanía marroquí sobre el territorio tendría un gran valor diplomático y simbólico. De lo contrario, supone una grave crisis diplomática entre Rabat y Madrid.

   Sin embargo, el acceso a estos archivos no está garantizado. El ministro de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, advirtió que la cantidad de documentos en cuestión es «enorme» (según el texto original: ingente), y que el proceso de desclasificación «no será inmediato», sino «gradual, priorizando los documentos relacionados con violaciones de derechos humanos».

   A esto se suman las dificultades materiales, ya que «los documentos deben ser identificados, organizados, clasificados e indexados con precisión» antes de ser transferidos a la comisión de archivos correspondiente y posteriormente depositados en los archivos públicos. En otras palabras, no basta con que los documentos existan y sean desclasificados; también deben ser físicamente accesibles.

   La posible disparidad en la documentación tendrá consecuencias políticas, ya que permite al Estado español mantener una especie de «amnesia estratégica», a la vez que limita el derecho a la verdad de las comunidades afectadas, especialmente el pueblo saharaui.

   En Marruecos, varios medios de comunicación afín al régimen siguieron este desarrollo con una mezcla de cautelosa esperanza y vigilancia. Abrir los archivos podría revelar los secretos de la Marcha Verde o los detalles ocultos del Acuerdo Tripartito de Madrid. También podría confirmar elementos que han permanecido ocultos durante mucho tiempo, como concesiones implícitas, la mediación estadounidense o las dudas de la cúpula militar española.

   Para la democracia española, el reto es doble: primero, hacer que estos archivos sean funcionales y realmente accesibles, en lugar de simplemente desclasificados en papel; y segundo, asumir la responsabilidad de su contenido. Como señala El País, «los investigadores no pueden exigir lo que desconocen». Por tanto, el reto no se limita a abrir los expedientes; exige también la creación de un catálogo público riguroso y consultable, sin el cual la transparencia seguirá siendo un espejismo.

El genocidio silenciado del Sáhara Occidental: crímenes documentados, justicia pendiente

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Por Ana Stella 

   Madrid (ECS).- Desde 1975, tras la ocupación ilegal del Sáhara Occidental por parte del Reino de Marruecos, el pueblo saharaui ha sido víctima de una represión sistemática que abarca desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, bombardeos a población civil, torturas, exhumaciones clandestinas y violencia sexual como arma de guerra. A lo largo de las últimas décadas, diversas investigaciones han logrado reunir pruebas contundentes que exigen justicia, reparación y el reconocimiento pleno del derecho a la autodeterminación saharaui.

Crímenes sistemáticos y desapariciones forzadas

   Cientos de saharauis desaparecieron entre 1975 y la década de los noventa tras ser arrestados por fuerzas marroquíes. Muchos de ellos fueron detenidos sin cargos, encarcelados en centros secretos y torturados hasta morir o ejecutados sin juicio. Se estima que más de 400 casos de desaparición forzada han sido documentados con testimonios directos de familiares y supervivientes.

   Las víctimas fueron recluidas en cárceles clandestinas como Agdz, Kalaat Mgouna, Temara o Derb Moulay Cherif, donde padecieron formas extremas de violencia: golpes, asfixia con bolsas de plástico, suspensión, privación del sueño, insultos, amenazas y aislamiento absoluto. Algunos relatos describen a personas arrojadas vivas desde helicópteros o enterradas en fosas comunes en zonas como Smara, Amgala o Meheris.

   Estos crímenes presentan una clara estructura de cadena de mando, premeditación y carácter sistemático, que los sitúa en la categoría de crímenes de lesa humanidad.

El bombardeo de Um Dreiga: población civil como objetivo

   Uno de los episodios más atroces de la guerra tuvo lugar entre el 19 y 21 de febrero de 1976, cuando la aviación marroquí bombardeó la localidad saharaui de Um Dreiga. En ese momento, miles de civiles —principalmente mujeres, ancianos y niños— huían hacia el este para escapar de la invasión marroquí.

   El ataque se realizó con napalm y fósforo blanco, armamento prohibido por convenios internacionales. Los proyectiles impactaron sobre tiendas de campaña, refugios improvisados y un puesto médico de la Media Luna Roja Saharaui. Decenas de personas murieron calcinadas o con amputaciones, entre ellas la enfermera Chaia Ahmed Zein, embarazada, quien murió mientras atendía a heridos.

   Este bombardeo deliberado contra población civil desarmada representa un crimen de guerra, no solo por el armamento utilizado, sino por la naturaleza del objetivo: una caravana humanitaria que buscaba refugio.

Las fosas de Meheris: la prueba científica

   En 2013, tras años de búsqueda impulsada por familiares de desaparecidos, se realizaron las primeras exhumaciones científicas en el Sáhara Occidental. Dos fosas comunes fueron localizadas en la región de Meheris, en zona liberada, donde se recuperaron los restos de ocho saharauis ejecutados por el ejército marroquí en febrero de 1976.

    La investigación, con participación de expertos forenses internacionales, confirmó mediante análisis de ADN mitocondrial la identidad de las víctimas. Todos presentaban impactos de bala en cráneo y tórax, lo que demuestra que fueron asesinados a sangre fría tras ser detenidos.

   Este hallazgo es de enorme valor jurídico, ya que representa una prueba material directa de ejecuciones extrajudiciales cometidas durante la primera fase de la ocupación. Las familias, tras décadas de búsqueda, pudieron recuperar los restos de sus seres queridos y sepultarlos con dignidad.

La tortura sexual como herramienta de dominación

   A lo largo de más de cincuenta años, mujeres saharauis han sido violadas, golpeadas y humilladas en centros de detención marroquíes. El objetivo no era solo castigar, sino destruir la resistencia moral y social del pueblo saharaui.

   Se han documentado múltiples casos de violación colectiva, introducción de objetos en los genitales, desnudez forzada, abortos provocados por golpizas y manoseos constantes durante los interrogatorios. Algunas mujeres fueron violadas frente a otros presos o delante de sus hijos. Varias eran menores de edad en el momento de su detención.

   Las consecuencias han sido devastadoras: traumas profundos, depresión, ansiedad, sentimiento de vergüenza y aislamiento. A muchas de estas mujeres se les negó atención médica y se les forzó a guardar silencio bajo amenazas. La violencia sexual fue utilizada como mecanismo sistemático de represión política y de destrucción comunitaria.

Memoria, reparación y verdad

   La recopilación de testimonios, la exhumación de restos y la documentación forense constituyen pasos fundamentales para cualquier proceso de justicia y reparación. No se trata únicamente de reconocer el sufrimiento, sino de establecer la verdad histórica y activar los mecanismos legales que permitan el enjuiciamiento de los responsables.

   Estos crímenes no han prescrito.

    Se mantienen vigentes en la memoria de los pueblos y en la responsabilidad jurídica de España, potencia administradora del Sáhara Occidental según el derecho internacional. La impunidad prolongada es una herida abierta que solo la verdad y la justicia podrán cerrar.

   Marruecos niega todos los crímenes. España guarda silencio. Las organizaciones internacionales apenas han esbozado condenas tibias, sin seguimiento alguno. Sin embargo, los huesos encontrados en el desierto, los testimonios de los supervivientes y las cicatrices de quienes aún caminan con dignidad en los campamentos o en los territorios ocupados, exigen respuesta.

   Lo ocurrido en el Sáhara Occidental no es un conflicto olvidado: es un genocidio silenciado. Y cada día sin justicia es una victoria más para la impunidad.

Fuentes consultadas

Instituto Hegoa (2015), Saber al fin. Informe sobre las violaciones de derechos humanos cometidas contra el pueblo saharaui.

Instituto Hegoa (2015), Los otros vuelos de la muerte.

Instituto Hegoa – EAAF (2013), Meheris: la esperanza posible. Exhumaciones en fosas comunes del Sáhara Occidental.

Instituto Hegoa – AFAPREDESA (2017), El fuego escondido. Tortura y violencia sexual en las cárceles secretas del Sáhara Occidental ocupado.

Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA).

Testimonios forenses, fotografías, mapas y bases de datos de desaparecidos.

La gira que desenmascaró a Rabat: Boulos no fue, y Marruecos perdió el control del guión

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Por Ahmed Omar

    Campos de Refugiados (ECS).- Cuando se anunció que Massad Boulos, el enviado especial del presidente estadounidense para Medio Oriente y África, iniciaría una gira diplomática por el Magreb, la prensa marroquí no tardó en proclamarlo: “Marruecos será el centro de la gira”. Titulares eufóricos en medios como Rue20, Morocco World News o Assahifa y otros, lo posicionaban como escala crucial. Se hablaba de respaldo renovado, consolidación del «plan de autonomía» y reafirmación del legado de Trump. Sin embargo, la realidad fue otra: Boulos nunca pisó Rabat.

   Durante su gira fue visto en Argelia, Túnez, Libia, París y después reapareció en Washington. De Marruecos, nada. Ni una foto, ni una reunión, ni un comunicado oficial. Solo ecos propagandísticos construidos en previsión de una visita que no ocurrió. Lo más revelador de todo no fue su silencio, sino la manera en que desmontó una arquitectura diplomática levantada sobre el deseo de controlar la narrativa.


Enviado de Trump comienza una gira por el norte de África


    La razón principal del enfado marroquí con Massad Boulos se encuentra en dos declaraciones que Rabat interpretó como inaceptables. La primera fue mencionar la existencia de 200.000 refugiados saharauis en Argelia, una cifra que Marruecos lleva décadas intentando minimizar para restar legitimidad a su causa. ¿Cómo se sostiene la narrativa del “conflicto artificial” si se reconoce la magnitud humana del exilio saharaui? La segunda fue mucho más grave a ojos de la monarquía: Boulos declaró que era necesaria una solución rápida y permanente al conflicto del Sáhara Occidental, sin hacer de la proclamación de Trump de 2020 una base vinculante o definitiva. Para un régimen que ha invertido millones en proyectar esa proclamación como un punto de no retorno, escuchar a un asesor presidencial de EE.UU relativizarla fue un golpe frontal. ¿Se puede seguir presentando el respaldo de Trump como irreversible cuando uno de sus hombres más cercanos habla de alternativas?

   Lo ocurrido con Boulos no es un caso aislado. La diplomacia marroquí lleva años aplicando una fórmula que consiste en imponer condiciones, redactar los guiones de los encuentros y censurar los términos de cualquier interlocución sobre el Sáhara Occidental. Lo han hecho con enviados personales del secretario general de Naciones Unidas, como Christopher Ross, Horst Köhler o Staffan de Mistura. A estos últimos se les ha llegado a bloquear la entrada al territorio o a imponerles listas de temas prohibidos. El modus operandi es claro: si no repites la versión oficial marroquí, no eres bienvenido. ¿Acaso intentaron aplicar ese mismo patrón con Boulos? ¿Acaso Rabat quiso imponerle condiciones, filtrar su discurso, dictarle términos? Y si fue así, ¿fue eso lo que lo empujó a saltarse la escala y regresar directamente a Washington?

   Todo indica que Rabat intentó aplicar el mismo esquema. Pero no funcionó. El diplomático libanés-estadounidense optó por no prestarse a un escenario de fingida armonía. Prefirió terminar su gira en Argelia y volar directamente a Washington, dejando vacío el lugar que la propaganda marroquí ya le había reservado. La pregunta que muchos se hicieron entonces fue: ¿qué pasó con el “centro de la gira”? Si Marruecos era el eje, ¿por qué no fue visitado? ¿Dónde quedó el epicentro? ¿Se desplazó? ¿Se evaporó? ¿Puede una política exterior sostenerse sobre centros que no existen y respaldos que no se presentan?

   La maquinaria propagandística, que durante años ha conseguido imponer relatos en el seno de la ONU, en Bruselas o en el Parlamento Europeo, esta vez falló. No pudo forzar una visita ni maquillar una ausencia. La realidad, sin efectos especiales, se impuso. El guion no se cumplió. La escena quedó vacía.

   Un aspecto adicional que revela el desconcierto de Rabat es la insistencia en presentar a Francia como un actor central en las discusiones sobre África y el Sáhara Occidental. La narrativa marroquí intentó justificar la no-visita de Boulos apuntando a París como interlocutor privilegiado de Washington. Pero esa tesis contradice la realidad geopolítica. Francia ha sido expulsada militar y diplomáticamente de Malí, Níger, Burkina Faso, República Centroafricana y Libia. Su influencia en el continente está en ruinas. La mayoría de los países africanos ya no la consideran un actor legítimo. La única excepción es Marruecos.

   En el fondo, Marruecos sigue siendo el único país africano que añora la presencia francesa en África. No solo por vínculos históricos, lingüísticos o comerciales, sino porque París sigue siendo su principal escudo en Bruselas, su megáfono en Estrasburgo y su blindaje en el Consejo de Seguridad de la ONU. La narrativa marroquí necesita una Francia fuerte para seguir respirando diplomáticamente. Pero el anhelo no se queda en lo simbólico: Marruecos trabaja activamente y con fervor para reinsertar a Francia en el corazón del continente, especialmente allí donde su presencia ha sido rechazada o erosionada. Lo hizo en los países del Sahel, donde desempeñó el rol de “broker” político —una suerte de intermediario de confianza— para facilitar el retorno francés en entornos ya hostiles.

   Rabat promovió cooperación en seguridad, ofreció entrenamiento conjunto y vendió una imagen de complementariedad que servía tanto a sus intereses regionales como al deseo francés de recuperar terreno perdido. Este activismo marroquí en favor de París contrasta fuertemente con la postura del resto del continente, que, tras años de intervencionismo, tutelaje económico y humillaciones coloniales mal resueltas, decidió cerrar la puerta a la influencia francesa. En ese aislamiento creciente, Marruecos se ha convertido en el último bastión africano del proyecto francés. Y por eso insiste tanto en colocarla en el centro de cualquier conversación sobre el Magreb, el Sahel o el Sáhara Occidental, aunque la realidad continental ya no la reconozca como actor legítimo. ¿Es entonces Francia un socio africano o un fantasma que Rabat se empeña en resucitar?

    Lo que ocurrió con la gira de Boulos no fue un descuido ni una omisión logística. Fue una decisión política con un mensaje claro: hay actores internacionales que ya no aceptan guiones prefabricados. Que no se prestan a coreografías diplomáticas impuestas. Que no están dispuestos a repetir eslóganes redactados en Rabat. Y cuando eso ocurre, ni los titulares ni las olas mediáticas logran cambiar los hechos.

   Esta vez, Marruecos no controló el relato. Y el silencio de Boulos habló más fuerte que cualquier declaración. ¿Fue un gesto de ruptura? ¿Un castigo implícito? ¿Una advertencia? ¿O simplemente el resultado de una agenda mal gestionada por un régimen que ya no inspira confianza? El tiempo nos lo dirá. Pero si algo ha quedado claro, es que cuando Marruecos actúa como un don de la mafia que padece esquizofrenia —entre amenazas, teatralidad y victimismo— las razones profundas no tardan en revelarse. Solo hay que saber observar el silencio. Porque cuando el ruido ya no logra tapar los hechos, la verdad se cuela por las grietas del espectáculo.

Sáhara Occidental en los Archivos de la CIA: El Polisario, Marruecos y la verdad que Occidente calla

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Por Ana Stella 

    Madrid (ECS).- Desde la retirada española en 1975, el Sáhara Occidental vive bajo ocupación militar por parte de Marruecos. El Frente Polisario, respaldado por Argelia y reconocido por más de 80 países y por la Unión Africana, continúa reclamando el cumplimiento del derecho internacional: un referéndum de autodeterminación pendiente desde 1966.

   Los documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA) revelan una realidad distinta a la propaganda oficial marroquí: el Polisario es reconocido como representante legítimo del pueblo saharaui, mientras Marruecos aparece como una potencia ocupante, sostenida artificialmente por intereses estratégicos y económicos.

El Frente Polisario: legitimidad, eficacia y resistencia

   Desde 1975, el Frente Polisario se consolida como fuerza de liberación nacional armada, con base en Tinduf (Argelia).

   La CIA reconoce que el Frente Polisario derrotó militarmente a Mauritania, forzando su retirada tras el Acuerdo de Argel en 1979, en el que Nuakchot renunció a sus reivindicaciones sobre el Sáhara.

    El informe destaca que el Polisario está compuesto por saharauis nativos. Se destaca la eficiencia del Polisario en emplear tácticas de guerrilla móvil, utilizando vehículos Land Rover equipados con armas automáticas para realizar ataques rápidos contra destacamentos marroquíes dispersos.

   Marruecos, por el contrario, es percibido por la población local como una potencia extranjera y colonial, que impone su presencia mediante represión. La CIA también resalta que gran parte del territorio reclamado por Marruecos no estaba bajo su control efectivo, sino sujeto a constantes incursiones del Polisario.

   Las operaciones saharauis, como las emboscadas a convoyes militares marroquíes entre Smara y Mahbes, y los ataques a bases como Amgala o Bir Enzaran, son citadas por la CIA como acciones militares de alta efectividad táctica.

   Las pérdidas humanas marroquíes fueron significativas, aunque censuradas por Rabat. Se estima que en ciertos meses se contabilizaban más de 100 bajas marroquíes, mientras el Polisario sostenía una guerra de desgaste.

   La CIA alerta de que el conflicto está generando descontento en las filas marroquíes, particularmente entre conscriptos mal entrenados y tribus del sur forzadas a combatir. Además, el Frente Polisario logró establecer una capacidad operativa sostenida, incluso lanzando ataques en profundidad contra posiciones al sur del muro defensivo marroquí, eludiendo radares y utilizando rutas desérticas poco vigiladas.

   Se documenta que en 1980, Marruecos había perdido el control de más del 60% del territorio reclamado como suyo, y que sólo las zonas amuralladas quedaban bajo su dominio efectivo. Las acciones del Polisario contra instalaciones logísticas y rutas de suministro al interior del muro debilitaban la cohesión de las fuerzas marroquíes desplegadas.

La viabilidad del Estado saharaui y la “carga marroquí”

   El informe detalla que el Polisario ha establecido instituciones provisionales: gobierno en exilio, ejército regular, sistema de distribución de ayuda, educación y servicios básicos en los campamentos de refugiados.

   Se considera que, con apoyo externo limitado, un Estado saharaui podría sobrevivir y consolidarse, particularmente si se reconoce como actor soberano en foros regionales o internacionales.

   Se admite que el Polisario mantiene principios de no alineamiento, pero con tendencia favorable hacia los movimientos revolucionarios y anticolonialistas. Se señala además que los líderes del Polisario contaban con una estructura de mando estable y políticas de cohesión nacional firmes, que favorecían la identidad saharaui como base de resistencia.

   El rey Hasan II teme el efecto político de una derrota o concesión en el Sáhara Occidental, especialmente ante sectores islamistas, nacionalistas y militares descontentos.

   La CIA estima que el conflicto consume entre el 30% y el 40% del presupuesto de defensa marroquí a inicios de los años 80. Se resalta que esta presión presupuestaria ha obligado al régimen a endeudarse externamente, y a solicitar ayuda encubierta a potencias occidentales.

   Aumentan las señales de fatiga social, particularmente en Casablanca y Fez, donde la represión impide que aflore oposición organizada. Se teme que el desgaste económico pueda derivar en explosiones sociales, especialmente si el precio del fosfato (recurso clave para Marruecos) continuaba su descenso en los mercados internacionales.

Argelia y otras naciones

   Argelia aparece como el pilar estratégico y logístico del Polisario, ofreciendo santuarios, inteligencia, armas, diplomacia y cobertura internacional.

   El informe advierte que, si Marruecos intenta cruzar la frontera argelina para atacar campamentos en Tinduf, Argelia intervendría militarmente. Se subraya que las Fuerzas Armadas argelinas mantenían en alerta a sus unidades mecanizadas en las provincias fronterizas.

   La CIA afirma que la campaña diplomática del Polisario ha ganado terreno: ha obtenido el reconocimiento de decenas de países no alineados, africanos e hispanoamericanos.

   Marruecos fracasa en aislar al Polisario, y su propuesta de autonomía es rechazada por la ONU mientras no se celebre el referéndum prometido.

   El documento también señala que el Polisario había comenzado a establecer delegaciones permanentes en capitales africanas, así como oficinas de relaciones exteriores en Hispanoamérica y Europa Occidental.

La contradicción occidental: se sabe que Marruecos ocupa, pero se le respalda

    EE.UU. y Francia continúan apoyando militar y económicamente a Marruecos, pese a saber que su presencia en el Sáhara Occidental contraviene el derecho internacional.

   Washington teme que un triunfo del Polisario refuerce a Argelia como potencia regional y debilite la monarquía marroquí, considerada aliada clave contra el socialismo árabe y el panislamismo.

    La CIA sugiere que una salida pactada implicaría presionar a Marruecos para negociar con el Polisario, algo que París y Washington no están dispuestos a hacer. El apoyo logístico y de inteligencia brindado por EE.UU. y Francia ha sido documentado, aunque ocultado en los foros multilaterales. Se considera que sin dicho respaldo, Marruecos no podría sostener por sí solo el conflicto en el tiempo.

Los documentos hablan más claro que los gobiernos

    El Frente Polisario fue reconocido desde el inicio como fuerza legítima, estructurada y popular entre los saharauis. Marruecos es una potencia ocupante, mantenida por el miedo interno y el apoyo externo. Occidente conoce la ilegitimidad de la ocupación, pero la mantiene por interés estratégico, sacrificando el derecho internacional y la justicia. El pueblo saharaui ha demostrado resistencia, dignidad y capacidad organizativa, desafiando décadas de propaganda, represión y traición diplomática.

Francia se prepara para modificar el inútil plan de autonomía marroquí tras fracaso en el Sáhara Occidental

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   Madrid (ECS).- El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, se dispone a viajar a París en una visita que no es de cortesía, sino una citación a capítulo. Convocado por las autoridades francesas, este viaje forma parte de una operación política más amplia que busca salvar lo que queda del desacreditado plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental. Una iniciativa supervisada en 2007 por el Palacio del Elíseo y promovida con entusiasmo por Emmanuel Macron, que ahora intenta recomponer el rompecabezas tras el fracaso de su estrategia.

   Lejos de lo que intenta proyectar la diplomacia de Rabat, esta visita no es una muestra de fuerza ni de consolidación de alianzas. Todo lo contrario: Francia, que apostó imprudentemente por imponer el plan marroquí como «única solución posible» al conflicto del Sáhara, se enfrenta ahora al costo político de haber marginado las resoluciones de Naciones Unidas y de haber desafiado el principio de autodeterminación del pueblo saharaui.

   El presidente Macron, cegado por su ambición de acelerar una resolución favorable a los intereses de Francia —y de paso, a los de Israel—, no previó la firmeza de Argelia ni la resistencia de las fuerzas que defienden el derecho del pueblo saharaui a decidir libremente su destino. La crisis diplomática con Argel, que persiste desde entonces, es solo uno de los múltiples efectos secundarios de esta deriva.

   Los equipos del embajador de Francia en Rabat, Christophe Lecourtier, y los de la embajadora de Marruecos en París, Samira Sitaïl, trabajan desde hace semanas en la logística de esta visita. Se esperaba que tuviera lugar en verano, pero finalmente fue pospuesta. La razón principal: Francia busca introducir «enmiendas» al texto de la Iniciativa marroquí de autonomía, que lleva 18 años sin actualizarse. Un intento por parte del Elíseo de matizar su postura sin renegar públicamente de ella, tratando de volver, aunque sea de forma encubierta, al marco multilateral que impone el derecho internacional.

Hay un hecho fundamental: el plan de autonomía es un intento unilateral de consagrar la ocupación del Sáhara Occidental, contraviniendo todas las resoluciones de la ONU y el principio de descolonización.

   Según fuentes diplomáticas, París exigirá a Rabat que precise un calendario de aplicación de las medidas contempladas en el plan. Sin embargo, el régimen marroquí, que había condicionado cualquier revisión a la obtención de un nuevo respaldo internacional, ya ha recibido un espaldarazo por parte del Reino Unido en junio de este año, que también reconoció la supuesta «primacía» del plan marroquí. Una victoria efímera y superficial, que no cambia el hecho fundamental: el plan de autonomía es un intento unilateral de consagrar la ocupación del Sáhara Occidental, contraviniendo todas las resoluciones de la ONU y el principio de descolonización.

Ni las declaraciones coreografiadas por las capitales europeas, ni los gestos simbólicos de ciertas potencias occidentales, han logrado ocultar una verdad esencial: el plan de autonomía marroquí no tiene legitimidad internacional, porque niega al pueblo saharaui el derecho a ejercer su autodeterminación. Y eso, en pleno siglo XXI, no es aceptable.

   Desde Marruecos, el régimen alauita continúa vendiendo este plan como una supuesta victoria diplomática ante una población agotada por la miseria, la desigualdad y la represión. El expolio sistemático de los recursos naturales saharauis —fosfatos, pesca, energía solar— alimenta una maquinaria corrupta y autoritaria, mientras los marroquíes padecen sed, inflación y una crisis social que se agrava día a día. En lugar de ofrecer libertades, Rabat ofrece propaganda. En lugar de escuchar a su pueblo, silencia a la disidencia.

   En este contexto, la visita de Bourita a París no tiene nada de rutinaria. Es el intento de dos gobiernos —el francés y el marroquí— de redefinir una hoja de ruta que ha perdido toda credibilidad. El llamado “partenariado de excepción” entre Macron y Mohamed VI, anunciado durante la visita del presidente francés a Rabat en octubre de 2024, no ha pasado de las declaraciones huecas. El propio monarca marroquí, ausente del país la mayor parte del año, mantiene una relación instrumental con Francia, basada más en intereses personales que en estrategias de Estado.

   La comunidad internacional, y muy especialmente quienes defendemos el derecho inalienable del pueblo saharaui, debemos estar alerta ante estos movimientos diplomáticos encubiertos. La revisión del plan de autonomía no es una señal de apertura, sino una maniobra para preservar el statu quo. Cualquier propuesta que no contemple el referéndum de autodeterminación, con todas las opciones sobre la mesa —incluida la independencia—, es una farsa más al servicio del ocupante.

   La batalla por el Sáhara Occidental no se libra solo en los campos de Tinduf o en los pasillos de Naciones Unidas. También se libra en las cancillerías europeas, en los despachos del Elíseo y en las declaraciones cuidadosamente redactadas por diplomáticos que buscan tapar el fracaso con ambigüedades.

   Cuando se publique la declaración conjunta entre Bourita y su homólogo francés, habrá que leer entre líneas. Y sobre todo, habrá que recordarle al mundo que la única solución justa, legítima y duradera para el Sáhara Occidental es la autodeterminación.

PLATAFORMA «NO TE OLVIDES DEL SAHARA OCCIDENTAL» – García Corera.

La necesidad de una audaz revisión y reestructuración de la diplomacia del Frente POLISARIO

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Las evidencias del declive de la diplomacia saharaui y su transformación desde un estado de proliferación y expansión a un Estado de estancamiento mecánico son muchas (…). Los motivos son varios; el más destacado es la «retórica bidaní»


Opinión


    ECS. Madrid. | La nueva postura de los Gobierno occidentales apoyando la propuesta marroquí en el conflicto del Sáhara Occidental, contraviniendo los principios de la legitimidad y del derecho internacional, obliga al Frente POLISARIO a revisar su labor diplomática y a responder de forma proporcional e inmediata a las exigencias de la actual fase de lucha, en mitad de una conspiración internacional para liquidar la cuestión saharaui similar a lo que está ocurriendo con Palestina. A través de los Acuerdos de Abraham, el estado de ocupación marroquí explotó la precipitación árabe hacia la entidad sionista, bajo los auspicios estadounidenses, para consolidar su ocupación del Sáhara Occidental.

   Aquí, algunos pueden preguntarse sobre las cartas de presión de las que dispone el Frente POLISARIO en una batalla desigual, entre un movimiento de liberación -cuyo arma más destacada es la justicia de la causa por la que lucha, el derecho internacional y las resoluciones de la ONU que reconocen su derecho- y una potencia ocupante que ha caído en los brazos de los dueños de las Naciones Unidas y controlan tanto su dirección como sus decisiones.

La perpetuidad imprudente del Frente POLISARIO

   No cabe duda de que las relaciones internacionales se rigen por intereses mutuos, alianzas políticas y económicas, lazos ideológicos, culturales y religiosos, que allanaron el camino para que los países compitieran por integrar bloques y organismos continentales e internacionales, creando así centros de poder para defender sus intereses. En la lucha por la liberación que está librando en nombre del pueblo saharaui, el Frente POLISARIO ha triunfado en este empeño hasta límites que van más allá de lo imposible en los años de la primera guerra, capitalizando apoyos apoyándose en el sincero discurso revolucionario y anticolonialista de la Organización para la Unidad Africana, logrando así apretar las tuercas a Marruecos y sacándolo de su profundidad africana y continental.

    Este balance histórico de la revolución saharaui y el magnífico legado de su incansable labor, amerita una revisión e investigación exhaustivas actual de los obstáculos que entorpecieron la labor diplomática y la hicieron cosechar fracasos en distintos ámbitos, lo que afectó negativamente a la situación y avances de la causa nacional logrados en el ámbito internacional, y la hizo afrontar la feroz y agresiva guerra de la ocupación marroquí con embajadas y representaciones. La carencia de una acción diplomática congruente es lo que facilitó la incursión de Marruecos en este vacío, especialmente en el de la Unión Africana que, permaneció en silencio sobre la apertura de consulados de muchos países africanos en las zonas bajo soberanía de la República Saharaui, en clara violación de la ley fundacional de la Unión Africana, pasando a introducir y apoyar la pertenencia de la entidad sionista en la Organización Africana que gracias a los esfuerzos diplomáticos liderados por Argelia se suspendió esta membresía que resulta ofensiva para la reputación de la Unión Africana, que lucha por los valores de libertad, justicia y autodeterminación.

   La posición de los países europeos constituyó un apoyo moral a la ocupación marroquí y reforzó su dependencia del tuit de Trump que le otorgaba una supuesta soberanía al tiempo que anima al resto de los países europeos a seguir el mismo camino socavando el derecho internacional con elocuentes consignas como »una vida decente» y presionando al pueblo saharaui para que sucumba a la realidad de la ocupación, lo que es prácticamente pedir la sumisión mortal al pisotear su derecho legítimo a la autodeterminación e independencia.

   Las grandes potencias, –Francia y EE.UU- allanaron el camino a esta conspiración al atraer al POLISARIO a participar en las inútiles mesas redondas, que ampliaron los contornos del limbo diplomático en el que se encuentra la causa intentando neutralizar los intentos de implicar a la parte saharaui, es decir; suprimir a toda costa el referéndum que antaño aprobaron y votaron unánimemente.

¿Hacia dónde va el Frente POLISARIO?

   Como resultado de nuestra participación voluntaria en operaciones absurdas sin un propósito definido, se dio pie a que las potencias extranjeras presenten la causa nacional con nada más que complejidad en los pasillos de las Naciones Unidas, al involucrar a las dos partes en conflicto con otros países ajenos al mismo y prescindiendo del derecho del pueblo saharaui en la »búsqueda’‘ de una solución ya dada, que no es más que intentar agradar al agresor. Se aceptó el uso de »solución política» y nuestros líderes se lo tragaron y hoy es motivo de celebración. Lo que antes se decía en conversaciones secretas entre el ocupante marroquí y sus aliados, hoy se dice con toda normalidad en la esfera pública por presidentes, ministros, embajadores y toda clase de políticos supuestamente demócratas, incluso por la propia ONU.

   Esta incapacidad del análisis del discurso del enemigo y sus intenciones llama enormemente la atención, como es el caso de nuestra incapacidad para emitir decisiones de condena a la Unión Africana por permitir que se pisoteen a sus miembros a través de una brutal ocupación militar y haciendo la vista gorda a la ilegal apertura de consulados diplomáticos a una comunidad inexistente e intereses inexistentes, simplemente por pura ostentación.

    Esta situación de estancamiento hizo que consideráramos una victoria la mera participación en las cumbres de la Unión Africana o las cumbres conjuntas con la Unión Europea, aun cuando es un derecho legítimo de todos los estados miembros, y ninguno de ellos considera la mera participación como una victoria si no es porque ha logrado resultados tangibles o llega a ocupar posiciones importantes dentro de las estructuras y órganos de la Unión Africana e influye en decisiones políticas de gran calado que obedezcan a las aspiraciones de su pueblo.

    Las evidencias del declive de la diplomacia saharaui y su transformación desde un estado de proliferación y expansión a un Estado de estancamiento mecánico son muchas, y ya no se ocultan a la vista. Ante las tormentas internacionales que han zarandeado el mapa de aliados, amigos y enemigos, la filosofía que guía nuestra política exterior necesita revisarse y reestructurarse, elaborar una estrategia que responda a las transformaciones que vive el mundo, adaptarse al contexto actual ante el elevado número de factores que amenazan la causa nacional enfocándolo a las prioridades de la labor política: Ampliar el círculo de toma de decisiones, adecuarse a los criterios de eficacia, eficiencia y resultados obtenidos, activar el principio de rendición de cuentas, fomentar la iniciativa individual llevada a cabo por nuestra comunidad en el exterior, estimular la diplomacia popular y participativa abriendo puentes con organizaciones civiles, partidos, figuras influyentes y plataformas mediáticas de gran alcance, articulando de esta manera la responsabilidad colectiva de todos los saharauis en su lucha por la libertad.

EE.UU. reafirma su alianza con Marruecos en el Día del Trono

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  Por Ana Stella

    Madrid (ECS).- Ayer, la funcionaria del Departamento de Estado Mora Namdar representó al senador Marco Rubio en las celebraciones del Día del Trono de Marruecos, con la presencia del embajador marroquí Youssef Amrani en Washington. El acto sirvió para recalcar los casi «240 años de relaciones bilaterales» entre ambos países, que EE.UU. presenta como “una amistad sólida y creciente”.

    En el mensaje compartido, se destacó el papel conjunto en la promoción de los Acuerdos de Abraham y los esfuerzos para impulsar la «paz regional», en clara alusión al alineamiento geoestratégico de Marruecos con Israel y EE.UU. en el norte de África y Oriente Medio.

   Este tipo de actos confirma la profunda implicación de Washington en el respaldo al régimen alauí, incluso mientras Marruecos es objeto de múltiples denuncias por violaciones a los derechos humanos, chantaje migratorio y ocupación del Sáhara Occidental. La exaltación diplomática de esta alianza, además, se produce en un contexto de creciente represión interna marroquí y normalización con Israel, en detrimento de la causa palestina y saharaui.

Argelia sustituye a Marruecos y asume presidencia del Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana

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Por Ana Stella     

    Addis Abeba (ECS).- Argelia ha sido elegida presidente del Consejo de Paz y Seguridad (CPS) de la Unión Africana, reemplazando a Marruecos. Obtuvo el apoyo de 34 países, superando a Libia (15 votos). Es un revés para Marruecos, que en febrero había bloqueado la elección argelina por un solo voto.

   El CPS es el órgano clave de la UA para prevenir y resolver conflictos en el continente.

Argelia ya fue miembro activo del CPS (2008-2021), participando en la creación de la APSA, el sistema de alerta temprana y las fuerzas de reserva africanas.

Durante su mandato, Argelia priorizará:

– La crisis en Sudán y Sudán del Sur

– La coordinación con el Consejo de Seguridad de la ONU

– La situación en Malí, Libia y Somalia

– El conflicto del Sáhara Occidental, donde defiende la autodeterminación saharaui.

El Sáhara Occidental; una injusticia prolongada

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Por Salem Mohamed

   ECS. Madrid | Es difícil sostener que una operación de paz haya sido una de las mayores causas de una larga ocupación, pero desconcertantemente el caso de la MINURSO, misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental, es así. La pasividad de la ONU ha sido la principal razón de la ruptura del alto el fuego al incitar al régimen marroquí a continuar violando y reprimiendo con impunidad pasmosa los derechos de los saharauis. Ya antaño varios expertos señalaron que asignar una misión de paz a un conflicto de descolonización era algo desequilibrado en la medida en que se trata de la justa aplicación del derecho de autodeterminación al pueblo colonizado y no de lograr una »solución política» basada en la pseudo autonomía marroquí, que solo responde a intereses económicos y es defendida por lobistas a sueldo y tergiversadores de una realidad irreversible.

    En los anales de la historia negra de la ONU, el caso del Sáhara Occidental tiene un lugar propio en el olimpo de las injusticias. El 6 de Septiembre de 1991 tras su aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU en Abril del mismo año, se implantó y desplegó la misión de la MINURSO en el Sáhara Occidental con el objetivo de celebrar el referéndum, mandato que lleva por nombre y razón de su existencia. Desde entonces han pasado 34 años, 5 secretarios generales, 5 enviados personales, 51 informes del CSNU, 51 informes de la Secretaría de la ONU y más de 3.000 agentes de distintas nacionalidades, con un coste total de 1.500 millones de dólares hasta el momento, no obstante y más de tres décadas después, la situación del pueblo saharaui no ha cambiado, en todo caso empeoró: colonizado, reprimido, exiliado, esquilmado y ahora empujado a una nueva guerra para lograr sus derechos reconocidos y aprobados por quien ahora pretende impedirlos.

La presencia israelí en el Sáhara Occidental y su impacto en el ámbito militar

    La misión onusiana solo ha cumplido uno de sus siete objetivos: mantener el alto el fuego que fue usado en detrimento de la voluntad pacífica de todo un pueblo para consolidar al ocupante marroquí a través de la política de hechos consumados y el terror en los territorios ocupados. Es la única misión de paz en el mundo que no cuenta con un dispositivo de vigilancia de los derechos humanos, lo que da carta libre a las incalificables violaciones que comete el régimen marroquí contra civiles saharauis únicamente por su pensamiento político. Los saharauis no pueden defender a la MINURSO no porque no quieran, sino simplemente porque carecen de ejemplos sobre el terreno. La evidencia histórica es tozuda y desnuda a la ONU y al Consejo de Seguridad dejando entrever la preeminencia de intereses geopolíticos y económicos de las potencias mundiales sobre la legalidad internacional y el principio rector sobre el que se fundó la ONU en 1945 tras la II Guerra Mundial: evitar la anexión de territorios por la fuerza. Por ello, la misión de la MINURSO es un colosal fracaso, absoluto y sin precedentes que tiñe de negro la historia de este organismo y revienta cualquier atisbo de credibilidad y seriedad atribuible. Los saharauis por su parte ya sacaron sus conclusiones el pasado Noviembre, demostrando una vez más que la lucha continúa tras 47 años resistiendo a toda formas de supresión, división, desprestigio y manipulación.

   Desde el 13 de Noviembre de 2020, las fuerzas armadas de la RASD libran una guerra contra las fuerzas de ocupación marroquíes después de que los últimos violaran el alto el fuego lanzando una operación militar contra civiles saharauis que se manifestaban pacíficamente en los territorios liberados de la RASD exigiendo el cese del expolio de sus recursos. A pesar de que no es la única violación del alto el fuego, este ataque en El Guerguerat fue la gota que colmó el vaso que llevaba llenándose 30 años a ojos de la ONU, que se centro más en defender los intereses de las potencias del Consejo de Seguridad que los principios en los que basa su razón de ser como organización internacional.

   La pasividad de la ONU cruzó límites rojos cuando, aún días antes de estallar la guerra, el Frente Polisario y su Secretario General enviaron varias cartas tanto al Consejo de Seguridad como al Secretario General de la ONU en vista de la escalada y las intenciones marroquíes, alertando de las más que probables consecuencias. Éstas cartas fueron holgadamente ignoradas pero no por ello se acabaron cumpliendo. La táctica de ignorar cómo método disuasorio para restarle importancia a las advertencias de un Polisario débil y confuso no funcionó esta vez y en sus manos está evitar un peor desenlace para toda la región.

   Un Polisario que pecó de credulidad en 1991, pero también víctima de su buena voluntad, honradez y honestidad para alcanzar una solución a la descolonización del Sáhara Occidental según la resolución 1514 que prevé la ONU para descolonizar territorios, esto es; otorgar el derecho a la libre autodeterminación a la población para traspasarles el poder, negando cualquier represión o imposición de condiciones. Cuestiones que Marruecos violó, incumplió y se atreve decididamente a rechazarlas. Llegando a proponer como realista una solución que legitima la anexión militar.

    Incluso el Polisario habiendo dado concesiones dolorosas en las negociaciones, Marruecos no quiso aceptar. Cedió en aras de pacificar el conflicto aceptando y rechazó las condiciones del Plan Baker en 2003, pero Marruecos seguía y sigue empecinado en introducir su interés nacional como elemento en torno al cual debe basarse la solución. Una potencia ocupante exigiendo cómo debe ser el proceso de descolonización del territorio que ocupa es esperpéntico, permitirlo es aberrante. El comportamiento de la ONU con Marruecos es vergonzoso.

   El hecho de no formar parte de un conflicto otorga cierto grado de neutralidad que permite analizar los hechos objetivamente y sin sesgos, sin embargo la ONU hace un tratamiento favorito y en línea con el estado ocupante, el Reino de Marruecos. Adoptar como política diplomática ignorar a una de las partes del conflicto la cual está apoyada por el derecho internacional y por sentencias de la misma organización que la ignora, es cuando menos un revés a su credibilidad y a los principios que propugna. A no ser que la estrategia de la ONU se base en lograr que el pueblo saharaui se resigne con el paso del tiempo, asunto que está sobradamente comprobado que no es así.

    ONU mantiene una posición contraproducente; si bien es cierto que ha mantenido su posición firme en cuanto retórica, que no práctica, lo que le ha granjeado varios enfrentamientos con Marruecos, no obstante el problema de esto es que la firmeza de su discurso es completamente contrapuesta a su papel en el terreno, por lo tanto su posición es contraproducente, convirtiendo sus prórrogas en meras extensiones técnicas del conflicto.

    Su utilidad como órgano que vela por la paz y seguridad internacionales ha quedado insidiosamente contraria a los valores y principios sobre y por los que se creó. La no imposición de la solución (2003) a Marruecos cuando el Frente Polisario la aceptó aún cuando implicaba ceder, es una de las mayores incógnitas de este conflicto. La pasividad de esta organización frente a las tácticas dilatorias de Marruecos ha perjudicado en doble sentido al pueblo saharaui; por un lado ha mermado su credibilidad y reputación ante ellos, y por el otro permitió al ocupante consolidar su expansión mediante la política de hechos consumados. 

    Es difícil de explicar cómo Marruecos ha esquivado a la ONU y al derecho internacional desde el primer plan de 1975 (Plan de Waldheim) hasta nuestros días. Estancado además un conflicto que le ha causado ostracismo continental y tensiones regionales. A pesar de todo esto, la ONU sigue sin ver como el estado marroquí actúa violando todas las leyes en detrimento de sus países vecinos, bloqueando el pleno desarrollo de la región del Maghreb con un estado saharaui independiente, con amplias relaciones bilaterales con todos sus vecinos y con hechos demostrables en beneficio de la seguridad regional.

    Declaraciones frecuentes, resoluciones repetitivas, reuniones, posicionamientos…sin efecto alguno sobre el terreno. La ONU ha reconvertido su papel a mero espectador con carácter opinólogo, engañándose a sí misma y revelando su propia impotencia práctica.

    Por ello, de aquí en adelante, cualquier informe, denuncia o declaración que haga la ONU que no sea la de organizar un referéndum, debe leerse en clave de retraso, ya que solo prolonga la duración del conflicto y todas las anomalías que se derivan de el. Esto no es opinión, es fáctico y lo peor, es que está documentado en sus propias resoluciones.

    Es hora de que el pueblo saharaui deje de celebrar resoluciones y comience a celebrar la aplicación de lo dispuesto en dichas resoluciones. Es la mejor opción para ambos, la mejor para la estabilidad de la región y la de varios países en el sur de Europa que se mantienen callados apoyando implícitamente al régimen marroquí, pero que por imperativos de seguridad nacional se verán obligados a intervenir. A este respecto cabe señalar que el Frente Polisario vincula el fin de la guerra con la celebración de un referéndum de autodeterminación, esto es; cumplir la legalidad internacional. No hay más, falta que la ONU lo ordene y Marruecos lo acepte, pero antes que nada falta voluntad política, esa que tanto escasea por los ambientes de la MINURSO y todo lo relacionado con la cuestión del Sáhara Occidental.

La presencia israelí en el Sáhara Occidental y su impacto en el ámbito militar

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EDITORIAL ✍️ Lehbib Abdelhay

Israel ha estado presente en el Sáhara Occidental desde la normalización de las relaciones con Marruecos en Diciembre de 2020. Los israelíes han irrumpido en la zona a través de tres áreas; Militar, turística y económica; mediante inversiones.

   Israel tiene presencia militar en el Sáhara Occidental a través de entrenadores y formadores militares, asistentes y técnicos en el campo de la industria militar. Se sospecha que Israel está construyendo una base de espionaje entre El Guerguerat y La Güera, dentro de la estrecha franja entre que da paso al Océano Atlántico. También están presentes a través de experimentos con drones suicidas y el mantenimiento de radares ubicados en el muro militar que divide el territorio. También existe un pequeño batallón desplegado cuya misión es espiar y estudiar de cerca la zona.

    En los últimos meses han llegado más de siete delegaciones israelíes para invertir en el Sáhara Occidental ocupado en dos sectores clave; El sector agrícola y el sector eólico. Las delegaciones israelíes que visitan oficialmente el Sáhara Occidental ocupado muestran un elevado interés en la explotación económica del territorio. Estas visitas no reciben la debida cobertura mediática durante sus múltiples viajes al Sáhara Occidental. Durante sus múltiples viajes visitaron ciudades como Dajla, Auserd, El Aaiún y Bojador, estuvieron dos veces en la región de El Guerguerat. El Aaiún y Bojador, así como en el pueblo pesquero de Tshika, al sur de Dajla. Pese a mostrar interés también en la pesca, hasta el momento no ha habido ninguna inversión significativa en este sector.

    Según averiguamos, la firma Halman Al-Dubi Technologies es la primera empresa hebrea que opera en el Sáhara Occidental, como compañía especializada en proporcionar soluciones integradas en el campo de las tecnologías alimentarias. En los últimos meses, las autoridades de ocupación marroquíes han confiscado a propietarios saharauis miles de hectáreas fuera de la capital ocupada de El Aaiún y el área urbana de la ciudad de Tarfaya y han incluido estas tierras en enormes proyectos agrícolas.

Los palestinos lamentan que Marruecos apoye a Israel en las masacres de Gaza

    También hay un sector importante que interesa a Tel Aviv, y es el del turismo y la cultura, ya que durante la temporada estival, un gran número de israelís llegan a la ciudad de Dajla para practicar deportes marinos. Vienen en grupos, normalmente de 25 ó 30 personas y, a veces, hasta cincuenta, todos turistas procedentes de Israel. Estos turistas israelíes no entran en la ciudad de El Aaiún, sino que van directamente desde el aeropuerto a centros turísticos a las afueras de la ciudad de Dajla.

    En este contexto, la cadena hotelera israelí Selina, propietaria de más de 160 hoteles en todo el mundo, comenzó a reforzar su posición en la región tras el éxito de su experiencia en Marrakech, abrió el camino para la apertura de su segundo establecimiento hotelero, elidiendo la ciudad de Dajla en el Sahara Occidental ocupado como uno de los destinos más populares para los amantes del turismo marino y ecológico. La multinacional israelí dijo que eligió Dajla por su privilegiada ubicación entre el Océano Atlántico y el árido desierto, es una zona famosa por el surf, y también es ideal para quienes buscan excursiones recreativas en las dunas del desierto.

Energías renovables

    Una fuente en El Aaiún confirmó a ECSaharaui que ‘’en lo que verdaderamente están interesados es en las energías renovables y la agricultura del Sáhara Occidental’’. Afirmación que se ve corroborada por el destino de las inversiones israelíes. En el sector de la energía renovable tenemos el Proyecto de Inversión en Energías Renovables, que es una iniciativa de Rabat para el Sáhara Occidental ocupado cuyo periodo abarca desde 2023 hasta 2027 y se centra en el ámbito de la transición energética y el desarrollo de las energías renovables con una inversión de 130 mil millones de dírhams.

   Los inversores son la empresa pública israelí de energía Newmed Energy, que lleva dos años explorando gas natural en el desierto saharaui. Las empresas israelíes consideran que el Sáhara Occidental es una gran reserva de gas natural y ahora la empresa está atrayendo capital para invertir más en el campo de la energía en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental. Israel está invirtiendo actualmente en tres áreas: gas natural, energías renovables e hidrógeno verde.

La normalización cultural entre Marruecos e Israel ya incluye al Sáhara Occidental

    Existen acuerdos culturales y científicos entre el Ministerio de Cultura marroquí y su homólogo israelí, los más importantes de los cuales son el Festival de Cine de Autor de Rabat y el Festival de Cine de Dajla, en un acuerdo de colaboración con el Ministerio de Cultura israelí. Respecto a la educación, está en marcha un intercambio de estudiantes para estudiar en universidades israelíes y marroquíes. A principios de este año se iniciaron los viajes de distintas delegaciones juveniles entre Rabat y Tel Aviv para reforzar la relación entre ambas a todos los niveles.

Presencia militar en el Sáhara Occidental

    Marruecos despliega dos tipos de sistemas de misiles de fabricación israelí en el Sáhara Occidental: misiles SPYDER y el sistema Barak. Fuentes exclusivas confirman a este medio que el sistema de misiles SPYDER fue desplegado cerca de Fos Bucraa, no obstante, no se pudo ubicar la localización del sistema Barak.

    Según la información al que ECSaharaui tiene acceso, los israelíes están construyendo ahora una instalación militar al oeste de la región de El Guerguerat, en la estrecha franja entre ésta y la antigua ciudad de La Güera, en el lado atlántico, el ejército de ocupación marroquí está barajando construir otra instalación militar aún por determinar. La misma fuente confirmó la presencia de un grupo de soldados que no eran marroquíes en la misma.

Drones de reconocimiento y suicidas

    Israel ahora está fabricando los drones WonderB y ThunderB en Marruecos a través de la empresa Bluebird, pero se están probando en el Sáhara Occidental ocupado y en algunas zonas de contacto en el muro militar. Se trata principalmente de drones destinados a misiones de reconocimiento, inteligencia y detección de objetivos, de los que Marruecos ya había encargado 150 de ellos en el año 2022.

    También están los drones suicidas SpyX fabricados por Israel en Marruecos por la misma empresa. Y que fueron avistados a principios de este año al norte del Sáhara Occidental ocupado, concretamente en la región de Mahbes. También existe un acuerdo israelí-marroquí para ampliar la cooperación militar en los sectores de “investigación, defensa aérea y guerra electrónica”.

Drones israelíes que posee Marruecos:

 1- Heron

    Heron es un gran dron desarrollado por (IAI) la Corporación de Industrias Aeroespaciales de Israel. Este modelo jugó un papel clave en 2008 y 2009 en la Franja de Gaza, donde participó en la guerra junto a helicópteros y aviones de combate para realizar operaciones de alta precisión. Las tres unidades Heron llegaron a Marruecos -vía Francia- el 26 de enero de 2020 tras llegar a un acuerdo en 2013 por un importe de 48 millones de dólares. Tiene una autonomía aproximada de 52 horas y vuela a más de 10.000 metros de altitud. Su envergadura es de 8,5 metros, su radio es de 350 kilómetros y su peso máximo al despegue es de 150 kilogramos.

 2- Hermes 900

    Marruecos posee tres aviones Hermes 900 de fabricación israelí (Elbit) para reconocimiento aéreo. Se trata de un dron de mediana altitud que puede desplazarse a largas distancias, con el objetivo de detectar objetivos terrestres y marítimos. Puede transportar una carga útil máxima de 350 kilogramos y es capaz de volar a una altitud de 9.150 metros. La duración de su vuelo sin interrupción puede alcanzar las 30 horas.

 3- SpyX

    SpyX es un dron suicida diseñado por Israel con un alcance de 50 kilómetros y un tiempo de vuelo de 90 minutos. Puede transportar una ojiva explosiva que pesa 2,5 kg y un peso total máximo de 10 kg. SpyX es un pequeño dron eléctrico diseñado para espiar y atacar, ya que permite a los equipos tácticos detectar, confirmar y atacar con precisión objetivos a una distancia de hasta 50 kilómetros. Para aumentar sus capacidades de detección de objetivos, integra una gran carga útil de doble sensor montada en la aeronave y un rastreador de vídeo avanzado, para permitir un ataque electroóptico guiado y preciso contra el objetivo. Para aumentar su eficacia se carga la ojiva con explosivo antipersonal, antivehículo o antitanque.

 4- WonderB

    En septiembre de 2022, Rabat encargó 150 drones WonderB y ThunderB a la empresa israelí Bluebird. Además, una de las novedades más importantes de este nuevo acuerdo militar es que parte de la producción de drones se realizaría directamente en Marruecos.

    El WonderB es un dron ISR (Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento) y está diseñado como una plataforma versátil y fácil de operar. Es capaz de despegar y aterrizar verticalmente y puede operar en espacios muy reducidos como la cubierta de un barco. Se caracteriza por su invisibilidad ante los radares debido a sus bajas señales de audio, visuales y térmicas y una señal de radar poco común debido a su pequeño tamaño y forma. Tiene una autonomía de vuelo de 2,5 horas, un peso al despegue de 14 kg y un alcance de cobertura de 50 km. Alcanza altitudes de 1000 metros.

5- ThunderB

    En cuanto al TunderB, hay dos versiones que se diferencian, ya que una puede despegar y aterrizar verticalmente y la otra no. Además de las misiones de vigilancia, inteligencia, reconocimiento y designación de objetivos, puede lanzar pequeños misiles desde debajo de sus alas.