Por Héctor Bujari Santorum
Madrid (ECS).- La práctica de enviar estudiantes a otros países para recibir educación, como Cuba y Argelia, es una estrategia que muchos gobiernos implementan para proporcionar oportunidades educativas a sus ciudadanos, especialmente cuando no pueden ofrecer programas de educación superior dentro de su propio territorio.
En el caso de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), el envío de estudiantes a Cuba y Argelia para recibir educación universitaria representa un esfuerzo loable por parte del gobierno para ofrecer oportunidades educativas a sus ciudadanos en un entorno donde los recursos y las instituciones educativas pueden ser limitados.
Sin embargo, si estos estudiantes no regresan al país después de completar sus estudios, la RASD enfrenta el mismo desafío de fuga de talentos. La inversión en la educación de estos estudiantes, no se traduce en un beneficio tangible para el desarrollo nacional si los graduados no contribuyen al crecimiento y la prosperidad de la RASD.
Es importante que el gobierno de la RASD implemente políticas y programas que fomenten el retorno de estos graduados al país y que creen un entorno propicio para que puedan contribuir al desarrollo nacional con las habilidades y conocimientos adquiridos durante sus estudios en el extranjero. Esto podría incluir la creación de oportunidades laborales atractivas, el desarrollo de infraestructura económica y la promoción de la innovación y el emprendimiento.
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