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09 septiembre 2025

Los yihadista de JNIM conquistan el oeste de Mali; imponen bloqueo total en las fronteras con Mauritania y Senegal

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Nioro, en el Sahel, vive sus momentos más oscuros. El pasado miércoles 3 de septiembre de 2025 marca un punto de inflexión irreversible en la espiral de amenazas yihadistas en la parte occidental de Mali. Ese día, Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), de Al Qaeda reafirmó su determinación de atacar el corazón de la ciudad y matar al hombre que, hasta entonces, había sido una figura respetada y temida. Chérif Mouhamedou Ould Hamahullah, conocido como Bouyé de Nioro, ya no es solo blanco de acusaciones o rumores; ahora es señalado, condenado y colocado en la cúspide de la lista de enemigos a eliminar.

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  La brutal confiscación de tres vehículos de Bouyé de Nioro, entre Sebabougou y Dioumara, fue el primer golpe de efecto. A bordo se encontraban miembros de su familia y su séquito. Los atacantes montaron un control armado, llevaron a cabo un control a sangre fría, liberaron a las mujeres y se llevaron a los hombres con destino desconocido, mientras se apoderaban de los vehículos. La humillación fue brutal y deliberadamente pública, con la intención de demostrar que incluso el círculo íntimo del Sharif es vulnerable. El audio difundido por los yihadistas, en el que uno de ellos lamenta que Bouyé no estuviera presente para ser capturado de inmediato, resuena como una sentencia de muerte.

   Ese mismo día, la amenaza adquirió una dimensión económica y logística aún más preocupante. Se instaló un puesto de control entre Soribougou y Néguéla, donde todos los camiones cisterna de combustible que llegaban del puerto de Dakar fueron interceptados y vaciados de su contenido. Los conductores, amenazados, se vieron obligados a regresar, y sus testimonios, transmitidos en bambara, circulan entre todos los grupos de transporte. Al atacar el suministro de combustible, los yihadistas están atacando el sustento mismo de la región, porque sin combustible no hay transporte, ni suministros, ni electricidad para los generadores, ni bombeo de agua, ni vida. Esta es la clara señal de un bloqueo implacable que pretende asfixiar a Nioro y doblegar la ciudad.

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   Las amenazas religiosas e ideológicas se superponen a estos golpes. A Cherif Bouyé le acusan los yihadistas de asociarse con la veneración de santos y la visita a tumbas, de innovar con procesiones, cantos y el mawlid, de culto a la personalidad por su posición central en el hamahallismo y de esoterismo por sus prácticas místicas y talismanes. Sus adversarios en MACINA (JNIM) también lo acusan de compromiso político con la transición de Bamako, de participación activa en el referéndum, de falta de logros sociales o educativos y de transformar su autoridad en un mero negocio de lucro personal. Estas acusaciones, repetidas una y otra vez, contribuyen a su aislamiento y preparan el terreno para su eliminación.

   El espectro de Farabougou se cierne ahora sobre Nioro. El método es idéntico: aislar la ciudad, cortar las carreteras, privar a la población de recursos, aterrorizar a los notables y humillar al líder espiritual hasta que todo el tejido social se derrumbe. Farabougou ha sido despojado y destrozado. A Nioro le ocurrirá el mismo destino, pero a una escala mucho más grave, ya que constituye un importante centro religioso y comunitario en el oeste de Mali, en la frontera con Mauritania.

  La declaración del portavoz de JNIM, Abou Hamza El Bambary, selló esta amenaza. En un mensaje escalofriante, el yihadista declaró que las poblaciones de Kayes y Nioro eran ahora consideradas enemigas, que se les había declarado una guerra abierta, que se impondría un bloqueo total y que los transportistas debían cortar todos los vínculos con estas localidades. Concluyó con palabras que sonaban a sentencia: «La verdadera guerra está ahora abierta contra los habitantes de Kayes y Nioro».

   Mientras tanto, la junta militar de Bamako permanece en silencio, inmersa en discursos contradictorios y ceremonias ridículas, repartiendo medallas y repitiendo que la soberanía ha sido restaurada, mientras sus territorios se ven sumidos en el caos. El apoyo abierto del Sharif a la junta se está utilizando en su contra, convirtiéndolo en un blanco predilecto para la propaganda y el terror.

   Hoy, el peligro ya no es una posibilidad. Sharif Bouyé podría ser secuestrado o asesinado en cualquier momento. Su ciudad podría verse rodeada, hambrienta, silenciada y sometida al horror de un bloqueo total. La población está atrapada y la sentencia ya está escrita. Después del Califa Tall, será Bouyé. Después de Farabougou, será Nioro. La caída está en marcha y nadie en Bamako parece dispuesto a detenerla. Nioro tiene sus días contados. Cherif Bouyé ya es un condenado.

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