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21 diciembre 2025

CAN 2025 en Marruecos: fútbol bajo vigilancia, juventud bajo presión

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Madrid (ECS).- La celebración de la Copa Africana de Naciones 2025 en Marruecos no es un simple acontecimiento deportivo. Tal y como recoge un reciente artículo del diario Le Monde, el torneo se desarrolla en un contexto de fuerte malestar social, apenas dos meses después de que miles de jóvenes marroquíes —la llamada generación Z— salieran a la calle para exigir mejoras en educación, sanidad, empleo y justicia social. La CAN llega, por tanto, en un momento políticamente sensible, en el que el régimen necesita proyectar estabilidad y control.

El texto de Le Monde, firmado por Pierre Lepidi y Simon Roger y publicado el 19 de diciembre de 2025, subraya que la competición se celebra “bajo vigilancia”. No es una expresión retórica. Tras las protestas de octubre en Casablanca y otras ciudades, las autoridades han reforzado el dispositivo de seguridad y el control del espacio público. El fútbol aparece así como un gran escenario de distracción, capaz de desplazar del foco mediático las demandas sociales que siguen sin respuesta.

Marruecos llevaba décadas esperando volver a acoger la principal competición futbolística del continente africano. La CAN es presentada como la confirmación de un país moderno, fiable y exitoso, reforzada por los logros deportivos recientes de la selección nacional y por figuras mediáticas como Achraf Hakimi. Sin embargo, esa narrativa triunfal contrasta con una realidad marcada por el desempleo juvenil, la precariedad estructural y la ausencia de mecanismos reales de participación política.

El artículo de Le Monde apunta, además, a una preocupación clara de las autoridades: evitar que el torneo se convierta en un altavoz del descontento social. La experiencia reciente ha demostrado que la juventud marroquí no es ajena a la movilización y que las reivindicaciones pueden resurgir incluso en contextos fuertemente vigilados. La CAN se convierte así en una prueba no solo deportiva, sino también política y policial.

Este uso del deporte como herramienta de legitimación no es nuevo. Grandes eventos internacionales sirven para construir una imagen de normalidad y cohesión que oculta tensiones profundas. Mientras los estadios se llenan y las cámaras internacionales enfocan la fiesta del fútbol, continúan las restricciones a la libertad de expresión, las detenciones de activistas y la represión de cualquier discurso que cuestione al poder, tanto dentro de Marruecos como en los territorios ocupados del Sáhara Occidental.

La coincidencia temporal entre las protestas de la generación Z y la organización de la CAN resulta, por tanto, reveladora. El régimen busca capitalizar el entusiasmo deportivo para cerrar filas y silenciar el malestar social, sin abordar las causas estructurales que lo provocan. La vigilancia que rodea a la competición es el síntoma de esa fragilidad: detrás del espectáculo, persiste el miedo a que la calle vuelva a hablar.

La Copa Africana de Naciones 2025 se presenta así como algo más que un torneo de fútbol. Es un ejercicio de propaganda cuidadosamente coreografiado, celebrado en un país donde la juventud reclama futuro y derechos, y donde el brillo de los focos deportivos no logra ocultar las grietas sociales ni las carencias democráticas que siguen marcando el presente.

Fuente: Plataforma NO TE OLVIDES DEL SÁHARA OCCIDENTAL

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