✍️ Editorial de ECS
La posibilidad de que Donald Trump regrese al poder en Estados Unidos ha encendido las alarmas en el Sáhara Occidental, donde la población saharaui teme que su precaria situación se agrave aún más. Durante su primer mandato (2016 – 2020), Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, rompiendo con décadas de política estadounidense de apoyo a una solución negociada bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Este controvertido gesto, considerado por muchos como una moneda de cambio para que Marruecos normalizara relaciones con Israel, dejó a los saharauis en una posición aún más vulnerable frente a las aspiraciones expansionistas de Rabat.
Si Trump regresa a la Casa Blanca, es probable que refuerce su apoyo a Marruecos, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la población saharaui. Esta comunidad, ya de por sí desplazada y marginada, podría enfrentarse a una mayor represión, una aceleración de la ocupación militar marroquí en la región y el endurecimiento del conflicto militar, lo que incrementaría las violaciones de DD.HH en un conflicto que lleva más de cuatro décadas sin resolverse.
Un pueblo desplazado y marginado
Para la población saharaui, el regreso de Trump podría significar la consolidación de su relegación a un segundo plano en su propia tierra. Marruecos ha intensificado en los últimos años su política de ocupación en el Sáhara Occidental, incentivando a ciudadanos marroquíes a trasladarse a la región con ventajas económicas y políticas. Esta estrategia no solo diluye la identidad cultural y demográfica del Sáhara Occidental, sino que también despoja a los saharauis de sus recursos naturales y sus derechos básicos.
Con el aval de Trump, Marruecos podría acelerar esta ocupación, agravando la exclusión social de los saharauis. Miles de personas que ya viven en campos de refugiados en la inhóspita región de Tinduf, Argelia, verían cada vez más lejana la posibilidad de regresar a sus tierras. La falta de apoyo internacional a su causa los convierte en ciudadanos de segunda, relegados a una vida de incertidumbre y dependencia humanitaria.
Represión y violaciones de derechos humanos
El Sáhara Occidental es, según varios informes de organizaciones internacionales, uno de los territorios más militarizados del mundo. Marruecos mantiene un fuerte control sobre la región, reprimiendo con dureza cualquier manifestación de disidencia. Activistas saharauis han denunciado torturas, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y restricciones a la libertad de expresión y movimiento.
Con el respaldo renovado de Estados Unidos, Rabat podría sentirse aún más envalentonado para intensificar estas prácticas. Las fuerzas de ocupación marroquíes, amparadas por el silencio o la complicidad de aliados internacionales occidentales, tendrían carta blanca para reprimir cualquier intento de resistencia saharaui, sofocando aún más las aspiraciones de autodeterminación del pueblo.
Además, el riesgo de una escalada militar en la región no es descartable. Desde la ruptura del alto el fuego en 2020 por de Rabat, el Frente POLISARIO y Marruecos han reanudado los enfrentamientos, aunque de manera intermitente. Un apoyo incondicional de Trump a Marruecos podría llevar a una militarización aún mayor del conflicto, con consecuencias desastrosas para los saharauis que quedarían atrapados en el fuego cruzado.
Impacto en los recursos naturales
El Sáhara Occidental es rico en recursos naturales, como fosfatos, pesca y potenciales reservas de petróleo y gas. Marruecos ha explotado estas riquezas durante décadas, a menudo en contra de la voluntad de los saharauis. Si Trump refuerza su respaldo a Rabat, se podría intensificar la extracción y comercialización de estos recursos, dejando a los saharauis aún más despojados de su patrimonio. Este expolio no solo perpetúa la desigualdad económica en la región, sino que también alimenta el ciclo de injusticia y marginación que sufren los saharauis.
Un futuro sombrío para la autodeterminación
El reconocimiento de Trump a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental representó un duro golpe para el derecho internacional y el principio de autodeterminación. Su posible regreso podría significar el abandono definitivo de una solución justa para el conflicto. Las resoluciones de la ONU, que durante décadas han abogado por un referéndum que permita a los saharauis decidir su futuro, quedarían relegadas a la irrelevancia frente a los intereses geopolíticos y económicos de Marruecos y sus aliados.
Además, la postura de Trump podría influir en otros actores internacionales. Países que hasta ahora han mantenido una posición neutral o de apoyo al derecho saharaui podrían alinearse con Marruecos, aislando aún más a los saharauis en su lucha por la autodeterminación.
Conclusión
El retorno de Donald Trump podría consolidar un escenario de mayor presión militar, represión y explotación en el Sáhara Occidental. La población saharaui, ya golpeada por décadas de conflicto y abandono internacional, enfrenta el riesgo de quedar aún más marginada y despojada de sus derechos. Un apoyo renovado de Estados Unidos a Marruecos no solo perpetuaría las injusticias actuales, sino que también minaría las esperanzas de una solución pacífica y justa para el conflicto.
En última instancia, la comunidad internacional debe decidir si seguirá priorizando los intereses políticos y económicos de Marruecos o si dará un paso al frente para defender los derechos del pueblo saharaui. La historia juzgará la indiferencia frente a un pueblo que lucha por su tierra, su identidad y su dignidad. Si Trump vuelve a reforzar su respaldo a Marruecos, el costo humano para los saharauis será incalculable, y las heridas del conflicto serán aún más difíciles de sanar.
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