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12 noviembre 2024

Los peligros de la partición: un enfoque imprudente para el conflicto del Sáhara Occidental

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✍️ Ahmed Omar, Campamentos de Refugiados Saharauis

Madrid (ECS).- El reciente informe presentado por el Enviado Personal del Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Staffan de Mistura, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en el que propone la partición del Sáhara Occidental, ha suscitado alarmas en toda la región. Esta propuesta representa un desarrollo profundamente preocupante que podría desestabilizar no solo el territorio del Sáhara Occidental, sino también la región más amplia del norte de África.

Históricamente, el estatus del Sáhara Occidental como un territorio no autónomo en espera de descolonización ha sido afirmado por una multitud de organismos internacionales, incluidas las Naciones Unidas y la Unión Africana. El fundamento legal que respalda el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación es inquebrantable, y ha sido reforzado por los recientes fallos del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que rechazan categóricamente las reclamaciones de Marruecos sobre el territorio.

Sin embargo, en desafío directo a estos precedentes legales, la propuesta de De Mistura sobre la partición busca legitimar una ocupación ilegal y contraviene el propio mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO). Al promover la partición, De Mistura se alinea con un peligroso precedente establecido en 1976, cuando Marruecos y Mauritania intentaron dividir el Sáhara Occidental tras la invasión inicial de Marruecos al territorio. Este intento de partición no solo es un insulto al derecho internacional, sino que también corre el riesgo de consolidar aún más el statu quo, otorgando a Marruecos una mayor influencia mientras se marginan las aspiraciones legítimas del pueblo saharaui.

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La partición, como solución, debe ser reconocida por lo que realmente es: una negación del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y la independencia. El conflicto del Sáhara Occidental no se trata simplemente de disputas territoriales; se trata de la descolonización de un pueblo que ha luchado durante décadas para recuperar su tierra y soberanía. Este plan de partición socava los principios fundamentales del derecho internacional y las numerosas resoluciones de la ONU que han pedido un referéndum para determinar el futuro del territorio.

Además, la partición amenaza con exacerbar las tensiones en una región ya frágil. El control militarizado de Marruecos sobre el Sáhara Occidental ha provocado graves violaciones de derechos humanos, la supresión de protestas pacíficas y la explotación de los recursos naturales de la región. Dividir el territorio llevaría a un aumento de la violencia y a una mayor militarización, lo que podría desbordarse hacia los estados vecinos y desestabilizar la región más amplia del Magreb.

El Frente POLISARIO ha dejado claro que cualquier intento de eludir el derecho a la autodeterminación, a través de la partición o cualquier otra idea, es completamente inaceptable. Tal como se destacó en su reciente comunicado, rechazaron categóricamente la propuesta de De Mistura, reafirmando su compromiso con la consecución de la independencia del pueblo saharaui y advirtiendo que el continuo desprecio por sus derechos podría llevar a la expansión de la guerra que ha estado en curso durante casi 4 años. El pueblo saharaui ha esperado demasiado tiempo por la justicia, y la partición solo prolongaría esta injusticia.

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« La partición tiene una historia problemática como mecanismo para resolver problemas de colonización y ocupación, que a menudo conduce al agravamiento de los conflictos y a una inestabilidad a largo plazo.

Aquí hay algunos ejemplos clave donde la partición no ha logrado ofrecer soluciones justas y duraderas:

1. Partición de India y Pakistán (1947)

La partición de la India británica en India y Pakistán es uno de los casos más infames de una solución fallida de partición. La decisión de dividir el territorio en líneas religiosas condujo a una de las migraciones masivas más grandes de la historia, con millones de hindúes, musulmanes y sijs huyendo de sus hogares en busca de seguridad en el recién formado Pakistán o India. La partición causó una violencia comunal generalizada, resultando en la muerte de entre uno y dos millones de personas. Además, el legado de la partición ha seguido alimentando las tensiones entre India y Pakistán, particularmente sobre la región de Cachemira, lo que ha llevado a múltiples guerras, una militarización continua y hostilidad entre las dos naciones con armas nucleares. Lejos de resolver el conflicto, la partición dejó una herida profunda en el subcontinente que sigue abierta hoy en día.

 2. Palestina e Israel (1947)

El plan de la ONU para dividir Palestina en 1947, tras la retirada colonial británica, buscaba crear estados separados judíos y árabes. Esta decisión, sin embargo, sentó las bases para décadas de conflicto violento entre israelíes y palestinos. La guerra árabe-israelí inicial de 1948 desplazó a cientos de miles de palestinos, creando una crisis de refugiados que persiste hasta hoy. Las guerras subsiguientes y la ocupación de territorios palestinos por Israel han exacerbado la situación. La solución de dos estados, que fue la esencia del plan de partición, nunca se ha realizado completamente, y hoy en día, el conflicto en Palestina continúa con un genocidio en curso, donde los palestinos enfrentan una limpieza étnica, y la paz y estabilidad parecen inalcanzables.

 3. Chipre (1974)

En 1974, tras un golpe de estado respaldado por Grecia y la posterior intervención militar turca, Chipre quedó efectivamente dividido en un sur controlado por los griegos y un norte controlado por los turcos. A pesar de numerosos esfuerzos diplomáticos para reunificar la isla, sigue dividida hasta el día de hoy. La partición ha creado un conflicto congelado, con la República Turca del Norte de Chipre solo reconocida por Turquía, mientras que el resto del mundo reconoce a la República de Chipre. Esta división no resuelta sigue afectando la política interna de Chipre y sus relaciones internacionales, particularmente dentro de la Unión Europea, de la cual solo la parte sur es miembro.

 4. Vietnam (1954)

Tras la Primera Guerra de Indochina, los Acuerdos de Ginebra de 1954 dividieron Vietnam en el paralelo 17, con el norte bajo control comunista y el sur bajo un gobierno respaldado por Occidente. Esta partición estaba destinada a ser temporal, y la reunificación debía decidirse mediante elecciones nacionales. Sin embargo, las elecciones nunca se celebraron, y la partición finalmente condujo a la Guerra de Vietnam. El conflicto cobró millones de vidas, devastó el país y resultó en un Vietnam reunificado bajo control comunista en 1975. La partición de Vietnam es ampliamente considerada un fracaso, ya que simplemente pospuso el conflicto en lugar de resolverlo.

 Lecciones para el Sáhara Occidental

Estos ejemplos históricos revelan que la partición suele ser una solución a corto plazo que no aborda los problemas subyacentes de colonización, ocupación y autodeterminación. La partición ha conducido a una violencia duradera, desplazamientos masivos y generaciones de conflicto no resuelto. El caso del Sáhara Occidental comparte muchas similitudes con estas particiones fallidas, particularmente en la forma en que intenta eludir las aspiraciones legítimas de un pueblo colonizado en favor de la conveniencia. En lugar de resolver el problema, la partición será el factor que alimentará el riesgo de inflamar las tensiones, profundizar la división y perpetuar el sufrimiento del pueblo saharaui.

La partición del Sáhara Occidental, como lo sugiere el Enviado Especial de la ONU, el Sr. Staffan de Mistura, seguiría una trayectoria similar. Envalentonaría al poder ocupante, Marruecos, para consolidar su control sobre la región, lo que llevaría a un mayor desplazamiento de los saharauis y a la militarización del conflicto. En lugar de paz, la partición traería más conflicto, como se ha visto en tantas otras regiones donde esta táctica ha sido intentada y ha fracasado.

Una solución sostenible para el Sáhara Occidental solo puede surgir del respeto al derecho internacional y al derecho a la autodeterminación, no mediante la resurrección de la fallida estrategia de la partición. El pueblo saharaui, al igual que los de India, Palestina, Chipre y Vietnam, merece la oportunidad de determinar su propio futuro, libre de ocupación, división e imposición externa.

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