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05 agosto 2025

«En Marruecos 26 años de reinado y de desigualdades que se disparan», titula Mediapart

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«En Marruecos 26 años de reinado y de desigualdades que se disparan», titula el diario francés Mediapart su análisis con motivo del aniversario de la entronización del rey de Marruecos Mohamed VI en 1999.

Mediapart | ECS

   París (ECS).- A principios de julio, se organizó una «marcha por la dignidad» en una de las regiones más marginadas de Marruecos. Fue un duro recordatorio de las desigualdades que configuran el país y un gran desafío para la supervivencia del régimen de Mohamed VI.

   El 9 de julio, cientos de lugareños, hombres y mujeres, de una aldea situada en el corazón del Alto Atlas marroquí, el valle de Aït Bouguemez, organizaron una larga marcha, denominada «Marcha de la Dignidad». Si bien la región es una de las más hermosas del país, también es una de las más marginadas. Los manifestantes pretendían llegar a la ciudad de Azilal, a unos 100 kilómetros de distancia, para realizar una sentada frente a la oficina provincial del gobernador.

   Sus reivindicaciones son eminentemente sociales, vinculadas a necesidades muy básicas: en Aït Bouguemez, no hay carreteras, ni hospitales, ni escuelas, ni redes telefónicas, ni conexión a Internet, etc. Es la primera vez que una acción de esta naturaleza y envergadura es llevada a cabo por los habitantes de una de las regiones más aisladas del reino.

   Apodado el «Valle Feliz», Aït Bouguemez es comúnmente conocido por la belleza de sus paisajes, lo que lo convierte en un destino popular para los amantes de la escalada y el senderismo. Sus habitantes, por su parte, siguen viviendo en la Edad de Piedra…

   La situación en el «Valle Feliz» no es un caso aislado en Marruecos. La mayoría de las regiones bereberes del Medio y Alto Atlas sufren la misma suerte, consecuencia de una política social desigual que se remonta a la independencia (1956), separando, según el viejo adagio del mariscal Lyautey, al «Marruecos útil» del «Marruecos inútil» y manteniendo a este último en un estado de marginación casi estructural.

   En septiembre de 2023, el terremoto que devastó la región de Al-Haouz (casi 3.000 muertos), en el Alto Atlas, levantó el velo sobre la dura realidad de lo que también se llama «el otro Marruecos»: el aislamiento y la falta de infraestructuras habían hecho particularmente difícil el suministro de alimentos y ayuda material.

   Al día siguiente de su ascenso al trono a los 35 años, el 30 de julio de 1999, el rey Mohamed VI visitó comunidades rurales muy remotas, en particular en el Rif, una región paria del noreste, lo que se percibió, en aquel momento, como una voluntad al más alto nivel del Estado de priorizar el desarrollo endógeno, teniendo como blanco, en particular, a este «Marruecos inútil».

   «Pero 26 años después, las mismas desigualdades estructurales persisten a falta de voluntad política para ponerles fin o, al menos, limitar sus consecuencias.»

Un TGV (AVE) que atraviesa pueblos aislados

   A esta marginación se suma lo que se considera un verdadero desafío para el Estado marroquí, un desafío no solo para el desarrollo del país, sino también para la propia estabilidad del régimen: el desempleo juvenil. Las cifras oficiales son alarmantes.

   Según el informe del último censo nacional de población, que se realizó en 2024, la tasa de desempleo en Marruecos alcanzó el 21,3%, un aumento preocupante en comparación con 2014 (16,2%). Otras cifras oficiales más recientes corroboran estos datos y también ponen de relieve profundas desigualdades de género. El Alto Comisionado para la Planificación (HCP) indica que, en julio de 2025, el desempleo entre los jóvenes de 15 a 24 años alcanzó el 36,7%, con importantes disparidades de género en el acceso al mercado laboral y la educación. Presenta otra cifra alarmante: el 61% de las mujeres rurales pertenecen al grupo de jóvenes ninis (ni trabajan, ni estudian, ni se forman).

   «En 2023 se registraron casi 300.000 abandonos escolares, sobre todo en zonas rurales y regiones de habla bereber.»

   «Es el fracaso de un modelo de desarrollo que genera más desigualdad que crecimiento o empleo», enfatiza el economista y sociólogo Najib Akesbi, contactado, vía telefónica, por Mediapart. «Tenemos una alta tasa de inversión: 30%. Sin embargo, no tiene un impacto positivo en términos de riqueza y empleo. ¿Por qué?». El investigador ve varias razones.

   «En primer lugar, la mayor parte de estas inversiones se destina a obras de construcción y obras públicas, sectores donde los empleos son efímeros y no reducen en absoluto las desigualdades que erosionan el país», explica. «La imagen más simbólica es la del TGV que atraviesa pueblos aislados. Por no hablar de los estadios faraónicos que estamos construyendo y que se usarán muy poco».

   Autor de «Marruecos: Una economía bajo un techo de cristal» (publicado por la Revista Marroquí de Ciencias Políticas y Sociales, 2023), un libro aclamado sobre la relación entre la naturaleza del régimen político y la situación económica, Akesbi añade que «un sistema de gobierno debe tomar decisiones basadas en la demanda del mayor número de personas, y para que estas decisiones sean eficaces, los responsables deben rendir cuentas. No se trata de una dilución de responsabilidades, como ocurre en Marruecos».

   Otra paradoja: debido a un sistema educativo inadecuado, el desempleo afecta principalmente a los jóvenes graduados. Junto con la justicia y la salud, la educación pública es uno de los proyectos menos exitosos de la era Mohamed VI. La arabización llevada a cabo a partir de la década de 1980 por el rey Hassan II (1929-1999), por razones menos pedagógicas que ideológicas, debilitó la educación pública y favoreció una educación de dos niveles: instituciones privadas y «misiones extranjeras» para las familias adineradas y de clase media (15%); educación pública, que continúa deteriorándose, para el 85% restante.

   Esta realidad ya había sido advertida en 2015 por el propio Mohamed VI en un discurso pronunciado hace diez años: «Debemos ser serios y realistas y dirigirnos a los marroquíes con franqueza, preguntándoles: ¿por qué tantos matriculan a sus hijos en centros de misiones extranjeras y escuelas privadas, a pesar de sus exorbitantes costes? La respuesta es clara: buscan una educación abierta y de calidad, basada en el pensamiento crítico y el aprendizaje de idiomas, una educación que les permita acceder al mercado laboral y a la fuerza laboral».

   El abandono escolar también figura entre los desafíos que Marruecos no ha abordado: en 2023 se registraron casi 300.000 abandonos escolares, sobre todo en zonas rurales y regiones de habla bereber. El deseo de irse de Marruecos a Europa se convierte entonces en un «horizonte» y un objetivo de vida para miles, incluso millones, de jóvenes marroquíes.

    Aquellos que deciden “arreglárselas” socioprofesionalmente quedándose en Marruecos se ven obligados a enfrentarse al nepotismo y al clientelismo casi institucionalizado, un fenómeno que los marroquíes resumen en dos palabras: “Bac Sahbi” (“tu padre es mi amigo”).

Atmósfera polar

   En Marruecos, Mohamed VI no solo reina y gobierna. También es un empresario exitoso y controla un gigante llamado Al Mada, que engloba a varios grupos y empresas que invierten en sectores estratégicos de la economía marroquí: banca, telecomunicaciones, construcción, minería de metales preciosos, supermercados, energía solar, etc. Esta alianza entre la política y el dinero fue fuertemente denunciada por jóvenes manifestantes durante la «Primavera Árabe» de 2011, al igual que la expansión y el papel del séquito real.

   Encarnado por el poderoso jefe de la policía y el contraespionaje, Abdellatif Hammouchi, y dos antiguos compañeros de clase de Mohamed VI en el Colegio Real, Fouad Ali El Himma (consejero real) y Yassine Mansouri (jefe de la Dirección General de Estudios y Documentación, DGED, equivalente a la CNI española), el séquito real ejerce una influencia considerable en las decisiones de palacio y, en los últimos años, se ha fortalecido a medida que persisten las especulaciones sobre la salud del monarca. Para este «serallo», la proximidad al epicentro del poder siempre ha sido una lucha constante.

   En 2024, un exagente de la DGED, Mehdi Hijaouy, abandonó discretamente Marruecos rumbo a España y luego a Suiza, antes de desaparecer en Europa. Se dice que poseía información altamente sensible sobre figuras influyentes del círculo íntimo del rey. Un año antes, incluso le envió un «Libro Blanco sobre Inteligencia, Seguridad y Defensa Nacional» en el que proponía la creación de una «Dirección de Estrategia y Cooperación Internacional«, una de cuyas misiones sería «coordinar y evaluar la información de inteligencia».

    En otras palabras, proponía el establecimiento de un mecanismo para controlar la DGED. Inmediatamente se convirtió en el enemigo jurado del círculo íntimo: se emitió una orden de arresto internacional contra el exagente secreto por «fraude», para localizarlo y posiblemente extraditarlo a Marruecos. A su vez, Hijaouy contactó con dos abogados franceses, William Bourdon y Vincent Brengarth, «enemigos de Marruecos», según la prensa cercana al régimen. ¿Su misión? Abortar la orden de arresto para que su cliente pudiera viajar con mayor libertad por Europa, especialmente en Francia.

    Este caso, que se asemeja a un thriller con implicaciones políticas y de seguridad, apenas comienza y promete estar lleno de giros inesperados. Se desarrolla en un ambiente de posicionamiento y despiadadas luchas de poder para estar, el Día D, «en el lugar correcto en el momento correcto».

NOTA: Este análisis fue publicado originalmente en Mediapart. Reproducido por ECSaharaui con traducción al español  

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