En todo el continente africano, los conflictos existentes se están intensificando y las rivalidades latentes están resurgiendo.
Por Lehbib Abdelhay
EDITORIAL
Cae el telón sobre los últimos escenarios del año 2024 en la región africana del Sahel, y aunque este vasto desierto ha permanecido monótono durante muchas décadas, el último escenario llegó para romper su habitual monotonía. Nadie esperaba que el año 2024 concluyera con la expulsión de las fuerzas francesas, y que cientos de militares rusos las sustituirían, y que Moscú estará más cerca que París de muchos de los gobiernos del continente africano. París había desplegado más de 5.000 soldados en el Sahel para luchar contra el terrorismo, mientras que los rusos, a su vez, enviaron sus mercenarios de «Wagner» para ayudar en la misma misión, en la que los franceses fracasaron. El terrorismo sigue en expansión y este año ha atacado incluso en el corazón de los países del Sahel como nunca antes. Tantos los rusos como los franceses fracasaron en su primera misión; derrocar al terrorismo yihadista.
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El terrorismo no fue sólo una excusa para la intervención militar rusa, sino más bien el pretexto perfecto para que los ejércitos de los países del Sahel dominaran al gobierno con sendos golpes militares que hundieron en el caos a los tres países; Mali, Níger y Burkina Faso, en una grave crisis con sus vecinos en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que derivó en una ruptura y retirada total de los tres países de la organización regional, que hasta hace poco representaba el sueño de integración económica.
Además del terrorismo yihadista y el aislamiento regional, en 2025 se esperan graves repercusiones del cambio climático para los países del Sahel. La sequía afectó a muchos cultivos agrícolas y luego llegaron las inundaciones que destruyeron lo que quedaba de los cultivos y pueblos dispersados en la sabana del Sahel, provocando la muerte de miles y el desplazamiento de millones en Níger, Chad, Mali y Burkina Faso.
La salida de las fuerzas francesas
El Sahel, clasificado como una de las regiones más pobres y frágiles del mundo, representó el segundo frente de la guerra ruso-ucraniana y es uno de los escenarios capitales del conflicto de poder entre Occidente y Rusia. Más allá de la influencia política y estratégica, el Sahel será el nuevo escenario para una confrontación directa por el dominio de las minas de oro, el uranio, los yacimientos petrolíferos y los vastos recursos naturales que alberga el subsuelo de un desierto habitado por casi 100 millones de personas, la mayoría de las cuales viven en extrema pobreza.
Se puede decir que el año 2024 supuso un punto de inflexión en la historia de la presencia militar francesa en la región del Sahel, sobre todo desde que los franceses entraron en la región a principios del siglo XIX, bajo cobertura comercial y económica, pero rápidamente viraron hacia un colonialismo militar y político, bajo el cual los franceses dominaron la región durante más de un siglo. Después de la independencia de estos países, Francia permaneció militarmente presente bajo sendos acuerdos de cooperación militar y de seguridad.
La presencia militar francesa en el Sahel aumentó en 2013, después de que Al-Qaeda se estableciera en esa región africana, para convertirla en un centro de sus actividades tras los varapalos que recibió en Afganistán e Irak, y al mismo tiempo para aprovechar el caos que se extendió por la región tras la caída del régimen del coronel libio Muammar Gaddafi en 2011. En ese momento, los franceses comenzaron a liderar la “guerra global contra el terrorismo” en el Sahel y lanzaron la operación militar “Serval” en enero de 2013. Que en 2014 se renombró en la operación militar “Barkhane”, en la que los franceses gastaron mil millones de euros anuales, y en la que desplegaron más de 5.000 soldados divididos en los países de Mali, Níger, Burkina Faso y Chad.
A raíz de esta feroz guerra entre los franceses y Al-Qaeda, y de la notable proliferación de las tropas francesas en las calles de las ciudades sahelianas, el sentimiento anti-francés se intensificó entre los círculos populares, lo que llevó al colapso de los regímenes políticos leales a París, dando paso a jóvenes militares que tomaron el poder en Mali, Níger y Burkina Faso. La primera decisión que tomaron fue “revisar” la relación con Francia, revisión que terminó en una ruptura total sin paliativos.
Las fuerzas francesas hicieron las maletas y abandonaron Mali, luego Burkina Faso y Níger, pero la mayor sorpresa llegó el 28 de noviembre de 2024, cuando Chad decidió poner fin al acuerdo de cooperación militar con Francia, que siempre había sido descrita como un “aliado estratégico” de Francia y Occidente en la región.
De hecho, los franceses comenzaron a hacer sus maletas y abandonar Chad sin demora; los cazas franceses “Mirage” se retiraron de su base militar en la capital de Chad, Yamena, el martes 10 de diciembre de 2024, mientras comenzaban las conversaciones sobre un plan para la extracción de más de mil soldados franceses que estaban presentes en Chad.
Los franceses decidieron adaptarse a la nueva situación en África, cuando se dieron cuenta de la cantidad de esfuerzos desperdiciados en intentar confrontar y presionar a los regímenes militares aliados de Rusia, ya que estos regímenes no dejan de “humillar” a la antigua potencia colonial con decisiones “provocadoras” como la detención de 4 empleados de la embajada de Francia en Burkina Faso, acusados de espionaje, y que tras un año de prisión fueron liberados gracias a la mediación liderada por el rey marroquí Mohamed VI el 19 de diciembre de 2024.
En Níger, la junta militar golpista decidió, en junio de 2024, cancelar la licencia de una empresa francesa que explotaba una mina de uranio en el norte del país, al igual que Mali y Burkina Faso, que previamente habían decidido impedir a los medios franceses retransmitir en el país luego de que los acusaran de publicar noticias falsas.
Estas decisiones son parte de un proceso que confirma que el “rechazo” hacia los franceses en los países del Sahel se ha convertido en una decisión final que tiene como objetivo romper definitivamente con el sometimiento del antiguo colonialista. Ante el temor de que esta brecha se expandiera hacia otros países africanos aún cercanos a París, los franceses desarrollaron un plan para reestructurar su presencia militar en África, reduciendo sus tropas desplegadas en Senegal, Costa de Marfil, Gabón y Yibuti.
El presidente francés, Emmanuelle Macron, asignó la tarea de preparar este plan a Jean-Marie Bockel, cuando lo nombró en febrero de 2024 agente enviado especial a África, misión que completó en unos 10 meses, tras lo cual presentó un informe especial a Macron, el 27 de noviembre del año pasado, aconseja reducir al mínimo el número de fuerzas francesas estacionadas y transformar las bases militares en “centros” más flexibles y ágiles, cuyo objetivo es centrarse en el entrenamiento militar y la recopilación de información de inteligencia y fortalecimiento de alianzas estratégicas.
Expulsión de los norteamericanos
Cuando durante las últimas dos décadas todo el mundo hablaba del despliegue militar francés y de la influencia que París disfrutaba en el Sahel y en África occidental, los estadounidenses estaban presentes pero en silencio, desplegando cientos de soldados de sus fuerzas especiales en Níger para ayudar a este país en su guerra contra grupos como Al-Qaeda, Boko Haram e ISIS. En el curso de sus operaciones, los estadounidenses utilizaron una base aérea ubicada en la región de Agadez, que albergaba drones que les permitían monitorear el desierto del Sáhara y trazar los movimientos de Al Qaeda desde el sur de Libia hasta el norte de Mali.
Los estadounidenses siguen siendo fieles a la estrategia de una presencia militar silenciosa en África, a diferencia de sus aliados franceses y sus rivales rusos, pero las recientes transformaciones en la región del Sahel los obligaron a salir al exterior o más bien fueron forzados, especialmente cuando el grupo «Wagner» comenzó a gozar de influencia en Níger. Luego, EE.UU informó al régimen de Niamey que no había lugar para que «Wagner» accediera a un país en el que están presentes. Pese a ello, Níger optó por inclinarse hacia Rusia y Wagner, por lo que los estadounidenses decidieron en agosto de 2024 retirar sus fuerzas de Níger y cerrar su base aérea militar en el norte del país.
Ante el escenario resultante, los estadounidenses anunciaron un plan para reposicionar sus fuerzas en África Occidental, por lo que Washington se dirigió hacia Ghana, Costa de Marfil y Benín, países que aumentaron su nivel de cooperación militar con Estados Unidos, y recibieron la ayuda militar que estaba dirigida a Níger, en forma de blindados y otros vehículos militares.
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