Las maniobras diplomáticas de Marruecos no conocen límites: ahora, según revela Africa Intelligence, el Majzén intenta convertir a los presos marroquíes en Bélgica en moneda de cambio para lograr que Bruselas reconozca su ilegal ocupación del Sáhara Occidental. Un chantaje político que reduce el derecho inalienable del pueblo saharaui a una simple transacción, y que muestra hasta qué punto Rabat es capaz de manipular alianzas, presionar a partidos y corromper principios para perpetuar su colonización.
Un artículo de Africa Intelligence (28 de agosto de 2025) ha revelado las maniobras vergonzosas del régimen marroquí para obtener el apoyo oficial de Bélgica a su llamado plan de “autonomía” —es decir, a la ocupación ilegal del Sáhara Occidental. Bajo la excusa de una supuesta cooperación judicial, Rabat intenta imponer un trueque inmoral: la extradición de presos marroquíes encarcelados en Bélgica a cambio del reconocimiento de una soberanía marroquí que jamás ha sido reconocida por el derecho internacional.
El trueque de prisioneros contra un pueblo colonizado
Rabat lleva décadas utilizando todos los resortes —diplomáticos, financieros, mediáticos— para legitimar su ocupación. Ahora convierte a los presos marroquíes en Bélgica en una moneda de cambio. Cerca de un millar de detenidos con nacionalidad marroquí, de una población carcelaria total de 13.000, son el eje de esta negociación: devolverlos al Marruecos del Majzén a cambio de un alineamiento político belga.
Ya no se trata solo de gestionar la sobrepoblación de cárceles en Bélgica, sino de utilizar vidas humanas como mercancía en un chantaje político que niega el derecho de un pueblo a existir libremente.
Los peones del Majzén en Bruselas
El Movimiento Reformador (MR, derecha liberal) se sitúa en el centro de este engranaje. Su presidente, Georges-Louis Bouchez, y el diputado belgo-marroquí Amin El Boujdaini viajaron en mayo de 2025 a Rabat para reunirse con el ministro de Justicia, Abdellatif Ouahbi, preparando el terreno para que la coalición gubernamental belga —conocida como Arizona— lleve al Parlamento un texto reconociendo la supuesta soberanía marroquí.
Ya en enero, Bernard Quintin, entonces ministro de Exteriores interino, había calificado la propuesta marroquí de “muy buena base”, repitiendo estas palabras en julio durante la fiesta del Trono organizada por la embajada marroquí en Bruselas. Declaraciones que contradicen las obligaciones internacionales de Bélgica y demuestran hasta qué punto algunos responsables están dispuestos a servir a los intereses del Majzén.
Una diáspora utilizada como herramienta
Con más de 700.000 belgas de origen marroquí, alrededor del 6 % de la población, el factor electoral pesa en las decisiones. Varios partidos temen perder apoyo si se enfrentan a Rabat y, por ello, están dispuestos a traicionar la Carta de las Naciones Unidas y el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
No es la diáspora en sí, sino su instrumentalización: el Majzén la utiliza como palanca de presión política, dividiendo y manipulando para legitimar una ocupación colonial.
Peligros de autonomía en la descolonización de África. Caso del Sáhara Occidental