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22 mayo 2025

Desinformación como arma: respuesta a la campaña contra el Frente Polisario y el pueblo saharaui

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Por Ana Stella (@anaqtella)

    Madrid (ECS).- El artículo publicado por The Daily Signal el 21 de mayo de 2025, titulado “Por qué Estados Unidos debe enfrentarse al Frente Polisario, un agente terrorista”, es un ejemplo flagrante de propaganda disfrazada de análisis. Bajo una fachada de preocupación por la seguridad, el texto promueve una narrativa fabricada que busca deslegitimar una causa justa y respaldada por el derecho internacional: la lucha del pueblo saharaui por su autodeterminación.

1. El Frente Polisario: legitimidad, legalidad y resistencia pacífica

    El Frente Polisario es el único representante legítimo del pueblo saharaui reconocido por la Organización de las Naciones Unidas desde 1979. Fue fundado en 1973 como movimiento de liberación nacional frente al colonialismo español, y tras la ocupación marroquí del Sáhara Occidental en 1975, pasó a encabezar la resistencia contra una invasión que fue condenada por múltiples organismos internacionales.

   Durante décadas, el Polisario ha demostrado su compromiso con una solución pacífica, negociada y conforme al derecho internacional. Ha participado activamente en los esfuerzos diplomáticos liderados por la ONU, respetando el cese al fuego y mostrando voluntad para celebrar el referéndum de autodeterminación prometido desde 1991, que Marruecos sigue bloqueando. En cambio, el régimen marroquí ha intensificado la represión en los territorios ocupados y sigue explotando ilegalmente los recursos naturales saharauis con la complicidad de grandes empresas extranjeras.

Calificar al Frente Polisario como “terrorista” carece por completo de base legal o fáctica. 

    No aparece en ninguna lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos, la ONU ni la Unión Europea, ni tan siquiera en Marruecos, que se sienta en la mesa de negociación con el Polisario. Lo que sí existe es una campaña de difamación promovida por intereses políticos y económicos que pretenden perpetuar la ocupación.

    Asimismo, es necesario desmentir categóricamente los intentos de vincular al  Frente Polisario con Irán o Rusia. Estas acusaciones, que carecen de toda prueba verificable, forman parte de una estrategia de desinformación cuyo objetivo es distorsionar la percepción internacional de la lucha saharaui. El Frente Polisario ha mantenido una política de no alineamiento basada en el respeto al derecho internacional y en el respaldo a una solución pacífica bajo los auspicios de la ONU. No existen relaciones operativas, logísticas ni estratégicas con gobiernos como los de Teherán o Moscú. Presentar esa imagen busca crear una narrativa de amenaza global que no corresponde a la realidad.

2. El caso de Adnan Abu Walid al Sahraoui: una distorsión vergonzosa

    Uno de los puntos más peligrosos del artículo es el intento de vincular al Frente Polisario con Adnan Abu Walid al Sahraoui. Esta asociación no solo es falsa, sino una clara manipulación consciente y profundamente irresponsable.

    Adnan nació en 1973 en Smara, en el Sáhara Occidental ocupado. Aunque vivió temporalmente en los campamentos de refugiados saharauis, rompió pronto con el Polisario por motivos ideológicos, criticando sus políticas sociales progresistas, como la educación mixta y el papel activo de las mujeres. Es decir, se oponía abiertamente a los principios fundacionales del movimiento, que ha promovido desde siempre una visión laica e igualitaria de la sociedad saharaui.

   Posteriormente, se radicalizó en entornos completamente ajenos al Polisario. Estudió en el centro saudí Ibn Abbas de Mauritania —conocido por su influencia islamista radical— y más tarde se integró en redes yihadistas como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO), y finalmente fundó el Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS) en 2015. Bajo su liderazgo, el EIGS cometió atentados atroces en Malí, Burkina Faso y Níger, incluyendo la emboscada de Tongo Tongo en 2017 (en la que murieron cuatro soldados estadounidenses) y el asesinato de seis cooperantes franceses en 2020. Fue abatido por fuerzas francesas en 2021.

   La trayectoria de Adnan representa una ruptura total con el Frente Polisario y sus valores. Utilizar su figura para criminalizar al movimiento saharaui es una falsedad que sólo puede sostenerse mediante desinformación.

   Importante mencionar que su familia no tiene absolutamente nada que ver con su radicalización ni con sus actos. Son personas respetables, como miles de saharauis que luchan pacíficamente por su libertad.

3. Argelia y los refugiados saharauis: solidaridad, no complicidad

   Otro elemento de la campaña de difamación es el intento de criminalizar el apoyo de Argelia a los refugiados saharauis. Desde la ocupación marroquí, miles de personas viven desplazadas en los campamentos de Tinduf, en el suroeste de Argelia. Lejos de ser “bastiones terroristas”, como insinúa el artículo, estos campamentos están gestionados por autoridades civiles saharauis y cuentan con la presencia de organismos internacionales como ACNUR, el PMA y múltiples ONG.

   Acoger a una población desplazada no es un acto de complicidad con el terrorismo, sino una obligación moral y legal. Criminalizar esta solidaridad es parte de la misma estrategia para aislar, desacreditar y deshumanizar al pueblo saharaui.

4. ¿Quién escribe esta campaña de desinformación?

Portada del autor del artículo propagandístico publicado en un foro conservadoras de EE.UU sobre el Frente Polisario.

   También es relevante examinar quiénes firman el artículo y desde qué posición política escriben. Robert Greenway fue asesor de seguridad nacional para Medio Oriente y África bajo la administración de Donald Trump y actual director ejecutivo de los acuerdos de Abraham. Su postura en este tema reproduce la línea tomada por Trump en 2020, cuando reconoció de forma unilateral la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, a cambio de que Marruecos se uniera a los Acuerdos de Abraham y normalizara relaciones con Israel. Esa medida violó el consenso internacional sobre el estatus del Sáhara y fue rechazada por la Unión Africana, la ONU y decenas de países.

   Por su parte, Amine Ghoulidi es un ciudadano marroquí, activamente vinculado a medios y espacios afines a la narrativa oficial del régimen de Rabat. Desde Washington ha trabajado como “analista” promoviendo la posición marroquí y negando sistemáticamente que el Sáhara Occidental sea un territorio pendiente de descolonización, como lo reconoce la ONU. Su participación en esta publicación no es imparcial, ni académica, ni objetiva: responde a una estrategia de lobby que busca influir en la política estadounidense en favor de Marruecos y en contra del derecho de los saharauis.

5. La verdadera amenaza: la ocupación marroquí y el silencio internacional

   Mientras se lanzan campañas para difamar al Frente Polisario, Rabat continúa impunemente con su ocupación del Sáhara Occidental. Expulsa observadores internacionales, reprime activistas, encarcela periodistas saharauis y saquea recursos naturales —fosfatos, pesca, energía solar— en flagrante violación del derecho internacional.

   En lugar de combatir la ocupación, algunos sectores intentan cambiar la narrativa: hacer pasar a los ocupados por agresores, y a quienes resisten por criminales. Pero los hechos y el derecho están del lado del pueblo saharaui.

El pueblo saharaui no necesita calumnias, necesita justicia

   La causa saharaui es una de las últimas luchas de descolonización del siglo XXI. Intentar vincularla con el terrorismo, con actores externos como Irán o Rusia, o con figuras como Adnan Abu Walid al Sahraoui es una operación burda de desinformación que no resiste el más mínimo escrutinio.

   El Frente Polisario no es el problema. El problema es una ocupación ilegal, una comunidad internacional que no cumple sus propias resoluciones, y actores que utilizan la seguridad como excusa para legitimar la injusticia. El pueblo saharaui no necesita propaganda. Necesita que se respete su derecho inalienable a decidir su futuro libremente.

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