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01 mayo 2025

La visita de Brahim Ghali a Argel marca un punto de inflexión

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Por Taleb Alisalem (Taleb en X)
 
   La alfombra roja desplegada este miércoles en el Palacio de El Mouradia no era solo para recibir a un jefe de Estado. Era un mensaje. Un mensaje claro, rotundo y profundamente geopolítico. El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, recibió con todos los honores a Brahim Ghali, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), en una escena cuidadosamente difundida por los canales oficiales de la presidencia de Argelia. Uniformes de gala, banda militar, apretón de manos firme y banderas ondeando con fuerza: no había nada improvisado. Cada imagen es una declaración. Y la declaración es esta: la causa saharaui no está sola, ni muerta, ni olvidada. Está respaldada por dos de las potencias más relevantes del continente africano.

El presidente de Argelia, Abdelmayid Tebune, ha recibido al presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para «discutir las relaciones bilaterales»

El conflicto del Sáhara Occidental, que algunos analistas europeos y ciertos gobiernos prefieren arrinconar bajo el paraguas de la “realpolitik”, ha vuelto a situarse en el epicentro del tablero internacional. Mientras Marruecos intensifica su ofensiva diplomática para imponer el relato de la “autonomía” y deslegitimar al Frente Polisario —incluso intentando etiquetarlo como grupo terrorista en Washington—, Argelia ha salido a escena con un acto de soberanía simbólica de primer nivel. Recibir al presidente saharaui como a un igual no es solo un gesto de amistad histórica: es una reafirmación del compromiso absoluto con la independencia del pueblo saharaui.
 
   Argelia no es un actor menor. Es la mayor potencia militar del Magreb, y una de las economías clave del continente. Su peso en la OPEP, en la Unión Africana y su capacidad de influencia sobre el eje Sahel-Europa le otorgan un margen de maniobra que ni Rabat ni sus aliados pueden ignorar. Y Argel lo está dejando claro: no aceptará soluciones impuestas, ni consentirá el silenciamiento de la única voz legítima que representa a los saharauis. No se trata solo de un conflicto colonial arrastrado desde 1975. Se trata de un tema de principios, de legitimidad histórica y de equilibrio regional.
 
   Pero Argelia no está sola en este frente. Hay otro dato que muchos pasan por alto: Sudáfrica y Nigeria, dos gigantes políticos y económicos de África, mantienen un apoyo firme e inamovible al Frente Polisario. No hablamos de gestos retóricos. Hablamos de reconocimiento diplomático, apoyo en foros internacionales y respaldo a las resoluciones que defienden el derecho a la autodeterminación. En un continente donde cada vez pesa más la voz africana sobre su propio destino, el respaldo de estos países convierte a la causa saharaui en un asunto continental, no marginal.

   La visita de Ghali a Argel llega además en un momento de máxima tensión. Desde noviembre de 2020, el Frente Polisario ha declarado rota la tregua con Marruecos, reanudando una guerra de baja intensidad a lo largo del muro militar marroquí que divide el territorio ocupado del liberado. Mientras el conflicto apenas ocupa titulares en Europa, el pueblo saharaui sigue resistiendo en el desierto, entre los campamentos, la diáspora y los territorios ocupados. Su lucha no se ha apagado, se ha transformado. Y el respaldo de Argelia, Sudáfrica o Nigeria puede ser decisivo en lo que podría convertirse en una nueva etapa del conflicto.
 
   Nadie debe tomarse esta causa como un asunto menor, ni como el capricho de un pueblo pobre y olvidado. El Sáhara Occidental sigue siendo el último proceso de descolonización pendiente en África. Y detrás del pueblo saharaui no solo hay memoria, dignidad y resistencia: hay también alianzas estratégicas que pueden redibujar el mapa de poder en el norte y el oeste del continente. Que nadie se confunda: el futuro del Magreb está en juego. Y el Sáhara está más presente que nunca.

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