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16 marzo 2025

El fiasco político de Marruecos; el apoyo de Trump permanece en el limbo

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El régimen marroquí, desesperado por el apoyo de Trump en el Sáhara Occidental

     EDITORIAL

       Madrid (ECS). – En el último año, Marruecos ha buscado consolidar su posición a nivel internacional acercándose a alianzas en Europa, Oriente Medio y EE.UU. Un síntoma de su debilidad, ya que estas alianzas le garantizan seguir eludiendo la responsabilidad en la antigua colonia española. Por la otra parte, el conflicto del Sáhara Occidental experimentó este último año nuevas victorias jurídicas y un apoyo sin precedentes a las reivindicaciones de los saharauis. Debido a lo anterior, la cuestión saharaui aparece cada vez más en la agenda de reuniones de organizaciones internacionales y encuentros bilaterales.

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      Rabat en cambio, se ha sumergido en una sucesión de crisis diplomáticas con varios países, ausencia de paz regional, tensiones abiertas… El fiasco político de Marruecos tras la declaración de Trump de 2020 y la posterior e impotente firma de los acuerdos abrahámicos, que aún esperan desarrollarse plenamente debido a que han quedado supeditados al internacionalmente rechazado reconocimiento trumpista de la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Este fracaso, ha causado un estado de histeria colectiva en la diplomacia alauita, que ha iniciado frentes contra todo aquel que se ha opuesto a violar la legitimidad internacional usando para imponer sus objetivos la inmigración irregular, el chantaje económico, declaraciones amenazantes y la congelación de la cooperación bilateral.

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      Marruecos, un país regado de ayudas económicas y títere de otros países, se pensó fortalecido geopolíticamente tras sellar con Israel la normalización cuyo propósito solamente ha beneficiado a la agenda del país judío, empujado por EE.UU y los Acuerdos de Abraham para maximizar la ola de normalización con los estados árabes, extender la campaña anti-iraní de la Knesset por África y sumar países en la alianza contra Teherán y los Hermanos Musulmanes (El Islam Político). Ciertamente y sin miedo a equivocarnos, tras más de dos años de normalización, solamente Israel y Trump han salido beneficiados en la medida en que no se han logrado los intereses marroquíes. Marruecos, a través de las instrucciones reales tras estallarle treinta años después la guerra del Sáhara Occidental, accedió apresurado y cegado a un acuerdo sin garantías. Ahora, el reconocimiento de la supuesta soberanía marroquí sobre territorios saharauis permanece en el limbo. Si Trump verdaderamente estuviera a favor, no tendría en reparos en repetir lo dicho por él mismo que ni siquiera.

       En consecuencia, esto nos permite concluir que, lejos de una paz permanente en la región, los Acuerdos de Abraham entre Israel, Marruecos y los EE.UU no constituyen un paso hacia una paz duradera, y esto es debido a que incluyen precisamente la ocupación del Sáhara Occidental, causante de todas las crisis diplomáticas marroquíes desde la firma de estos Acuerdos.

       Acostumbrado a implicar a terceros países en el contencioso del Sáhara Occidental, se ha vuelto en su contra, ahora ya no se trata de solo la ocupación de un territorio ajeno, sino que, torpemente, ha arriesgado sus intereses económicos, geopolíticos y comerciales inflamando el terreno político para el cual su escasa fuerza diplomática no está preparada, y esto se refleja en el hecho de entregarse plácidamente a alianzas contrarias a los intereses del pueblo marroquí para intentar ganar peso e influencia. Finalmente, ¿Qué no estarás dispuesto a hacer para proteger tus puntos débiles?

El régimen marroquí se encuentra en un estado de confusión desde que el presidente de EE.UU Donald Trump regresó a la Casa Blanca con una agenda que no esperaban los más pesimistas en Rabat, incluidas demandas apremiantes puestas sobre la mesa del palacio real, además de que el país magrebí es un destino potencial para el desplazamiento de los residentes de Gaza. Después de que el régimen alauita se mostrara extasiado por la relección de Trump como presidente de los Estados Unidos, esperando que continuara por el impulso que tomó en 2020 cuando tuiteó, después de perder la carrera presidencial, a favor de la supuesta soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Los responsables de la toma de decisiones en el régimen alauita están buscando formas para minimizar las pérdidas en lugar de maximizar las ganancias.

      Según el periodista español Ignacio Cembrero del diario El Confidencial, el régimen de Marruecos se encuentra menos motivado para pedir al presidente estadounidense que restablezca su compromiso de apoyar los intereses marroquíes en el Sáhara Occidental así como la apertura de un consulado en la ciudad ocupada de Dajla, y esto sucede porque Trump involucró a la cuestión palestina a cambio de su normalización con Israel, y ahora el Palacio alauita se da cuenta de que el precio esta vez es mucho más caro que la normalización, en línea con la codicia del presidente estadounidense, que es aceptar acoger a los palestinos desplazados de la Franja de Gaza, según el plan de Trump, que fue rechazado por todos excepto Tel Aviv y Washington.

      Con las posibilidades de que Trump respalde las ambiciones del país alauita reduciéndose, el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí está buscando otras opciones lejos de Estados Unidos, incluida la celebración de una conferencia internacional el próximo abril en los Emiratos Árabes Unidos, patrocinada por países europeos, empezando por Francia, para bendecir la “naturaleza marroquí” del Sáhara Occidental, según señaló una fuente diplomática informada.

Las opciones de Trump para tomar una decisión

      Al comenzar su segundo mandato, Trump tiene previsto abordar la cuestión del Sáhara Occidental y avanzar con su política implementada en 2020. La medida más obvia que podría tomar para implementar el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental es abrir un consulado en el territorio saharaui. Si bien Trump prometió abrir un consulado en Dajla en su primer mandato, la subvención y la planificación necesarias para llevarlo a cabo, por no hablar de los desafíos de seguridad que conllevaría, hacen imposible tal medida. Sin embargo, existen otras maneras en que la administración estadounidense puede consolidar su declaración de reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, como aumentar las visitas oficiales al Sáhara Occidental, incluyendo el ejercicio militar African Lion, o mantener el diálogo estratégico entre Estados Unidos y Marruecos en el Sáhara Occidental. Además, el Departamento de Estado podría ampliar el papel de la Presencia Virtual a algo más sustancial y simbólico que una página web provisional. Estados Unidos también podría presionar a algunos países europeos, que tienden a ser menos reacios al riesgo que Estados Unidos, para que establezcan su propia presencia en la región (En este caso Francia). En diciembre de 2019, Comoras se convirtió en el primer país en abrir un «consulado» en el Sáhara Occidental. Desde entonces, veintiocho países más (principalmente micropaíses africanos y árabes) han abierto consulados en el Sáhara Occidental.

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       Además, antes del anuncio de Trump de que Estados Unidos reconocería la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, la política estadounidense había impedido el gasto de asistencia bilateral estadounidense en la región. El Proyecto de Ley de Asignaciones del año fiscal 2014 incluyó por primera vez disposiciones que permitían que cierta asistencia económica bilateral se «dispusiera a cualquier región administrada por Marruecos, incluido el Sáhara Occidental». Sin embargo, como política, tanto la administración Obama como la administración Trump optaron por no destinar asistencia bilateral al Sáhara Occidental para evitar reconocer tácitamente la soberanía marroquí en la región. Si bien el gasto en ayuda exterior se encuentra actualmente en el limbo, si la administración retoma un patrón más regular de asistencia exterior, es posible que la administración Trump invierta el rumbo y destine asistencia bilateral a los territorios ocupados del Sáhara Occidental como una forma de reforzar la postura estadounidense sobre la soberanía marroquí. Además, el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Marruecos (que entró en vigor en 2006) y su legislación de aplicación establecen claramente que solo cubre el comercio y la inversión en el territorio de Marruecos reconocido por Estados Unidos, que actualmente no incluye el Sáhara Occidental. Sin embargo, con el cambio de política de Trump, los bienes producidos en el Sáhara Occidental podrían tener derecho a los mismos beneficios que el resto del territorio marroquí.

       Otra posible vía para Estados Unidos en los próximos años consiste en aumentar la presión sobre Marruecos para que implemente el acuerdo tripartito. Israel inauguró una oficina de enlace en Rabat en agosto de 2021, y aunque la delegación israelí en Marruecos abandonó el país tras el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, los diplomáticos israelíes regresaron discretamente al país en agosto de 2024. Marruecos también abrió una oficina de enlace en Tel Aviv, y la prensa israelí informó en julio de 2023 que Marruecos estaba «en proceso» de convertir la oficina en una embajada de pleno derecho tras el reconocimiento por parte del gobierno israelí de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, aunque estos esfuerzos se han retrasado a raíz de la guerra en Gaza. 

       Según Carnegie, Trump necesitará el apoyo de otros actores globales para implementar el reconocimiento de la soberanía marroquí en el Sáhara Occidental de una manera que aborde el conflicto en su totalidad. Su administración podría colaborar con los diplomáticos de otras naciones para rediseñar las fronteras terrestres y marítimas, así como para crear un acuerdo de reparto de poder entre el gobierno semiautónomo saharaui y Marruecos. Para establecer las fronteras, los gobiernos que han utilizado el Sáhara como moneda de cambio, como la administración Trump, deberían colaborar con sus homólogos marroquíes y saharauis para generar un acuerdo territorial de reparto de poder que permita a Marruecos materializar plenamente sus aspiraciones territoriales, a la vez que otorga al pueblo saharaui el derecho a un hogar permanente y el fin de la guerra.

       Para resolver la cuestión del Sáhara Occidental, las partes implicadas deberán responder a muchas preguntas. La principal es la cuestión de las fronteras. Actualmente, Marruecos ocupa alrededor del 75 % del territorio del Sáhara Occidental. Si Marruecos alcanza la plena soberanía, ¿Cómo se administrará el 25 % restante? ¿Seguirá la RASD independiente y gestionando los territorios liberados del Sáhara Occidental?

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