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22 noviembre 2025

Israel afianza su alianza con Marruecos con una planta de drones de ataque a 35 km de Casablanca

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Por Carlos Cristóbal

Madrid (ECS)- La inauguración en Marruecos de la primera fábrica de drones de ataque del norte de África supone un salto cualitativo en la transformación militar que vive el Magreb. Según reveló Ginés Soriano en Infodefensa.com, la compañía israelí Bluebird Aero Systems, filial de Israel Aerospace Industries (IAI), ya ha puesto en marcha una planta en Benslimane, a escasos 35 kilómetros de Casablanca, destinada a producir el dron suicida SpyX. Se trata de la primera infraestructura de este tipo instalada fuera de Israel en toda la región, un gesto que subraya el grado de confianza y alineamiento estratégico entre Rabat y Tel Aviv.

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La instalación no es solo un centro de ensamblaje. Incluye transferencia tecnológica y formación especializada para ingenieros marroquíes, un elemento que transforma a Marruecos en un actor capaz de generar capacidades ofensivas avanzadas sin depender exclusivamente de proveedores extranjeros. El SpyX, según detalla el artículo, es un dron de ataque con 90 minutos de autonomía, 50 kilómetros de alcance, motor eléctrico para reducir la firma acústica y capacidad para portar distintas ojivas. Su diseño responde a la lógica de la guerra contemporánea, marcada por ataques de precisión, bajos costes operativos y un uso intensivo de plataformas no tripuladas.

Todo esto encaja dentro de la alianza sellada entre ambos países a partir de los Acuerdos de Abraham de 2020, impulsados por la administración Trump. El reconocimiento estadounidense de la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental fue la pieza central de ese acuerdo, abriendo una etapa de cooperación militar sin precedentes que se formalizó en 2021. Desde entonces, Marruecos e Israel han estrechado vínculos en inteligencia, ciberseguridad, vigilancia fronteriza y desarrollo de sistemas de ataque. La planta de Benslimane es uno de sus frutos más visibles.

El reportaje recuerda que esta evolución no puede comprenderse sin la reanudación del conflicto en el Sáhara Occidental. Desde la ruptura del alto el fuego en 2020, Marruecos ha apostado por un rearme acelerado mientras persiste la ocupación. Aunque el Consejo de Seguridad ha mencionado por primera vez la posibilidad de una autonomía, el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui sigue plenamente vigente, lo que confirma que el conflicto continúa abierto. En este contexto, disponer de drones de ataque producidos localmente refuerza a Rabat en un escenario de tensión sostenida.

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El esfuerzo marroquí se enmarca además en un programa de industrialización militar mucho más amplio. En los últimos meses, el país ha avanzado en la instalación de una planta de drones turcos Baykar y en la puesta en marcha de líneas de producción de blindados de la india Tata Advanced Systems Limited. Todo ello ocurre mientras el presupuesto de defensa se eleva a 157.171 millones de dirhams —unos 14.700 millones de euros— para 2026, un incremento del 17,7% respecto al año anterior. La apuesta es inequívoca: Marruecos quiere convertirse en un polo regional de producción armamentística.

La presencia de Israel en este proceso no es menor. Con su apoyo, Rabat adquiere una capacidad ofensiva inédita en el Magreb, un hecho que inevitablemente reordena el equilibrio militar con Argelia, potencia regional cuyo desarrollo militar depende en buena parte de Rusia. La producción local de drones de ataque también altera la ecuación en el Sáhara Occidental, donde Marruecos ya ha empleado plataformas similares en operaciones documentadas por organizaciones de derechos humanos saharauis e internacionales.

La apertura de la planta de Benslimane, en definitiva, no es un episodio aislado. Es un indicador del rumbo estratégico que Marruecos sigue desde hace cinco años: consolidar alianzas con actores decisivos, reforzar su industria militar y ganar margen de maniobra en un conflicto colonial que sigue sin resolución. En un Magreb cada vez más tensionado, este desarrollo refuerza la militarización regional y añade un nuevo vector de presión sobre el pueblo saharaui, cuya lucha por la autodeterminación continúa enfrentándose a un paisaje militar profundamente transformado.


Por Carlos C. — A partir del reportaje de Ginés Soriano publicado en Infodefensa.com (22/11/2025).

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