✍️ Mahayub Sidina
Madrid (ECS).- En el momento en que el Alto Tribunal de la Unión Europea intenta hacer justicia y preservar, al mismo tiempo, algunos de los valores éticos y morales universales, la Comisión Europea, arrastrada por algunos Estados miembros, rema a contracorriente.
Después del inapelable, y sólidamente argumentado, pronunciamiento del Alto Tribunal, contra el saqueo ilegal de los recursos naturales del Sáhara Occidental, hemos asistido, estupefactos, a una cascada de comunicados, no exentos de desespero, por parte de la Comisión y varios países.
Los conocedores de los entresijos de dicha relación, basada en el chantaje, ven con preocupación semejante sumisión. Esto les hace preguntarse si ¿no estaríamos ante un posible contagio, de algunos países de la Europa democrática, por el gamberrismo del estado marroquí?
Todos los comunicados citados, empezando por Francia y España, insisten, al unísono, sobre “el carácter vital, indispensable, insustituible, ejemplar, modélico… y un sinfín de calificativos que no vienen al caso, de la cooperación y las relaciones con Marruecos”. Se ha pretendido, sin conseguirlo, eclipsar el verdadero motivo que provocó dicha reacción, desmesurada, en serie: el fallo de Alto Tribunal Europeo de Justicia del 4 de Octubre de 2024.
Aunque parezca surrealista, tantas alabanzas, a una relación tóxico-masoquista, si no son el síntoma de la enfermedad misma del majzén (el gamberrismo), albergan, al menos, una predisposición a contraerla como sacrificio a las deidades “de los recursos robados, la inmigración ilegal, el terrorismo, las drogas…etc.” Esto nos recuerda que, en algunas prácticas asiáticas, no muy antiguas, cuando fallece el esposo, la viuda es incinerada viva junto a sus restos mortales.
Volviendo al contexto, en que surge todo esto, da la impresión que los europeos, o algunos de ellos, buscan anticiparse a un gran seísmo político que se avecina en Marruecos. La probable desaparición prematura del rey Mohamed VI, que abriría un periodo de incertidumbre, no sería ajena a un movimiento, tan desproporcionado como torpe. Las imágenes, pasadas por muchos filtros, de las pocas apariciones del monarca han activado todas las alarmas. Por cierto, en la actualidad el rey no reina ni gobierna. Se limita a leer, de vez en cuando, un papel que el Májzen le prepara. Éste último está dominado por el aparato represivo y si desaparece el fantasma, que le otorga poder pero no legitimidad, es muy probable que el sistema sufra una implosión.
La supuesta «marroquinidad del Sáhara» que construyó Marruecos durante décadas, arrasada por el TJUE