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11 diciembre 2024

¿Acaso la partición propuesta por el enviado personal del SGNU es una ejecución al plan de autonomía marroquí?

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✍️ Ahmed Omar, Campamentos de Refugiados Saharauis

Madrid (ECS).- El plan de autonomía presentado por Marruecos para el Sáhara Occidental ha sido promovido durante años por Marruecos y sus aliados como la única solución «realista y viable» para resolver el conflicto. Sin embargo, la reciente propuesta de partición presentada por el enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas parece haberle dado un golpe mortal a esa iniciativa marroquí. ¿Es esta propuesta del enviado personal una sentencia de muerte para el plan de autonomía de Marruecos, dejándolo expuesto como una simple fachada vacía?

Los peligros de la partición: un enfoque imprudente para el conflicto del Sáhara Occidental

La intervención del enviado personal del secretario general es un revés importante para Marruecos, que ha dedicado tiempo y recursos incalculables para comprar apoyos internacionales y consolidar su propuesta como la única vía posible. A lo largo de los años, Rabat ha desarrollado una agresiva estrategia diplomática, invirtiendo en relaciones bilaterales y acuerdos económicos que, en muchos casos, se veía claro que fueron diseñados únicamente para obtener el respaldo a su plan de autonomía. Sin embargo, el hecho de que la más alta autoridad vinculada al conflicto, el enviado personal del secretario general de la ONU, sugiera una vía completamente diferente, deja claro que la propuesta marroquí nunca ha tenido un sustento sólido.

El rechazo implícito a la propuesta de autonomía por parte del enviado personal es, en sí mismo, un poderoso mensaje. Pone en entredicho el valor de un plan que Marruecos ha intentado imponer en la mesa de negociaciones y, en su lugar, resalta la necesidad de soluciones más justas y basadas en la realidad. Este enfoque reafirma lo que muchos han defendido durante décadas: que cualquier solución para el Sáhara Occidental debe basarse en el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, y no en un arreglo impuesto por la potencia ocupante.

El plan de partición propuesto también destaca el fracaso de Marruecos en su intento por resolver el conflicto bajo sus propios términos. A pesar de los numerosos esfuerzos diplomáticos, la comunidad internacional, representada por el enviado personal de la ONU, sigue considerando que las opciones sobre la mesa deben ser más inclusivas y reflejar la voluntad del pueblo saharaui. Esto socava profundamente la posición de Marruecos y desenmascara la realidad de que su propuesta de autonomía no ha sido más que un intento de consolidar su control sobre el territorio ocupado.

Esta situación plantea preguntas fundamentales: ¿es el plan de autonomía de Marruecos realmente una solución o simplemente una estrategia política diseñada para ganar tiempo y apoyo internacional? ¿Hasta qué punto puede seguir sosteniéndose un plan que ha sido rechazado tácitamente por el propio enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas? Las respuestas a estas preguntas sugieren que el plan de autonomía ha llegado a un punto crítico, donde su viabilidad está hecha un cuento pasado.

Las desafortunadas derivas de Macron y Sánchez respecto al pueblo del Sáhara Occidental

Lo que resulta evidente es que la reciente propuesta del enviado personal de la ONU no solo es un golpe diplomático para Marruecos, sino que también pone de manifiesto que la comunidad internacional no está dispuesta a aceptar soluciones unilaterales que no respeten los derechos del pueblo saharaui. Marruecos puede haber corrido medio mundo en busca de apoyos, comprando voluntades y vendiendo una narrativa de estabilidad, pero la realidad es que el conflicto del Sáhara Occidental sigue vivo, y la legitimidad de cualquier propuesta debe estar fundamentada en el respeto a la autodeterminación.

 En definitiva la propuesta de partición del enviado personal del secretario general de la ONU no solo pone en duda la validez del plan de autonomía marroquí, sino que lo expone como una solución vacía, diseñada para consolidar una ocupación y no para resolver un conflicto. Es, en muchos sentidos, una ejecución diplomática del plan marroquí, una bofetada a sus intentos de legitimar una solución injusta ante la comunidad internacional. Con este nuevo escenario, queda claro que el futuro del Sáhara Occidental deberá construirse sobre los principios del derecho internacional y el respeto a las aspiraciones del pueblo saharaui, no sobre los intereses políticos de la potencia ocupante.

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