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05 agosto 2025

EE.UU. refuerza su relación con Argelia mientras evita comprometerse con el plan marroquí en el Sáhara Occidental

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   Madrid (ECS).- Massad Boulos, asesor presidencial de Trump, no dejó dudas sobre un punto: Argelia es un socio serio, soberano y central para EE.UU. en el norte de África y el Sahel. Una afirmación que, por omisión, recuerda que la política exterior de EE.UU no está tan alineada con Rabat como ciertos medios de comunicación, sobre todo occidentales, pretenden hacer creer.

   En plena campaña mediática impulsada por Marruecos para presentar el conflicto del Sáhara Occidental como un asunto regional y económico, las recientes declaraciones del asesor presidencial estadounidense Massad Boulos en el periódico El Watan han arrojado una dosis de realidad geopolítica que conviene destacar.

   Durante su visita oficial a Argelia en representación del presidente Donald Trump y del secretario de Estado Marco Rubio, Boulos subrayó el carácter estratégico de la relación bilateral entre Argel y Washington, calificándola de «crucial» para Estados Unidos. En sus palabras, ambas partes reafirmaron «los vínculos de larga data» y su voluntad de seguir reforzando la cooperación en materia económica, diplomática y de seguridad.

   Aunque Boulos reiteró el apoyo de su país al llamado “plan de autonomía” marroquí para el Sáhara Occidental, fue cuidadoso en no alejarse del marco legal internacional. Afirmó que Estados Unidos sigue comprometida con una solución pacífica y duradera, y evitó cualquier referencia directa que contraviniera las resoluciones de la ONU que establecen el derecho del pueblo saharaui a un referéndum de autodeterminación.

  En otras palabras, Washington mantiene su ambigüedad calculada: respalda formalmente la ocupación marroquí, pero sin romper del todo con la legalidad internacional, ni reconocer oficialmente la soberanía marroquí de manera plena. Esa ambigüedad, sin embargo, sigue siendo funcional a Rabat, que la utiliza como legitimación política.

   En lo económico, el asesor estadounidense trató de calmar las tensiones recientes por la imposición de aranceles recíprocos a productos argelinos, insistiendo en que esta medida forma parte de una estrategia global para reducir el déficit comercial de EE.UU., sin que ello afecte al compromiso de profundizar en una relación bilateral “justa y recíproca”. También destacó el interés común en la lucha contra el terrorismo, la seguridad fronteriza y la estabilidad regional, en particular en el Sahel, donde Argelia ejerce un papel clave reconocido incluso por sus aliados más pragmáticos.

   Aunque evitó abordar abiertamente el trasfondo político de la gira —incluyendo la normalización marroquí con Israel o el boicot argelino a las maniobras diplomáticas del Majzén—, Boulos no dejó dudas sobre un punto: Argelia es un socio serio, soberano y central para EE.UU. en el norte de África y el Sahel. Una afirmación que, por omisión, recuerda que la política exterior estadounidense no está tan alineada con Rabat como ciertos medios pretenden hacer creer.

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