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02 junio 2025

Mohamed Abdelaziz: El arquitecto de la dignidad saharaui

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A nueve años de su partida, su legado político y humano sigue marcando la lucha por la independencia del Sáhara Occidental

Por Ana Stella (@anaqtella)

    Madrid (ECS).– El 31 de mayo del año 2016, el pueblo saharaui perdió a uno de sus más grandes líderes: Mohamed Abdelaziz, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y secretario general del Frente Polisario durante cuatro décadas. Hoy, nueve años después de su muerte, su legado sigue siendo una fuente de inspiración para las nuevas generaciones que continúan la lucha por la autodeterminación del Sáhara Occidental, aún ocupado por Marruecos.

     Nacido en 1947 en la región de Smara, Abdelaziz se involucró desde joven en la resistencia anticolonial. Fue uno de los fundadores del Frente Polisario en 1973, y pronto se destacó como un líder militar clave en los primeros combates tras la invasión marroquí de 1975. En 1976, tras la muerte en combate del líder fundacional El Uali Mustafá Sayed, Abdelaziz fue elegido secretario general del movimiento y presidente de la RASD, cargo que ocuparía hasta su fallecimiento.

    Además de su papel institucional, Mohamed Abdelaziz fue un estratega militar que dirigió importantes operaciones en el norte del Sáhara Occidental y el sur de Marruecos. Bajo su conducción, el Ejército de Liberación Popular Saharaui se convirtió en una fuerza disciplinada y eficaz, cuyas tácticas se estudiaron en academias militares africanas e hispanoamericanas.

    Sin embargo, su mayor batalla fue en el terreno de la diplomacia internacional. Abdelaziz entendió desde temprano que la causa saharaui debía trascender el campo de batalla para instalarse con fuerza en los foros globales. Durante su liderazgo, más de 80 países reconocieron oficialmente a la RASD. Uno de sus logros más significativos fue lograr, en 1982, la admisión del Estado saharaui como miembro pleno de la Organización de la Unidad Africana (hoy Unión Africana), provocando la retirada de Marruecos del organismo durante décadas. Y convertirte en miembro fundador de la Unión Africana.

    Bajo condiciones extremadamente difíciles, Abdelaziz lideró la construcción de un Estado funcional en el exilio, con sede en los campamentos de refugiados saharauis, en el suroeste argelino. Allí se crearon instituciones políticas, un sistema educativo ejemplar, servicios de salud y un marco legal democrático. Impulsó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, facilitando que las mujeres saharauis ocuparan cargos importantes en el gobierno y la sociedad civil, en una de las experiencias más avanzadas en el mundo árabe.

   Abdelaziz promovió la participación de los jóvenes en todos los niveles de la vida política y militar, con la firme convicción de que el futuro de la nación dependía del compromiso generacional y la continuidad institucional.

    Aunque lideró una guerrilla eficaz, Abdelaziz siempre apostó por la paz como vía estratégica, sin renunciar jamás al derecho a la independencia. En 1991, firmó un alto el fuego con Marruecos, auspiciado por la ONU, con la esperanza de un referéndum que nunca llegó. Consciente del estancamiento internacional, denunció sistemáticamente las tácticas dilatorias del régimen marroquí y la pasividad de la comunidad internacional.

    Fue también un defensor incansable de la lucha jurídica contra el expolio de los recursos naturales del Sáhara Occidental. Impulsó causas ante tribunales europeos que culminaron en sentencias históricas del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, invalidando acuerdos comerciales entre Marruecos y la UE aplicados al territorio ocupado.

   Para Abdelaziz, los medios de comunicación y la cultura eran armas esenciales en la batalla por la verdad. Mantuvo un contacto constante con periodistas, intelectuales y líderes de opinión, convencido de que en ausencia de información, el rumor y la manipulación ocupaban el vacío. Impulsó festivales, producción literaria y audiovisual, y la preservación de la memoria colectiva del pueblo saharaui como parte de su resistencia.

    El pueblo saharaui lo recuerda como un dirigente austero, cercano, y con una visión clara del largo camino de la liberación. Rechazó cualquier solución que no incluyera el ejercicio pleno del derecho a la autodeterminación. “La independencia no se negocia”, solía decir con convicción.

   A nueve años de su partida, Mohamed Abdelaziz no es solo parte de la historia del Sáhara Occidental. Es símbolo de una lucha justa que, como él mismo creía, «no será en vano mientras haya un solo saharaui dispuesto a resistir».

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