✍️ Jorge Alejandro Suárez Saponaro
La situación de los saharauis era incierta, dado las presiones de Marruecos y Mauritania sobre reclamos territoriales y el juego ambiguo y hasta contradictorio de España en el tema. Ha pasado mas de medio siglo y el Frente Polisario, a pesar de las condiciones adversas y la indiferencia de gran parte de la comunidad internacional, sigue existiendo, manteniendo firme su reclamo por el reconocimiento a que los saharauis tengan su país libre de toda ocupación.
El 51 aniversario del Frente Polisario, encuentra a este movimiento de liberación nacional, luego de treinta años de “paz no guerra” desde el cese del fuego firmado con Marruecos, bajo auspicios de Naciones Unidas, en 1991, otra vez en una campaña militar de baja intensidad, por motivos internos, como la apuesta para visibilizar el conflicto a nivel global. Los países llamados democráticos, como España – potencia administradora de iure – Estados Unidos, y Francia han sido funcionales a la ocupación marroquí, que se ha caracterizado por una sistemática violación de los derechos humanos.
El veto francés, la indiferencia de Estados Unidos, agregándose el conflicto geopolítico con Rusia y China, impiden que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no solo establezca a la MINURSO facultades de monitoreo de derechos humanos, sino tenga un papel más relevante desde los llamados incidentes de Guerguerat, ocurridos en noviembre de 2020, donde claramente, Marruecos violó el cese del fuego y los acuerdos de 1991.
El Frente Polisario, no logró por una serie de factores externos, destrabar el proceso de negociaciones con Rabat. El régimen marroquí, durante el primer mandato de Trump, tuvo un verdadero éxito, de carácter político, más que real, cuando puso como condición el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre las zonas ocupadas, a cambio del restablecimiento de las relaciones con el Estado de Israel.
El Majzén (Gobierno en Marruecos), a pesar de no lograr que ningún país, reconociera su ocupación, si obtuvo avances para legitimarla. Una hábil estrategia de establecer consulados de varios países africanos en las zonas ocupadas, en abierta violación al Derecho Internacional. Rabat se ha mostrado como un “aliado” fiel a la causa de Occidente en África, lo que le permitió con dinero de las Petro-monarquías del Golfo, financiar un ambicioso programa militar. En el “frente español”, el Polisario, fue abiertamente traicionado por sectores políticos, que teóricamente podrían ser afines.
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El presidente Pedro Sánchez, ha sido funcional a los intereses marroquíes, en un verdadero acto de traición a su propio país. Los incidentes en 2021, en Melilla, con oleadas de inmigrantes, en una suerte de invasión pacífica. Al mismo tiempo el gobierno marroquí, no dudó en hacer saber los presuntos derechos sobre las plazas de soberanía españolas, que incluyen las ciudades de Melilla y Ceuta. España, optó una política de apaciguamiento, que incluyó la famosa “carta de la traición” que trascendió en los medios españoles, por el cual, Madrid, aceptaba el plan de autonomía como salida del conflicto del Sahara Occidental.
La guerra de baja intensidad, librada por las fuerzas saharauis, ha disipado las tensiones internas en la República Saharaui. Años de frustración, era una fuente de problemas y el liderazgo del Frente, en manos de un “halcón” como es Brahim Ghali, decidió pasar a las armas. Al fin de cuentas, Marruecos, al invadir la zona de amortiguación, violar el Acuerdo Militar nro. 1, había roto el cese del fuego, agregándose la negativa de seguir la hoja de ruta planteada por el Plan de Arreglo de 1991. El distanciamiento y el incremento de la competencia geopolítica entre Argelia y Marruecos, crearon las condiciones aptas para movilizar las fuerzas militares saharauis.
El XVI Congreso, llevado cabo en 13 al 17 de enero de 2023, bajo el lema: “intensificar la lucha armada para expulsar al invasor y culminar la soberanía”, puso en evidencia los objetivos nacionales del pueblo saharaui, en esta etapa de su historia, bajo la dirección del Frente Polisario. La vía armada ha sido consecuencia de un proceso un intenso debate estratégico, que viene desde hace varios años. El panorama global con una intensa competencia entre Estados Unidos y sus aliados, frente a Rusia y China, paralizan a las Naciones Unidas.
Asimismo, los saharauis han sido víctimas de la “realpolitik”. Mientras Marruecos garantice el abastecimiento de fosfatos y no afecte los intereses occidentales en el Norte de África, tiene las manos libres para violentar a los saharauis. El Frente Polisario ha reconocido esta situación, es por ello que pone en evidencia, el valor de dos actores regionales: Mauritania y Argelia.
En el caso del primero, las presiones de Rabat son intensas, pero sectores nacionalistas, siguen siendo aliados potenciales para el Polisario, dado que temen que el estado mauritano sea satelizado por Rabat. El paso ilegal de Guerguerat, tiene que ver con esta maniobra, además de la hábil política de “soft power” del rey marroquí en la región. Argelia es un actor de peso, que, gracias a la guerra de Ucrania, se ha convertido en un elemento clave, como fuente energética alternativa al gas y crudo rusos, para los europeos.
El último Congreso del Polisario, aprobó una estrategia nacional para movilizar todos los recursos nacionales, para hacer frente a la campaña militar. Desde el punto de vista del frente interno, los saharauis, sin ninguna duda, gracias a un discurso nacionalista, mantienen una fuerte unidad, a pesar de ciertas maniobras impulsadas por Marruecos por parte de sectores disidentes del Polisario con base en Mauritania, que finalmente quedaron en la nada. En el plano internacional, el Frente, tiene sus apoyos en la Unión Africana, especialmente en los países del espacio angloparlante, liderados por Sudáfrica.
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