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04 enero 2025

Los drones, la nueva y disruptiva arma de los conflictos que democratiza la destrucción

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Por Lehbib Abdelhay
El campo de batalla ya no es dominio exclusivo de soldados y tanques. Enjambres de ojos robotizados invaden los cielos, guiados por inteligencia artificial y con capacidad para atacar y alcanzar sus objetivos con precisión milimétrica. Los drones han democratizado la destrucción, dando poder a naciones más pequeñas e incluso a actores no estatales para desafiar a los poderes militares establecidos. Esta revolución en la guerra plantea cuestiones éticas. Esta nueva era de la guerra exige una estricta reevaluación de la seguridad global mientras navegamos por un delicado futuro en el que las líneas divisorias entre el hombre y la máquina, la guerra y la paz, se vuelven cada vez más difusas.
Democratización de los cielos
La tecnología de los drones ha transformado radicalmente el panorama del poder aéreo y lo ha hecho más accesible a una gama más amplia de actores. Históricamente, lograr la superioridad aérea exigía inversiones significativas en aviones de combate avanzados, entrenamiento especializado para pilotos y una amplia infraestructura y logística. Sin embargo, la aparición de drones asequibles, como el turco Bayraktar TB2 o el iraní Chahed, ha equilibrado el campo de juego. Estos drones, que cuestan una fracción de los aviones de combate modernos, permiten a las naciones más pequeñas y a los grupos no estatales proyectar poder de maneras nunca antes vistas.
Pensemos en los hutíes en Yemen., que utilizaron tecnología de los drones para llevar a cabo ataques contra importantes instalaciones petroleras, desafiando a poderes establecidos que la mayoría de los expertos y analistas no habrían imaginado hace una década. Este cambio plantea preocupaciones críticas y exige que los Estados se pregunten cómo adaptarse a un mundo en el que el dominio aéreo ya no es su dominio exclusivo. La democratización de los cielos obliga a reevaluar las estrategias de defensa y subraya la necesidad de enfoques innovadores en materia de seguridad en una era en la que la tecnología sigue evolucionando.
Un punto de inflexión en el campo de batalla
Los drones han cambiado radicalmente la naturaleza de la guerra moderna. Estos aparatos no son solo vehículos no tripulados, sino herramientas multifuncionales capaces de transformar la forma en la que se libran los conflictos armados. Un dron puede utilizarse para realizar misiones de reconocimiento y proporcionar información en tiempo real a los drones kamikaze. La mera presencia de un vehículo aéreo no tripulado (UAV) en los cielos del enemigo puede crear inquietud e incertidumbre entre sus fuerzas, alterar sus tácticas y estrategias, y en definitiva, la toma de decisiones en el campo de batalla.
Un ejemplo de esta transformación se puede ver en Ucrania, donde los drones han sido fundamentales para nivelar la correlación de fuerzas contra un adversario más poderoso y con mejores recursos. Las fuerzas ucranianas han utilizado drones para la vigilancia con el fin de identificar los movimientos de tropas rusas y atacar objetivos clave. En esta guerra asimétrica, los drones han proporcionado una manera rentable de neutralizar las ventajas militares convencionales.
Más allá de Ucrania, los drones están obligando a los ejércitos de todo el mundo a repensar sus estrategias. La alta adaptabilidad de estos dispositivos significa que pueden utilizarse en diversos entornos, desde espacios urbanos hasta terrenos accidentados.
La amenaza inminente de los enjambres
Imaginemos un cielo lleno de una masa coordinada y sincronizada de drones, cada uno de los cuales se mueve con precisión y un propósito, como un enjambre de abejas, de ahí recibe precisamente su nombre. No se trata de una escena de una película de ciencia ficción, sino de una realidad inminente en la guerra moderna. Los enjambres de drones, que operan con inteligencia colectiva, tienen el potencial de abrumar incluso a los sistemas de defensa aéreos más sofisticados. Las grandes potencias, incluidos los Estados Unidos y China, están inmersos en una carrera tecnológica para desarrollar y desplegar estas flotas autónomas, reconociendo su importancia estratégica. La gran cantidad y coordinación de estos drones puede abrumar las defensas, haciendo que las contramedidas tradicionales sean menos efectivas. Este cambio estratégico requiere una rápida adaptación a esta nueva forma de guerra.
El dilema ético
Como ya hemos visto, la rápida integración de los drones en las operaciones militares ha transformado sin duda la guerra moderna, ofreciendo una precisión sin precedentes, un menor riesgo para el personal y un gran poder destructivo. Sin embargo, este avance tecnológico trae consigo una serie de dilemas éticos que no se pueden pasar por alto. Una de las preocupaciones es si la seguridad percibida por los operadores reduce el umbral para iniciar enfrentamientos militares. Cuando los responsables de la toma de decisiones no se enfrentan a la variable de los costos humanos inmediatos de la guerra, pueden entrar en conflictos con mayor facilidad, lo que podría llevar a un enfoque más militarizado de las relaciones internacionales.
Aunque los drones son elogiados por su precisión, la realidad es que las bajas civiles siguen constituyendo un problema importante. La promesa de ataques quirúrgicos a menudo choca con las complejidades sobre el terreno, convirtiéndose en un desafío distinguir a los combatientes de los civiles. En el Sáhara Occidental, Marruecos ha asesinado con los drones turcos e israelíes a mas de 150 civiles entre saharauis, argelinos y mauritanos.
La práctica de asesinatos selectivos mediante drones complica aún más el panorama ético. Estas operaciones han suscitado intensos debates sobre su legalidad y moralidad. La falta de transparencia y rendición de cuentas sobre estos ataques puede erosionar la confianza en las instituciones militares e incluso en los marcos jurídicos internacionales.
Adaptación a la revolución de los drones
El conflicto de Nagorno-Karabaj de 2020 demostró las vulnerabilidades de las fuerzas militares tradicionales frente a la guerra moderna con drones. Los drones, con su agilidad y capacidades avanzadas, superaron con eficacia a los sistemas de defensa aérea convencionales, obligando a las naciones a reevaluar sus estrategias militares, como se vio en el conflicto. Este cambio ha llevado a un aumento de las inversiones destinadas a reforzar las defensas contra las amenazas aéreas no tripuladas.
Los países se están centrando cada vez más en el desarrollo y la implementación de tecnologías para contrarrestar los drones, como sistemas de interferencia electrónica diseñados para interrumpir las comunicaciones de los drones y drones interceptores capaces de neutralizar vehículos aéreos no tripulados hostiles en pleno vuelo. Esta dinámica en evolución se asemeja al juego del gato y el ratón, en el que cada bando se adapta continuamente a los avances del otro. A medida que la tecnología de los drones sigue avanzando, aumenta la urgencia de contar con contramedidas eficaces, lo que garantiza que esta carrera armamentista tecnológica siga siendo un foco central en la planificación militar moderna.
El papel de la IA y la autonomía
La integración de la inteligencia artificial (IA) en la tecnología de los drones ha elevado significativamente los desafíos de la guerra moderna. Los drones autónomos equipados con IA pueden tomar decisiones en tiempo real sin intervención humana directa, lo que podría revolucionar las estrategias militares. Estos drones pueden identificar y atacar objetivos de forma independiente, realizar misiones de vigilancia o adaptarse a las condiciones cambiantes del campo de batalla. Este nivel de autonomía ofrece una eficiencia y una velocidad operativas sin precedentes, que podrían redefinir los escenarios de combate.
Sin embargo, el despliegue de drones impulsados por IA presenta riesgos sustanciales que pueden eclipsar sus ventajas. La preocupación principal es la posibilidad de que los sistemas de IA interpreten mal situaciones complejas, lo que daría lugar a enfrentamientos no deseados o daños colaterales. A diferencia de los operadores humanos, la IA carece de una comprensión matizada del contexto, lo que es crucial en entornos de combate dinámicos. Además, estos sistemas son vulnerables a los ciberataques; los adversarios podrían explotar las debilidades de los algoritmos de IA, lo que provocaría un mal funcionamiento de los drones o incluso que se volvieran contra sus propias fuerzas. Estos escenarios subrayan la fragilidad de depender en gran medida de sistemas autónomos en operaciones militares críticas.
Drones submarinos
El uso de drones submarinos está revolucionando la guerra naval y aportando una nueva dimensión a la estrategia marítima. Estos vehículos sumergibles no tripulados no son sólo novedades tecnológicas, sino que suponen un punto de inflexión en el teatro de operaciones de la guerra marítima. Un ejemplo convincente es su despliegue en el Mar Negro, donde las fuerzas ucranianas han utilizado drones submarinos para interrumpir las operaciones navales rusas. Este uso estratégico pone de relieve cómo las naciones más pequeñas pueden aprovechar la tecnología avanzada para desafiar el dominio naval de las potencias más consolidadas.
Las implicaciones de los drones submarinos van más allá de los enfrentamientos militares inmediatos. Ofrecen un medio para que las naciones con recursos navales limitados protejan sus intereses marítimos de manera eficaz. Por ejemplo, estos drones pueden realizar tareas de vigilancia, recopilar información de inteligencia e incluso participar en operaciones ofensivas sin poner en riesgo la vida humana. Esta capacidad es valiosa en regiones en disputa donde las fuerzas navales tradicionales pueden ser vulnerables o insuficientes.
La proliferación de los drones submarinos plantea importantes preocupaciones. A medida que más naciones y actores no estatales obtienen acceso a estos dispositivos, aumenta el potencial de enfrentamientos submarinos. Este escenario requiere el desarrollo de nuevas doctrinas marítimas y regulaciones internacionales para gestionar el despliegue y uso de drones submarinos. Sin la existencia de esos marcos, el riesgo de escaladas y conflictos no deseados en los océanos del mundo aumentaría y desafiaría las normas existentes de guerra naval.

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