back to top
11 C
Madrid
07 diciembre 2025

Redes sociales: Así recluta Marruecos a españoles para su propaganda

SEGUIR LEYENDO

Por Ana Stella y Ahmed Baba

Madrid.(ECS).— Entre octubre y noviembre de 2020 se produjo una de las mayores oleadas migratorias hacia las Islas Canarias procedente de las costas de Marruecos y del Sáhara Occidental. Las imágenes del muelle de Arguineguín, al sur de Gran Canaria, colapsado y con campamentos improvisados, provocaron una ola de indignación sin precedentes. La versión oficial se excusaba en la crisis económica y los confinamientos provocados por la pandemia, pero no: había algo más turbio que eso.

En una conversación de WhatsApp por esas fechas, intervenida por la UCO durante la investigación del caso Koldo y revelada en junio de 2024 tras levantarse el secreto de sumario, el director general de la Policía Nacional, Francisco Pardo Piqueras, le reconocía al entonces ministro de Fomento, José Luis Abalos, que Marruecos había levantado las vigilancias de sus costas y las del Sáhara Occidental: “Los están dejando salir del Sáhara y no sabemos qué está pasando”. Lo que no sabía el alto funcionario (o tal vez sí) es que el chantaje migratorio para lograr el cambio de postura del Gobierno de Sánchez en la cuestión del Sáhara Occidental había comenzado, un chantaje que alcanzó su momento más álgido con la invasión de Ceuta de mayo de 2021, provocada y alentada por la gendarmería marroquí. La excusa: la acogida de Brahim Ghali, presidente de la RASD y líder del Polisario por razones médicas. Claro que Ghali había visitado España en multitud de ocasiones, la última en 2018, y a Marruecos no parecía incomodarle, pero su estancia en un hospital de Logroño en 2021 fue la excusa perfecta que buscaba el régimen alauí para intensificar sus ataques híbridos para torcerle el brazo a Pedro Sánchez en la cuestión del Sáhara Occidental. Diez meses después, en marzo de 2022, Mohamed VI logró su ansiado trofeo: Sánchez cedió y cambió en favor de Marruecos la tradicional e histórica neutralidad española en el conflicto saharaui.

Sidi Omar desmonta con pruebas las afirmaciones del ministro marroquí sobre el Sáhara Occidental

Aquellos chantajes migratorios, amenazas y cuestionamientos permanentes a la soberanía española sobre Ceuta, Melilla y Canarias, pusieron de relieve la creciente percepción de la hostilidad del régimen marroquí en la opinión pública española. Desde entonces, las encuestas de opinión sobre Marruecos no dejan lugar a dudas; se ha convertido en un peligro y en una amenaza permanente para el español medio de todas las tendencias políticas.

Consciente de ello y de la necesidad de lavar su imagen en España, el régimen marroquí lleva años desplegando todo su arsenal propagandístico en medios de comunicación y redes sociales. Los artículos de opinión y noticias importadas directamente de la prensa marroquí se han hecho un hueco en la prensa española. Diarios como La Razón, que comparte una especial relación con la embajadora marroquí en Madrid, Karima Benyaich, se ha convertido en uno de esos medios donde el lavado de imagen y la propaganda político-económica marroquí es prácticamente diaria. La mayor parte de las noticias tienen como fuente el digital marroquí Le360, propiedad de Younes El Majidi, secretario personal de Mohamed VI. Además, el diario de Marhuenda ha fichado como columnista a Ahmed Charai, magnate de la prensa marroquí vinculado con la DGED, espionaje exterior marroquí; en 2018 fue detenido en el aeropuerto JFK de Nueva York intentando sacar de EE. UU. 30 millones de dólares. Fue liberado gracias a la intervención directa de Yassine El Mansouri, jefe de la DGED. Charai, fue el mismo que publicó y difundió un bulo sobre la paternidad de Aznar cuando éste ocupaba Moncloa, siendo condenado por ello en 2009.

Pero uno de los terrenos donde la propaganda marroquí ha crecido exponencialmente en España ha sido en las redes sociales. El régimen marroquí es consciente de la importancia de las redes para vender el relato. Para ello cuenta con decenas de periodistas, activistas, influencers españoles… todos con el relato y la retórica propagandística bien aprendidos.

Uno de los personajes que más llaman la atención debido a su burdo proceder, es el politólogo malagueño Pedro Altamirano, muy activo en X y Facebook, un intento de poeta y ex independentista andaluz que llegó a fundar la Asamblea Nacional Andaluza en 2017, a imagen y semejanza de la ANC catalana. Su creciente activismo y viajes —uno de ellos a Rusia— en busca de apoyos para su “desconexión de Andalucía de España” llamaron la atención, sobre todo porque la ANA carecía de fuente de ingresos conocida. Una corta y más que dudosa aventura nacionalista a la que llamó “Países Andaluces” en la que reivindicaba Murcia, Badajoz, el Rif marroquí (norte de Marruecos) y El Algarve portugués como partes de su supuesto país andaluz. En tanto es así, el lavado de imagen del régimen marroquí y la “supuesta vinculación política de Andalucía con Marruecos” que pregonaba levantaron alguna sospecha. En 2019 Altamirano disolvió (o le hicieron disolver) la ANA, se fue a vivir a Tetuán, Marruecos, donde preside una supuesta ONG. En 2023 escribió un libro al que tituló “Sáhara marroquí”, un libro cargado de propaganda sobre los supuestos derechos históricos de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, parte de Argelia, Mauritania, Ceuta y Melilla. La presentación en Rabat fue apadrinada por el mismísimo Saad Eddine El Othmani, ex primer ministro de Marruecos.

Otro con dudosa trayectoria es Paulino Ros, periodista y sociólogo murciano, invitado habitual y conferenciante en el Consulado marroquí en Murcia. Sus continuos viajes al Sáhara Occidental ocupado acompañado del anterior cónsul en la región, Mohamed Biedallah, donde fue agasajado y condecorado por las autoridades de ocupación marroquíes, alimentan la sospecha. En sus entrevistas y apariciones televisivas destaca por su acérrima defensa de la versión marroquí en todos los litigios o crisis diplomáticas con España y, por supuesto, en la defensa de la marroquinidad del Sáhara Occidental y la necesidad de “comprender las reclamaciones marroquíes en Ceuta y Melilla”.

Otra de las figuras que ha emergido como “activista antirracista” durante los incidentes de Torre Pacheco es el tiktoker Mohamed, conocido como “Mohamed y Punto”, un español de origen marroquí criado en Madrid pero residente en Bélgica. Mohamed se presenta como un “defensor de los derechos de los inmigrantes y un azote de la ultraderecha”. Fichado recientemente por el programa de Cuatro «En el Punto de Mira», que dirige el periodista Nacho Abad, Mohamed se ha hecho un hueco no precisamente por sus análisis migratorios precisos y sosegados, sino por sus formas gritonas y expresiones faltonas. En los debates migratorios, Mohamed y Punto defiende con ímpetu el papel del régimen marroquí en la supuesta colaboración migratoria; incluso niega cualquier chantaje o utilización de la presión migratoria como arma política marroquí contra España, a pesar de que es un hecho más que acreditado y que hasta el Parlamento Europeo lo condenó en su día en una resolución tras la invasión de Ceuta de 2021. Mohamed también es un gran admirador del difunto rey Hassan II, un criminal sin escrúpulos que asesinó, torturó e hizo desaparecer a miles de marroquíes y saharauis, por el cual muestra admiración en su perfil de TikTok con vídeos de homenaje y pasión nostálgica por la figura del fallecido dictador.

Un ministro marroquí amenaza a España: Marruecos vuelve a dictar condiciones al ejecutivo de Sánchez desde la impunidad diplomática

En 2014 se presentó en Madrid “Atalayar”, un diario digital dirigido en la sombra por los periodistas marroquíes Mohamed Rchane y Mustafá Amadjar, actuales subdirector y director adjunto; como director y cara visible eligieron al español Javier Fernández Arribas, ex periodista de la COPE entre otros medios. Rchane y Amadjar son ex empleados de la oficina en Madrid de la agencia MAP (agencia oficial de noticias de Marruecos). La oficina de la agencia MAP en Madrid fue calificada en 2008 en una sentencia de la Audiencia de Madrid como “centro para recabar información por parte de la DGED”, Dirección General de Estudio y Documentación (espionaje exterior marroquí), a raíz de la denuncia que interpuso contra el periodista Alí Lmrabet, por un artículo en El Mundo que revelaba la relación entre la MAP y la DGED.

Como director de Atalayar, Fernández Arribas busca inocular a la opinión pública española la versión del régimen marroquí en cualquier litigio o crisis con España, como por ejemplo en la invasión de Ceuta provocada por Marruecos en mayo de 2021. Atalayar ignoró por completo la situación humanitaria y la utilización de miles de menores marroquíes en aquel ataque migratorio, y se dedicó a hacer “corta y pega” de artículos de prensa marroquí que culpaban al gobierno español de aquella oleada migratoria por la acogida de Brahim Ghali.

Otro de los surgidos promotores de las tesis marroquíes en las plataformas sociales, se trata de Paco Tanjawi —nombre comercial utilizado por un tal Xavi G.G, nacido en Granollers (Barcelona)— que dirige también una empresa dedicada a inversiones inmobiliarias y al turismo en Tánger, Marruecos. Dicha actividad empresarial, que presenta como un puente económico entre ambos países, sirve de marco para su presencia pública, aunque su papel en redes sociales ha acabado adoptando un cariz claramente político y alineado con los intereses de Rabat. Su actividad en plataformas como TikTok revela un patrón que se repite en otros periodistas e influencers, siguen una estrategia sostenida destinada a reforzar el relato oficial marroquí en España. Sus contenidos orbitan siempre alrededor de tres ejes: la deslegitimación del Sáhara Occidental, la normalización de las aspiraciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla y la captación de ciudadanos españoles para amplificar ese discurso.

El componente central de su presencia digital es su mensaje antisaharaui. Paco Tanjawi reproduce con fidelidad las posiciones de Rabat: niega el derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental, sostiene que el conflicto “está cerrado” y ridiculiza tanto al Frente Polisario como a cualquier ciudadano español que invoque la legalidad internacional. Su estrategia consiste en eludir las referencias clave —la condición del territorio como Territorio No Autónomo, las resoluciones de la ONU o el mandato pendiente de descolonización— para presentar la ocupación marroquí como irreversible.

Otra pieza de su discurso es la situación de Ceuta y Melilla. Tanjawi evita la contextualización histórica y recurre a un mensaje emocional: afirma que ambas ciudades están “abandonadas” por España y sugiere que Marruecos “se preocuparía más” de ellas. Con ello contribuye a normalizar una reivindicación territorial que forma parte del ideario marroquí desde hace décadas, desplazando los límites del debate y planteando la idea de que una hipotética anexión podría ser razonable.

El tercer eje es la justificación de las tácticas de presión marroquíes sobre España. Cada episodio de tensión —crisis migratorias, avalanchas fronterizas, campañas de desinformación o disputas diplomáticas— es presentado por Tanjawi como una “respuesta legítima” ante una España presuntamente hostil o debilitada. Esto produce un blanqueamiento constante de herramientas de presión política empleadas por Rabat en episodios clave de la relación bilateral.

Su actividad no se limita al contenido digital. Paco Tanjawi organiza viajes para españoles con todos los gastos cubiertos, supuestamente de su propio bolsillo: transporte, alojamiento, comidas y un itinerario cerrado. Él los presenta como una oportunidad para conocer “el verdadero Marruecos”, pero las visitas tienen un carácter marcadamente político.

Los participantes recorren lugares seleccionados y sólo tienen contacto con perfiles alineados con la narrativa oficial, reforzando un mensaje repetido de forma sistemática: Marruecos es un país fuerte; España ha perdido rumbo; y la presencia marroquí en el Sáhara es un hecho legítimo.

El proceso incluye ocio nocturno, escenarios cuidadosamente escogidos y una puesta en escena diseñada para generar impacto emocional. Tras estos viajes, la mayoría de participantes reproduce un discurso prácticamente idéntico al de la comunicación oficial marroquí.

El caso más ilustrativo es el de Samuel y Lola, una pareja española conocida en TikTok por sus contenidos críticos con Marruecos. Se presentaban como simpatizantes de Vox y afirmaban abiertamente que ni Marruecos ni los marroquíes les generaban confianza. Fue en ese contexto cuando Paco Tanjawi irrumpió en sus directos, estableció contacto y finalmente les ofreció un viaje totalmente financiado, alojándolos en uno de sus pisos en Tánger.

La transformación fue inmediata. A su regreso, pasaron de criticar a Marruecos a elogiarlo públicamente. Grabaron un vídeo felicitando al rey Mohamed VI por su cumpleaños, ataviados con camisetas del país, y comenzaron a difundir la narrativa oficial sobre el Sáhara Occidental. Samuel llegó a grabar un vídeo desde la frontera de Ceuta asegurando que la ciudad estaba “muy mal” y que “sería mejor que se la quedara Marruecos”.

Pocos meses después la pareja fue invitada al Sáhara Occidental ocupado. Su estancia incluía visitas a El Aaiún y Dajla, siguiendo un itinerario fijado desde el principio. No hubo margen para la improvisación: cada punto del recorrido, cada grabación y cada contacto estaban preseleccionados. Se les mostró un Sáhara “en desarrollo”, con obras nuevas, zonas urbanas remodeladas y proyectos exhibidos como prueba del supuesto esfuerzo marroquí por “mejorar” el territorio.

En ningún momento hablaron con saharauis no alineados con Rabat. No tuvieron contacto con activistas, familias vigiladas, jóvenes perseguidos o ciudadanos sometidos a controles constantes, restricciones de movimiento o discriminación laboral. La mayoría de las personas con las que interactuaron eran colonos marroquíes, funcionarios locales o figuras políticas vinculadas al aparato estatal. Para la pareja, sin conocimiento sobre el contexto, resultaba difícil distinguir quién era saharaui y quién no.

Desde El Aaiún y Dajla grabaron vídeos asegurando que “todo estaba bien”, que Marruecos “trataba muy bien a los saharauis” y que el territorio “progresaba”. Un mensaje completamente alejado de la situación documentada por observadores internacionales: represión, vigilancia, ausencia de libertades y un territorio aún pendiente de descolonización según la ONU.

El recorrido de Samuel y Lola muestra con claridad el método de Paco Tanjawi: identificar perfiles fácilmente influenciables, ofrecerles experiencias de alto impacto emocional y convertirlos en piezas de una maquinaria de propaganda que contribuye a legitimar la ocupación del Sáhara Occidental y las aspiraciones territoriales marroquíes.

¡Apoya al periodismo libre!

Su generosidad nos permite avanzar en nuestra misión y trabajar hacia un futuro mejor para todos. 

Nuestra campaña se centra en promover la justicia, la paz y los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Creemos firmemente en la importancia de comprender el origen y la complejidad de este conflicto para poder abordarlo de manera efectiva y trabajar hacia una solución que respete los derechos y la dignidad de todas las partes involucradas.

MÁS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS