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12 agosto 2025

Jamal Benomar desmonta el relato marroquí: “Sin la voz del pueblo saharaui, no hay solución posible”

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Por Victoria G. Corera

Jamal Benomar (Exdiplomático marroquí de la ONU con experiencia directa en la MINURSO. Actualmente preside el Centro Internacional de Iniciativas de Diálogo): EN EL MAGREB, HAY QUE PONER FIN A LA ESCALADA VERBAL Y MILITAR

   Madrid (ECS).- El exdiplomático de la ONU Jamal Benomar rompe el guion oficial marroquí: advierte que ninguna victoria diplomática servirá si el pueblo saharaui rechaza vivir bajo ocupación y que la ONU ha permitido un bloqueo basado en la ambigüedad. Desde No te olvides del Sáhara Occidental lo decimos claro: no hay “mano tendida” que valga si no se pone fin a la represión, a la militarización y a la negación del derecho de autodeterminación. La solución no está en las cancillerías extranjeras, sino en el Magreb y en la voz libre de sus pueblos.

   La solución no está en las cancillerías extranjeras, sino en el Magreb y en la voz libre de sus pueblos.

   En su discurso del Trono del 29 de julio de 2025, Mohamed VI proclamó que el pueblo argelino y el marroquí son “pueblos hermanos” unidos por lazos históricos. Una declaración grandilocuente que, sin embargo, choca de frente con la realidad: Marruecos mantiene desde hace casi medio siglo la ocupación ilegal del Sáhara Occidental, y la tensión con Argelia está en máximos desde la ruptura del alto el fuego en noviembre de 2020. La llamada “mano tendida” no puede ocultar ni un muro militar de más de 2.700 km ni la represión que sufren los saharauis bajo el control marroquí.

   Herencia magrebí compartida vs. división imprudente: siglos de historia común se desdibujan ante una persistente animosidad que, como señala Benomar, resulta históricamente absurda.

   Rabat controla de facto el 80 % del territorio saharaui, mientras Argelia acoge en Tinduf a decenas de miles de refugiados expulsados de su tierra por la invasión marroquí. La carrera armamentista entre ambos Estados y el cruce constante de acusaciones públicas dibujan un escenario de confrontación permanente. Y, como recuerda Benomar, la raíz del problema no se resolverá acumulando tanques ni discursos vacíos, sino afrontando de verdad la cuestión de la autodeterminación saharaui.

   El exdiplomático y ex alto cargo de la ONU insiste en algo que la propaganda marroquí evita: no se trata de cuántos países apoyan el plan de autonomía, sino de si el propio pueblo saharaui quiere vivir bajo la autoridad del ocupante. Y eso Marruecos lo sabe bien, por eso prohíbe encuestas y bloquea cualquier referéndum. El temor a una respuesta contraria a sus intereses explica su obsesión por buscar reconocimientos externos y gestos simbólicos que no cambian nada sobre el terreno.

   No se trata de cuántos países apoyan el plan de autonomía, sino de si el propio pueblo saharaui quiere vivir bajo la autoridad del ocupante…Benomar, con experiencia directa en la MINURSO, denuncia que centrar los esfuerzos en atraer apoyos internacionales —a menudo mediante contrapartidas opacas— es un callejón sin salida. La solución pasa por un diálogo real con todos los saharauis, incluidos aquellos que, incluso estando en zonas controladas por Marruecos, rechazan la ocupación. Y esa conversación debe ser directa y sin exclusiones, porque de lo contrario no habrá paz, sino imposición.

   Apelación a la ONU vs. soluciones reales: la dependencia del foro internacional contrasta con la falta de definición del conflicto y la ambigüedad persistente.

    La ONU, añade Benomar, no ha sabido ni querido romper el bloqueo. El Consejo de Seguridad sigue dividido: potencias como EE. UU., Francia y el Reino Unido respaldan el plan marroquí, mientras Rusia, China y países como Sudáfrica o Mozambique mantienen su apoyo al derecho saharaui a decidir. Incluso si algún día Rabat lograse un apoyo unánime en Nueva York —algo improbable—, si los saharauis lo rechazan, el conflicto seguirá vivo. Es decir: el núcleo del problema no se resuelve en despachos lejanos, sino en el territorio ocupado y en los campamentos.

.. Es decir: el núcleo del problema no se resuelve en despachos lejanos, sino en el territorio ocupado y en los campamentos.

…Recordando el Plan Baker de 2003, Benomar expone cómo Marruecos ha boicoteado propuestas que contaban con consenso internacional, y cómo el lenguaje ambiguo de las resoluciones del Consejo de Seguridad sirve para perpetuar el statu quo. Esa “ambigüedad constructiva” favorece a quienes buscan eternizar la ocupación sin asumir el coste político de decirlo abiertamente. Y mientras tanto, la población saharaui sigue privada de su derecho básico a decidir su futuro.

   El entrevistado alerta también sobre la deriva peligrosa del discurso oficial marroquí, que califica al Frente Polisario de “grupo terrorista” vinculado a Irán y Hezbollah. Una acusación absurda que solo sirve para cerrar cualquier puerta a la negociación. La misma incoherencia se ve en la represión interna: ¿cómo esperar que el Polisario deponga las armas si Marruecos encarcela por décadas a manifestantes pacíficos del Rif y censura cualquier voz crítica?

  Demonización del Polisario vs. represión interna: señalar al Polisario como “terrorista” choca con la falta de espacio político para expresiones legítimas dentro de Marruecos.

   El riesgo de un enfrentamiento directo entre Marruecos y Argelia no es hipotético. Ya hubo guerras abiertas en 1963 y 1976, y hoy ambos países gastan sumas millonarias en armamento de última generación mientras sus pueblos comparten historia, cultura y vínculos humanos. Es una hostilidad absurda e históricamente injustificable que, como recuerda Benomar, solo beneficia a quienes temen un Magreb unido y fuerte.

   Por eso, el Centro Internacional para las Iniciativas de Diálogo impulsa un camino desde abajo, movilizando a la sociedad civil magrebí contra la división y la militarización. Benomar confía en que sean los propios ciudadanos quienes digan “basta” y exijan un retorno al diálogo en un marco magrebí, lejos de agendas impuestas por potencias extranjeras. Porque, en última instancia, la paz en el Sáhara Occidental y en el Magreb no vendrá dictada por resoluciones ambiguas, sino por la voluntad de sus pueblos.

   Y, como bien remata el exdiplomático, a veces la distensión empieza con un gesto simple pero valiente: que un líder llame a otro y diga “hermano, voy a verte la semana que viene”. Un recordatorio de que la paz no se decreta: se construye con actos concretos y con respeto a la justicia.

Fuente original: Camélia Echchihab, “Jamal Benomar : au Maghreb, ‘il faut mettre un terme à l’escalade verbale et à la surenchère militaire’”, Mediapart, 31 de julio de 2025.

VICTORIA G. CORERA – PLATAFORMA NO TE OLVIDES DEL SAHARA OCCIDENTAL

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