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02 agosto 2025

La perpetuidad imprudente del Frente POLISARIO

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EDITORIAL

  ECS | Han pasado más de cinco décadas desde que el Frente Polisario nació como movimiento de liberación nacional, luchando y prometiendo la autodeterminación del pueblo saharaui frente a la agresiva ocupación marroquí. Pero a estas alturas, dada la situación actual del conflicto y teniendo en cuenta lo que concierne a la parte saharaui realizar o haber realizado, cabe preguntarse si el actual Polisario conducido por un liderazgo anquilosado, sigue siendo una herramienta de liberación o se ha convertido en un obstáculo del conflicto en relación a las aspiraciones del pueblo saharaui a la libertad e independencia.

   La respuesta es clara y dolorosa; el Polisario lleva años atrapado en su propia inmovilidad, dirigido por una cúpula fosilizada en las cuevas de Rabuni. Han hecho del exilio una rutina y del estancamiento una estrategia política. El liderazgo actual junto con los congresistas aferrados al poder con uñas y dientes, han confundido resistencia con inacción, y fidelidad a la causa con una lealtad totalitaria a dirigentes que llevan más tiempo en sus cargos que la mayoría de los saharauis tienen de vida. Gobiernan convencidos de que les caerá la solución del cielo sin mover un dedo, no sabemos si es cierto, lo que sí es cierto es que el cielo se ha convertido, desgraciadamente, en el verdadero configurador del Frente Polisario, ¿qué sentido tiene que la mayoría de sucesiones sean súbitas? No es del agrado de nadie que la única estrategia de renovación sea esperar funerales.

¿Hacia dónde va el Frente POLISARIO?

   La letanía inamovible de los mismos nombres circula cada cuatro años, periodo en el que se celebran los Congresos que designan al nuevo presidente y su gobierno. Como si de un mundial de fútbol se tratara, donde los títulos (cargos) se revalidan tanto como los eslóganes. Unos Congresos que más bien son una competencia de retórica ‘bidani’, donde exigen movimiento hacia afuera mientras rechazan cualquier reforma interna, pues todo intento de renovación ha acabado en el mismo baúl que las resoluciones inútiles de la ONU.

   El mantenimiento de esta dirigencia no solo erosiona la legitimidad interna, reflejada en el hecho de que el actual presidente haya obtenido un 69% de aprobación en las últimas «elecciones», sino que también que mina la confianza del pueblo saharaui, y otros actores, en la viabilidad de cualquier solución bajo el estandarte actual del Polisario.

   El pueblo saharaui, un pueblo castigado, no merece seguir pagando el precio del inmovilismo. La lucha por liberar la República Saharaui no puede continuar encadenada a una cúpula incapaz de regenerarse, incapaz de leer los tiempos e incapaz de articular una estrategia diferente al ‘más de lo mismo’ basada en manidos lemas revolucionarios, arengas nacionalistas y proclamas que no pasan del ámbito retórico.

   El mundo ha cambiado. La sauna ideológica en la que siguen encerrados desde el 1975 necesita aire fresco. La geopolítica es otra. Marruecos, aún a contracorriente, ha movido sus fichas con agresividad diplomática en todos los sectores. Y mientras tanto, el Polisario sigue repitiendo eslóganes de los años 70, sin una hoja de ruta definida ni una visión renovadora que saque al conflicto y a la República Saharaui del estancamiento regresivo en el que se encuentran.

   Medio siglo después de su creación para luchar contra la ocupación, parece más interesado en ocupar cargos de por vida, logrando únicamente congelar la revolución en el tiempo. Pese a todo siguen ahí, desgastados, con sus consignas enmohecidas, sus comunicados refritos y sus congresos sin sorpresa, pero con sus leales sin voz. Esos no fallarán nunca a la causa nacional, ni a sus mártires ni a los principios por los que un día se unieron a las filas del movimiento de liberación.

   La causa saharaui es legítima, histórica y digna. La ocupación del Sáhara Occidental porparte de Marruecos es ilegal, denunciada y confirmada por la ONU desde 1979. El pueblo y la causa saharaui merecen una dirigencia a su altura. Seguir atrapados en un vaivén de dirigentes perpetuos acentuará cada vez más la irrelevancia. El Frente Polisario, el actual Frente Polisario, debe dejar de ser un museo de cargos eternos y atreverse, por primera vez en décadas, a dar un paso hacia adelante y dejar que otros practiquen lo que predica. Debe reformarse de raíz o seguirá siendo una estructura envejecida, aferrada al símbolo de la revolución aunque vacía de contenido transformador. De no hacerlo, no será Marruecos quien sepulte las aspiraciones de independencia del pueblo saharaui, sino ellos mismos con esta perpetuidad imprudente. Lo que supondría traicionar no solo el pasado de lucha, sino también el futuro de libertad e independencia que se proclama como horizonte.

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