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01 enero 2025

Marruecos y los supuestos «avances en el Sáhara Occidental»; mucho ruido y pocas nueces

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EDITORIAL 

Madrid (ECS).- Sucesión de crisis diplomáticas con todos sus vecinos, ausencia de paz en la región, tensiones bélicas abiertas (…) el fiasco político del régimen de Marruecos tras la sentencia de la justicia europea. Las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión (TJUE) del pasado 4 de octubre, que invalidaron los acuerdos comerciales entre Marruecos y la UE por incluir el Sáhara Occidental, han causado un estado de histeria colectiva en la diplomacia alauita, que ha iniciado amenazas contra todo aquel que se ha opuesto a violar la legitimidad internacional usando, para imponer sus objetivos, amenazas directas a  la UE, declaraciones amenazantes y la congelación de parte de la cooperación bilateral con Bruselas.

Ahora, con un panorama bastante inflamable debido al ulterior, y no deseado, desarrollo de los acontecimientos en torno al expediente saharaui que contradice la retórica con la que se promovieron los acuerdos Marruecos-UE de traer prosperidad a la región, Marruecos emerge en el horizonte como el gran perdedor. Marruecos, un país regado de ayudas económicas por parte de la UE y títere de potencias, se pensó fortalecido geopolíticamente tras sellar con España y Francia una reconciliación cuyo propósito solamente ha beneficiado, contra todo pronóstico, al pueblo saharaui. Ciertamente y sin miedo a equivocarnos, tras casi dos años de la pretendida reconciliación, solamente los saharauis han salido beneficiados en la medida en que no se han logrado los intereses marroquíes, salvo declaraciones «oportunistas» del presidente Pedro Sánchez, que amenazaron con una grave crisis con Argelia.

Marruecos, a través de las instrucciones reales tras estallarle treinta años después la guerra del Sáhara Occidental, accedió apresurado y cegado a acuerdos sin garantías con varios actores internacionales. Ahora, el reconocimiento de la supuesta soberanía marroquí sobre territorios saharauis permanece en el limbo. Si la potencia norteamericana verdaderamente estuviera a favor, no tendría Trump problemas en repetir lo dicho en 2020. Rabat creyó que la declaración de soberanía trumpista supuso un espaldarazo y una palanca importante para su diplomacia, y a pesar de que la calificaron de »histórica», lo único que tiene de memorable es que sumió al país magrebí en una sucesión de crisis diplomáticas que derivaron en un aislamiento sin precedentes, enfrentándose a países europeos, así como a dos de las potencias africanas: Argelia, Mauritania y Sudáfrica. Esta actitud basada en una estrategia de choque prueba que es Marruecos quien está tomando las decisiones equivocadas y no el resto de países involucrados.

En consecuencia, esto nos permite concluir que, lejos de una paz permanente en la región, los Acuerdos de Abraham entre Israel, Marruecos y los EE.UU no constituyen un paso hacia una paz duradera, y esto es debido a que incluyen precisamente la ocupación del Sáhara Occidental, causante de todas las crisis diplomáticas marroquíes desde su firma.

Mohamed VI y el sentimiento de irrelevancia

Acostumbrado a implicar a terceros países en el contencioso del Sáhara Occidental, se ha vuelto en su contra, ahora ya no se trata de solo la ocupación de un territorio ajeno, sino que, torpemente, ha arriesgado sus intereses económicos, geopolíticos y comerciales inflamando el terreno político para el cual su escasa fuerza diplomática no está preparada, y esto se refleja en el hecho de entregarse plácidamente a alianzas contrarias a los intereses del pueblo marroquí para intentar ganar peso e influencia. Finalmente, ¿qué no estarás dispuesto a hacer para proteger tus puntos débiles?

Marruecos se vende como una potencia regional, quiso probar su peso geoestratégico y el alcance de su influencia política y el resultado está a la vista.

Su grandilocuente papel en los acuerdos con actores europeos se ha reducido a ser el de  ‘tonto útil» en los planes de otras potencias en la actual guerra comercial entre China y EE.UU, y en los de Israel en su ofensiva armada contra Gaza, y sin recibir nada a cambio aún habiendo firmado y ‘hecho los deberes.’ No puedes venderte como potencia regional cuando careces de elementos influyentes en la escena regional que limitan considerablemente tu acción política.

Precipitaciones y falta de miras ante un contexto divergente

En un contexto dominado por las consecuencias de la guerra de Ucrania y el genocidio en Gaza, el conflicto saharaui reavivado, una coyuntura regional marcada por una reordenación de las alianzas y equilibrios geoestratégicos, una nueva configuración del Magreb, además de una feroz batalla comercial entre China y EE.UU. A un ingenuo Marruecos se le subió a la cabeza jugar un rol importante y ha terminado aislado y amargamente debilitado.

Hay una ley inmanente en política que reza que la fuerza de cualquier política es limitada cuando la contradicción con los hechos es demasiado grande. Marruecos no consideró debidamente varios factores antes de aventurarse junto a Israel y EE.UU en un acuerdos que han traído más malestar que bienestar.

De la crisis al control de daños

Tras el inútil desgaste diplomático durante cuatro años que no ha servido más que para degradar la ya mala imagen de Marruecos y poner en la palestra la ocupación del Sáhara Occidental, Marruecos intenta levantarse.

No obstante, el enfrentamiento no es opción para un régimen que vincula la invasión a su existencia y considera enemigo a todo aquel que exija el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui como dicta la legalidad internacional.

Tras un estrepitoso fracaso intentando imponer la soberanía sobre el Sáhara Occidental, Rabat pasa al plan B; recurrir a Acuerdos de Defensa con Israel, Etiopía y Azerbaiyán, otro síntoma de su debilidad y acorralamiento. De exigir la soberanía sobre el Sáhara Occidental a conformarse con que el estado hebreo continúe suministrándole armas y drones para mantenerse frente a los ataques relámpago del Ejército Saharaui. Esta descabellada idea solo puede ser producto de la confusión majzeniana entre política interna y externa, pretender que salga adelante para allanar el terreno de su agenda expansionista, es un loable esfuerzo de credulidad.

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