Rusia y Occidente: un conflicto que trasciende fronteras
✍️ Ahmed Omar
EDITORIAL
El orden mundial que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, basado en instituciones internacionales como la ONU, acuerdos multilaterales y un equilibrio de poder entre las principales potencias, está experimentando un deterioro evidente. Desde el estancamiento en la resolución de conflictos prolongados hasta la escalada de tensiones entre actores globales, el sistema parece estar llegando a un punto crítico de disfunción.
Rusia y Occidente: un conflicto que trasciende fronteras
La guerra en Ucrania, prolongada más allá de lo previsto, ha intensificado las divisiones entre Rusia y los países occidentales. La reciente autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance en territorio ruso ha provocado respuestas contundentes del Kremlin, que ahora describe el conflicto como «global». Esto no solo pone en peligro la estabilidad europea, sino que también amenaza con desbordar el conflicto hacia otras regiones estratégicas, como lo demuestra la advertencia de Rusia a Polonia sobre bases militares estadounidenses en su territorio.
Estas acciones exponen la creciente incapacidad de las instituciones internacionales para mediar en conflictos de esta magnitud. A pesar de los esfuerzos de la ONU y otras organizaciones, las soluciones parecen cada vez más lejanas, dejando a los países más pequeños y a los civiles atrapados en el fuego cruzado de intereses geopolíticos.
El veto estadounidense y la crisis en Gaza
En paralelo, la región de Oriente Medio sigue siendo escenario de violencia y sufrimiento humano. En Gaza, el veto repetido de Estados Unidos a resoluciones del Consejo de Seguridad que buscaban un alto el fuego inmediato ha suscitado una ola de críticas. Al bloquear medidas que podrían aliviar la situación humanitaria, Washington refuerza la percepción de que los intereses estratégicos pesan más que los principios éticos en las decisiones de las grandes potencias.
Esta dinámica pone en evidencia la vulnerabilidad de los organismos internacionales frente a los intereses de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, quienes, con su poder de veto, pueden paralizar cualquier esfuerzo colectivo por resolver crisis humanitarias o conflictos armados.
El estancamiento del conflicto en el Sáhara Occidental
En este contexto de inacción global, el conflicto del Sáhara Occidental persiste como uno de los mayores fracasos del sistema internacional. La ocupación marroquí del territorio saharaui, declarada ilegal por múltiples resoluciones de la ONU, sigue sin resolverse. Mientras Marruecos refuerza sus fronteras y consolida su control sobre el territorio, el pueblo saharaui permanece en el exilio o bajo ocupación.
A pesar de las promesas internacionales de autodeterminación, los avances son prácticamente nulos. Los esfuerzos diplomáticos, como los de la ONU, no han pasado de resoluciones simbólicas que Marruecos ignora sistemáticamente, mientras obtiene apoyo político y económico de potencias como Francia y Israel.
Un orden mundial en crisis
La suma de estos eventos refleja un colapso gradual del orden mundial actual. Las instituciones diseñadas para promover la paz y la justicia globales son incapaces de actuar frente a los intereses de las grandes potencias. La confianza en el sistema internacional se ve erosionada, dejando a comunidades como los saharauis sin una vía clara para alcanzar justicia.
¿Esperar o actuar?
En este panorama, surgen preguntas fundamentales para el pueblo saharaui y otros en situaciones similares:
¿Es razonable seguir confiando en Naciones Unidas o el Consejo de Seguridad para garantizar justicia y derechos fundamentales?
¿Qué alternativas existen cuando los mecanismos internacionales son ineficaces o cómplices de la opresión?
¿Pueden los pueblos en lucha encontrar soluciones fuera del marco institucional actual, movilizando a la comunidad internacional desde abajo?
El pueblo saharaui enfrenta un dilema histórico: seguir apostando por un sistema que hasta ahora no les ha brindado soluciones o buscar estrategias alternativas que pongan su causa en el centro de la agenda global. Frente a un orden mundial en colapso, la lucha por la justicia puede depender de una ruptura con los mecanismos tradicionales y un renovado esfuerzo por movilizar el apoyo directo de los pueblos y naciones solidarias.
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Nuestra campaña se centra en promover la justicia, la paz y los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Creemos firmemente en la importancia de comprender el origen y la complejidad de este conflicto para poder abordarlo de manera efectiva y trabajar hacia una solución que respete los derechos y la dignidad de todas las partes involucradas.