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12 octubre 2025

Marruecos bajo presión: la ONU, Europa y el campo español reactivan el conflicto del Sáhara Occidental

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Por Ana Stella


En Nueva York, la Cuarta Comisión de la Asamblea General de la ONU escuchó una oleada de apoyos al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. En Bruselas, el Parlamento Europeo cuestionó duramente a la Comisión por reabrir un acuerdo comercial con Marruecos que incluye al territorio ocupado, y en España el sector agrario estalló contra lo que define como una competencia desleal bendecida por Bruselas. El equilibrio que Rabat había logrado imponer a golpe de influencia y silencio mediático comienza a resquebrajarse.

   Durante las sesiones del Cuarto Comité, países como Angola, México, Rusia, Uruguay y Venezuela recordaron que el Sáhara Occidental sigue siendo la última colonia pendiente de descolonización en África y que Marruecos no tiene soberanía reconocida sobre el territorio. Exigieron la plena aplicación de la Resolución 1514 (XV) y criticaron la parálisis de la MINURSO, la misión de la ONU cuyo mandato de organizar un referéndum fue vaciado de contenido político por presión marroquí. Mientras tanto, el representante del Frente Polisario ante la ONU, Sidi Mohamed Omar, se reunió con Jean-Pierre Lacroix, subsecretario general de Operaciones de Paz, denunciando violaciones sistemáticas del alto el fuego por parte de Marruecos, el uso de drones armados y ataques contra civiles en las zonas liberadas.

   El tono fue inusualmente directo. La paciencia diplomática con el “hecho consumado” marroquí se agota, especialmente tras las continuas violaciones del acuerdo militar de 1991 y la represión documentada en los territorios ocupados. Marruecos mantiene una estrategia basada en la ocupación económica y en la narrativa de que la cuestión está “resuelta” mediante su plan autonómico. Sin embargo, el discurso del Cuarto Comité mostró que la comunidad internacional no avala esa ficción y que la autodeterminación saharaui sigue siendo un principio innegociable.

   En paralelo, la Unión Europea enfrenta su propio escándalo. La Comisión Europea, dirigida por Ursula von der Leyen, intentó aprobar por la vía rápida un nuevo acuerdo comercial con Marruecos que abarca productos originarios del Sáhara Occidental. Lo hizo de forma opaca, notificando al Parlamento apenas unos días antes y aplicándolo provisionalmente sin debate. El presidente de la Comisión de Comercio Internacional (INTA), Bernd Lange, calificó la maniobra de “escandalosa” y advirtió que viola las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE, que ya ha dejado claro que el Sáhara es “separado y distinto” de Marruecos y que cualquier acuerdo requiere el consentimiento del pueblo saharaui, no de Rabat.

   El trasfondo económico refuerza la fractura. En España, organizaciones agrarias como COAG y Unión de Uniones han anunciado acciones judiciales. Denuncian que los productos agrícolas del Sáhara —tomates, melones y pimientos cultivados en Dajla con mano de obra explotada— se exportan como “marroquíes”, sin etiquetado de origen y con precios imposibles de competir. En una década, la producción española de tomate ha caído a la mitad mientras Marruecos multiplica sus exportaciones gracias a subvenciones encubiertas, regadíos ilegales y acceso preferente al mercado europeo. El campo español lo llama traición; Bruselas lo llama “asociación estratégica”.

   Marruecos, lejos de flexibilizar su postura, responde con propaganda. En los foros internacionales acusa al Frente Polisario de obstaculizar la paz, mientras intensifica su presencia militar y repuebla el territorio ocupado con colonos subvencionados. Sin embargo, su poder de influencia muestra grietas. El Consejo de Seguridad analizará el 10 de octubre el mandato de la MINURSO, y varias delegaciones planean exigir que incluya supervisión de derechos humanos, algo que Rabat rechaza con vehemencia.

    El momento actual evidencia el agotamiento de la estrategia marroquí basada en la ocupación de hecho, la compra de apoyos diplomáticos y la explotación económica del territorio. La combinación de presiones desde la ONU, el Parlamento Europeo y el propio sector agrario español está resquebrajando la fachada de normalidad que Marruecos ha intentado construir. El debate ya no gira en torno a si el Sáhara Occidental es un territorio pendiente de descolonización, sino a cuándo y cómo se pondrá fin a una ocupación que ni el derecho internacional ni la moral política pueden seguir tolerando.

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Nuestra campaña se centra en promover la justicia, la paz y los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Creemos firmemente en la importancia de comprender el origen y la complejidad de este conflicto para poder abordarlo de manera efectiva y trabajar hacia una solución que respete los derechos y la dignidad de todas las partes involucradas.

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