back to top
26.7 C
Madrid
15 septiembre 2025

Del periodismo a la propaganda: desmontando el artículo de DAWN sobre el POLISARIO

SEGUIR LEYENDO

Por Ahmed Omar | OPINIÓN

El reciente artículo publicado por DAWN, “El Polisario en Siria: Cómo los combatientes extranjeros complican la justicia transicional”, constituye un preocupante ejemplo de cómo el periodismo puede carecer de rigor y convertirse en un instrumento de diseño político. En lugar de ofrecer hechos verificables o análisis serios, entrelaza rumores anónimos, filtraciones interesadas e insinuaciones geopolíticas para construir un relato que se derrumba bajo el peso de sus propias contradicciones. Es precisamente este tipo de artículo —que salta imprudentemente de Siria al Sáhara Occidental y a Irán, vinculando conflictos por mera asociación y no por evidencia— el que expone la fragilidad de la narrativa que pretende imponer. Lo más llamativo es lo que el artículo no contiene: ni un solo nombre verificable de un presunto combatiente saharaui en Siria, ni una fotografía autenticada, ni un registro judicial, ni siquiera un documento con cadena de custodia creíble. Todo el ejercicio se sustenta en la especulación. Y, sin embargo, estas conjeturas se presentan como si formaran un cuerpo coherente de pruebas, cuando en realidad son poco más que rumores reciclados y filtraciones con fines políticos.

   Esto no es accidental. Forma parte de una campaña más amplia, cuidadosamente orquestada, para deslegitimar al Frente POLISARIO, el movimiento de liberación nacional que ha representado al pueblo saharaui durante medio siglo. Incapaz de anular por la vía legal o diplomática el derecho de este pueblo a la autodeterminación, Marruecos ha buscado criminalizar a sus representantes presentándolos como extremistas, mercenarios o terroristas. Es una estrategia típica de toda potencia colonial: cuando no se logra legitimidad, se intenta destruir la reputación de quienes se resisten. En los últimos años, esta campaña se ha intensificado, con voces bien posicionadas en Washington y en capitales europeas sembrando acusaciones de que el POLISARIO está infiltrado por Irán o alineado con Hezbolá. Nunca han sido corroboradas, pero la repetición les ha dado una apariencia de credibilidad. El artículo de DAWN encaja perfectamente en esta maquinaria: no revela, amplifica.

   Frente a esta arquitectura de insinuaciones, el historial jurídico e histórico es inequívoco. En 1975, la Corte Internacional de Justicia concluyó que Marruecos carecía de soberanía sobre el Sáhara Occidental y que el pueblo del territorio debía decidir su futuro. En 1979, la Asamblea General de la ONU reconoció al Frente POLISARIO como representante legítimo del pueblo saharaui. Más recientemente, en 2024, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea reafirmó que ningún acuerdo que afecte al Sáhara Occidental puede ser válido sin el consentimiento de su pueblo, representado por el POLISARIO. Estas no son opiniones ni rumores, sino decisiones de los más altos órganos judiciales y políticos del sistema internacional.

   Hay un hecho que, por sí solo, desmonta la narrativa de DAWN: el Frente POLISARIO es el único movimiento de liberación nacional en el mundo reconocido formalmente por el derecho internacional humanitario. En 2015, depositó ante Suiza —como depositaria de los Convenios de Ginebra— una declaración unilateral en virtud del artículo 96(3) del Protocolo Adicional I, comprometiéndose a cumplir las leyes de la guerra. Desde entonces, ha cooperado con el Comité Internacional de la Cruz Roja, liberado prisioneros bajo supervisión internacional, destruido miles de minas terrestres en operaciones observadas por agencias de la ONU y adherido al Llamamiento de Ginebra en materia humanitaria. Estos son los actos de un movimiento responsable. Confundir tal historial con el mundo de los combatientes extranjeros y las milicias clandestinas no solo es deshonesto, sino profundamente imprudente.

   La perversidad del artículo de DAWN reside en su método. Saltand de un tema a otro —Siria, Irán, Hezbolá, Sáhara Occidental— construye un entramado de sospechas sin pruebas. Cita a funcionarios anónimos sin atribución, repite afirmaciones de medios progubernamentales marroquíes sin escrutinio e insinúa culpabilidad por mera proximidad. Eso no es periodismo; es la construcción de una red de desinformación. Este tipo de publicaciones son peligrosas porque explotan la credibilidad de plataformas reconocidas para infiltrar propaganda política en el debate internacional. Una vez difundidas, estas afirmaciones son recicladas por embajadas y grupos de presión marroquíes como «pruebas independientes» de la misma narrativa que ellos mismos sembraron. Es un círculo vicioso de desinformación, y DAWN se ha convertido en un nodo de ese círculo.

   El riesgo es enorme. Criminalizar un movimiento legítimo de liberación nacional —reconocido por la ONU y sujeto al derecho humanitario— basándose en rumores corroe no solo la causa saharaui, sino los fundamentos mismos del derecho internacional. Si estas tácticas prosperan, sientan un precedente que permitiría deslegitimar cualquier lucha de liberación, por justa que sea, mediante campañas de difamación, siempre que la potencia ocupante invierta lo suficiente en cabildeo e influencia. No es casualidad que el régimen marroquí, implicado en escándalos de sobornos en el Parlamento Europeo y en operaciones de espionaje contra jefes de Estado y periodistas europeos, esté en el centro de esta maquinaria. Sus métodos son mafiosos: nadie está a salvo de ellos. Reproducir sus argumentos sin escrutinio no es neutralidad, es complicidad.

   El Sáhara Occidental sigue siendo la última colonia de África. El derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación no es negociable ni un rumor debatible; está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y ratificado por los más altos tribunales. Los intentos de ocultar este derecho bajo una nube de insinuaciones no contribuyen a la paz; profundizan la injusticia. El artículo de DAWN no fortalece la justicia transicional en Siria ni esclarece el conflicto del Sáhara Occidental. Enturbia ambos, en beneficio de un solo actor: Marruecos, un régimen desesperado por mantener una ocupación ilegal que el derecho internacional nunca ha respaldado.

   El Frente POLISARIO no teme al escrutinio. Durante décadas se ha mantenido bajo la luz del derecho internacional, abierto a la supervisión humanitaria y comprometido con convenciones que la mayoría de los Estados violan. Lo que no puede aceptar —y que ninguna publicación seria debería respaldar— es que la lucha legítima de un pueblo se reduzca a una difamación nacida del rumor y la conspiración política. Publicar tales artículos no es un gesto inocuo: es jugar con fuego, socavar la legalidad internacional y encubrir una ocupación que debería haber terminado hace mucho tiempo.

¡Apoya al periodismo libre!

Su generosidad nos permite avanzar en nuestra misión y trabajar hacia un futuro mejor para todos. 

Nuestra campaña se centra en promover la justicia, la paz y los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Creemos firmemente en la importancia de comprender el origen y la complejidad de este conflicto para poder abordarlo de manera efectiva y trabajar hacia una solución que respete los derechos y la dignidad de todas las partes involucradas.

MÁS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS