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12 agosto 2025

La red de influencia de Marruecos sobre el PSOE

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Por Ana Stella 

   Madrid (ECS).- La red de influencia entre el PSOE y Marruecos es un entramado complejo que combina diplomacia oficial, contactos personales, lobbies empresariales y estructuras partidarias internacionales como la Internacional Socialista. No se trata de una relación coyuntural, sino de un sistema asentado que ha ido modificando, paso a paso, la posición histórica del socialismo español sobre cuestiones estratégicas como el Sáhara Occidental, la política migratoria y los acuerdos económicos con Rabat. A este entramado se suma también la pasividad calculada de formaciones como Sumar, que, aunque no aparecen tan directamente implicadas como el PSOE, han optado por mantener un perfil bajo y un discurso ambiguo que en la práctica contribuye a reforzar el statu quo favorable a Marruecos.

   El punto de inflexión se produjo en marzo de 2022, cuando Pedro Sánchez envió una carta a Mohamed VI apoyando el plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental. Ese gesto, que supuso el abandono definitivo de la neutralidad oficial mantenida durante décadas, no fue una decisión aislada. Fue la culminación de años de contactos discretos, negociaciones paralelas y mediaciones llevadas a cabo por figuras con fuertes vínculos con Marruecos.

   Por parte marroquí, los protagonistas de esta red son figuras clave del aparato político y diplomático: André Azoulay, consejero real y arquitecto de la diplomacia económica con España; Karim Ghellab, expresidente del Parlamento; Abdelouafi Laftit, ministro del Interior, interlocutor habitual en materia de seguridad y control migratorio; Nasser Bourita, ministro de Asuntos Exteriores; Fouad Ali El Himma, consejero y amigo personal del monarca, con gran capacidad de influencia; y Chakib Benmoussa, exembajador en España, mediador en fases críticas de la relación bilateral.

   En el lado socialista y afines, los nombres se repiten en foros, reuniones y actos conjuntos: José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en defensor público del plan marroquí y participante habitual en eventos organizados por Rabat; Trinidad Jiménez, exministro de Asuntos Exteriores con un papel activo en negociaciones bilaterales; Miguel Ángel Moratinos, exministro de Exteriores con un historial de interlocución constante con autoridades marroquíes; José Bono, exministro de Defensa vinculado a gestos institucionales que reforzaron la imagen de Marruecos; Juan Fernando López Aguilar, eurodiputado y partícipe en debates europeos clave para Rabat; Felipe González, expresidente que ha pasado de defender la autodeterminación saharaui a respaldar la postura marroquí; Alfonso Guerra, presente en actos con autoridades de Rabat; José Blanco, exministro de Fomento implicado en acuerdos de infraestructuras; Elena Salgado, exvicepresidente económico con participación en negociaciones financieras; Cristina Narbona, presidente del PSOE mencionada en contextos de cooperación internacional con Marruecos; entre otros.

   El lobby pro-Marruecos con base en Madrid, nutrido de intereses empresariales, ha actuado como catalizador de esta relación. Sus miembros facilitan acuerdos que incluyen recursos procedentes del Sáhara Occidental ocupado, promueven inversiones y ejercen presión para que el discurso político y mediático español adopte el marco narrativo de Rabat. La influencia se extiende a medios de comunicación afines, que suavizan la cobertura de tensiones bilaterales y evitan cuestionar abiertamente la política marroquí.

   La presión migratoria ha sido otra herramienta recurrente. Episodios como la crisis de Ceuta en 2021, cuando miles de personas cruzaron la frontera en cuestión de horas, evidenciaron la capacidad de Rabat para usar el control fronterizo como instrumento de chantaje político. Estas crisis se resuelven con rapidez, casi siempre mediante concesiones españolas, consolidando una relación en la que Rabat tiene la ventaja estructural.

   Un elemento menos visible pero igualmente importante es la Internacional Socialista. A través de su miembro marroquí, el USFP (Unión Socialista de Fuerzas Populares), se ha mantenido un canal político constante que permite encuentros, coordinación y consenso en foros internacionales. Bajo una apariencia de cooperación progresista, esta estructura ha evitado resoluciones claras contra la ocupación del Sáhara, gracias al peso combinado del PSOE y el USFP. Esto ha contribuido a neutralizar críticas internas dentro del socialismo internacional y a preservar un discurso ambiguo que beneficia a Rabat. Sumar, por su parte, ha evitado impulsar iniciativas parlamentarias contundentes contra esta política, optando por un posicionamiento diplomático que, en los hechos, encaja con la línea de complacencia hacia Marruecos.

   Esta inserción en la Internacional Socialista conecta directamente con una trama más amplia en la que el PSOE actual no responde a la tradición socialista obrera original, sino que es una pieza más de la socialdemocracia internacional diseñada bajo la influencia de la Sociedad Fabiana, un núcleo de intelectuales y financieros internacionales (ligados a estructuras como el Club Bilderberg, la Comisión Trilateral y el CFR) que promueve un socialismo tecnocrático y globalista, subordinado a intereses financieros transnacionales. Figuras como Willy Brandt, Henry Kissinger o David Rockefeller aparecen como referentes históricos de esta red, mientras que en España la conexión se materializó a través de dirigentes como Felipe González, Enrique Múgica o Luis Solana, vinculados a estos circuitos internacionales.

   La estrategia de estos grupos consiste en infiltrar y formar a las élites políticas a través de instituciones como la London School of Economics, financiada por capitales de la alta banca (Cassel, Rothschild, Kuhn Loeb) y utilizada para moldear futuros dirigentes. En este esquema, Marruecos no es un actor aislado, sino un socio táctico integrado en las redes socialdemócratas globales, capaz de usar su posición geopolítica y recursos —incluida la presión migratoria— como moneda de cambio para lograr respaldo político y económico en Europa.

    El resultado de este conjunto de factores es una relación profundamente asimétrica, donde Marruecos logra imponer su agenda mientras el PSOE la ejecuta y Sumar evita incomodarla. El giro de 2022 no fue un accidente diplomático, sino la expresión final de una estrategia de influencia que combina diplomacia opaca, presión migratoria, intereses empresariales, manipulación mediática y respaldo en foros internacionales, a costa del derecho internacional y de la responsabilidad histórica de España con el pueblo saharaui.


NOTA: Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien la emite y no representa necesariamente el pensamiento de este medio.

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