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03 diciembre 2024

Marruecos, un régimen incapaz de mantener una apariencia de dignidad frente a la incuestionable legitimidad del Sáhara Occidental

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Madrid (ECS).- El embajador de Marruecos en Addis Abeba, Mohamed Arrouchi, se reveló como el principal instigador de la violencia, utilizando un lenguaje vulgar, indigno de un diplomático, sin ningún respeto por los participantes ni por la imagen del continente africano en la escena internacional. En una escalada sin precedentes y una flagrante violación de las normas diplomáticas internacionales, el embajador saharaui ante la Unión Africana, Laman Baali, fue agredido ayer viernes por un delegado marroquí durante la reunión preparatoria de la cumbre de asociación África-Japón, TICAD, que se celebra este fin de semana en Tokio.

Durante esa preparatoria de la Cumbre Internacional de Tokio para el Desarrollo de África, un miembro de la delegación diplomática de Marruecos ante la Unión Africana atacó de forma brutal al embajador de la República Saharaui. El diplomático marroquí fue expulsado inmediatamente de la sala.

Condena internacional al grave incidente

En primer lugar, la reunión se enmarca en el marco de asociaciones que vinculan a la Unión Africana con diversos actores internacionales, similares a las asociaciones bilaterales que unen a la organización continental con la Liga de los Estados Árabes, la Unión Europea y otros países y agrupaciones regionales.

En segundo lugar, Marruecos se ha esforzado en los últimos años, y especialmente en los últimos dos meses, por conquistar a la Unión Africana con sus tesis respecto al Sáhara Occidental con el fin de adoptar decisiones que reducen el número de países africanos que participan en reuniones de asociación bilateral con el objetivo de excluir a la República Saharaui. En este contexto, cabe señalar que la ambición excesiva y exagerada de Marruecos ha llegado al punto de promover puras falacias y presentarlas sobre la mesa como victorias diplomáticas, y esto es lo que ocurrió durante la reunión del Consejo Ejecutivo de Ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Africana que se celebró el pasado mes de julio.

En tercer lugar, Marruecos intentó durante todo el período preparatorio de la reunión de Tokio convencer a sus aliados africanos, junto con el país anfitrión, de sus esfuerzos destinados a excluir a la República Saharaui de esta Cumbre. Pero todos estos intentos fracasaron rotundamente. En efecto, se puede decir que la derrota sufrida por Rabat se puede calificarse de humillante cuando vemos al Ministro de Asuntos Exteriores saharaui, Mohamed Sidati, participar con plenos poderes junto con sus homólogos africanos en esta cumbre. Además, el Ministro saharaui entró en la sala de la Cumbre con guardaespaldas y seguridad personal proporcionada por el Gobierno nipón.

En cuarto lugar, lo que se observó en la reunión de Tokio y en los acontecimientos que la precedieron es la transformación radical que adoptó la diplomacia marroquí en el contexto de su identificación con la ocupación israelí empleando estos conocimientos ilegales para afrontar la lucha y la resistencia del pueblo saharaui, para ejercer sus legítimos e inalienables derechos a la independencia y la autodeterminación.

Ante su incapacidad para convencer a diversos actores dentro y fuera del continente africano sobre sus tesis, Rabat ha comenzado a recurrir sistemáticamente al uso de la violencia y el acoso para alcanzar sus objetivos, lo que resultó ayer en el ataque desproporcionado por parte del diplomático marroquí al embajador saharaui.

Los indicios resultado de este ataque inédito

– El primer indicio es que estas personas no pueden describirse como diplomáticos, sino más bien como matones y mercenarios a sueldo.

– El segundo indicio: es el estado de desesperación al que llegó la ocupación marroquí después de que sus esperanzas fueran defraudadas, después de promover un éxito diplomático imaginario a través de su prensa, tanto la oficial como la independiente.

– La tercera y última indicación: que el reciente incidente, y otros anteriores similares, son el resultado del acercamiento marroquí-israelí y de que Marruecos se beneficie de las experiencias de la entidad sionista en su represión, persecución y agresión contra el pueblo palestino por todos los medios ilegales.

Finalmente, la diplomacia marroquí ha aprendido de la ocupación sionista la insolencia, la arrogancia y la falta de respeto por cualquier línea roja, ya sea diplomática, política o moral. La diplomacia de Mohamed VI ha copiado de la ocupación israelí que el fin justifica los medios, incluso si estos apesta a impureza.

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